El intenso recorrido de Flavia Palmiero
En un repaso histórico por los ciclos, personajes y figuras que marcaron un momento de la TV argentina, diario Hoy recuerda la trayectoria de la reconocida actriz.
Dueño de un talento único para crear espectáculos e imaginar elencos, con esta obra logró agotar entradas aun antes de iniciada la temporada.
28/10/2023 - 00:00hs
La obra Coqueluche está integrada por un elenco estelar con figuras tales como Julieta Poggio, Betiana Blum, Mónica Villa, Agustín Sullivan y Mario Guerci. Por otro lado, es uno de los grandes éxitos de la calle Corrientes que impera en este tiempo contemporáneo. El genio al que se le ocurrió es, nada más ni nada menos, que José María Muscari con quien hablamos en exclusiva sobre el proyecto, las expectativas de logro y mucho más.
—Con Coqueluche te pasó que agotaste entradas a semanas de presentar la obra en los escenarios…
—Sí, y por eso ensayamos tanto, como una especie de cumplimiento hacia la fe ciega que el público tuvo, que va a emocionar, que va a haber un producto muy atractivo en el escenario. Ahora, todo eso, el público no lo sabía previamente. Y la cantidad de entradas vendidas nos obligó a agregar funciones, habla de un acto de fe. Y está buenísimo este salto de fe que hizo el público, porque cuando ves lo que significó para la cartelera de la Argentina, que la haya hecho una figura tan icónica como Niní Marshall, que ha sido uno de los primeros trabajos que catapultaron la carrera de Thelma Biral cuando tenía la edad de Juli Poggio, a sus veintipico.
—¿Qué detalles podés revelar sobre este proceso de poner una obra sobre las tablas?
—Así que la verdad es que tenía un montón de componentes que estaban buenos. Y cuando vi finalmente con la obra, que nos pone más fácil encontrar el texto, conseguir los derechos, etcétera, me encontré con una obra que me presentaba un atractivo superdiferente a lo que yo había transitado. Es como que en realidad yo soy bastante transgresor, voy a lo diferente, lo rupturista, y la obra no tiene nada de eso. Y eso me llevaba a un lugar por el que nunca transité. Ya en principio, pensar que tengo que hacer una obra apta para todo público es una sensación total para mí. Por ejemplo, mis obras tienen algo zarpado, algo guarro, algo guarango, esta obra tiene mucha guarangada, pero porque el personaje de Coqueluche es así, las dice, pero son palabras nada más. En ese sentido la historia es muy blanca y eso me resultó un superdesafío. Después de venir de una obra superdensa y dramática como fue Plagio, o una comedia, pero con contenido conceptual como es Perdidamente, o una obra performática de sexo como es Sex, me parece que está perfecto que una obra me lleve a un costado que no conozco. A otro lugar. Se me ocurrió volver a reunir a Mónica y a Betiana en una obra.
—Nunca habían trabajado juntas después de Esperando la carroza…
—Primero se me ocurrió porque cuando la llamé a Betiana sabía que el personaje de quien haga la monja, que es el personaje que hace Mónica, lo tenía que hacer una actriz que tuviera la ductilidad para hacer eso que propone este personaje. Que es una monja ardida, una eterna contradicción, ¿viste? Un personaje en una comedia blanca, además, o sea, hay que tener mucha chispa, mucha ingenuidad y mucho encanto para llevar esto adelante. Apenas le nombré Mónica a Betiana le encantó y eso me pareció que era un signo muy positivo porque, en general, las actrices no tienen tanta aprobación sobre otras pares. Tanto menos tan rápido.
—¿Qué más pudiste observar en esta dupla tan especial?
—Bueno, y en ellas hay una confianza, hay una red que se nota entre ellas, un respeto mutuo y creo que eso nada, se transforma a escena y por el otro lado a mí me genera algo espectacular que es como cumplir el sueño icónico de ver a Nora y a Susana juntas en un escenario, si bien no hacen nada parecido a lo que hacían en Esperando la Carroza, hacen un montón de cosas parecidas porque son dos comediantes desopilantes haciendo dos personajes bárbaros.