entrevista

Luis Machín vuelve a nuestra ciudad y estrena película

El film de José Cicala presenta a un asombroso doble de John Lennon como centro de una comedia ambientada en unos años '80 paralelos.

Con Lennons, de José Cicala, estrenada recientemente, varias series y La última sesión de Freud, Luis Machín sigue afirmando su calidad interpretativa. Hablamos con él con la excusa del estreno de la película protagonizada por Gastón Pauls.

Pero también es un buen momento para recomendar La última sesión de Freud, bajo la dirección de Daniel Veronese, obra que se presentará en el Teatro Municipal Coliseo Podestá este sábado a las 20:30, donde interpretará al Dr. Sigmund Freud y Javier Lorenzo en el papel de C.S Lewis.

—¿Cómo fue para vos entrar un poco en la locura que te propuso esta película y las otras?

—Esta es la tercera participación, de 4, y en una no coincidimos por temas de fechas. Pero la primera fue Sola, yo no lo conocía, por supuesto que conocía su trabajo artístico, pero José nunca había hecho la película, era su primer metraje, y el guion me resultó muy curioso en el sentido de que había cosas que estaban como sueltas en el guion. Es un guion muy complejo el de Sola, estos personajes que están, pero no están. Que está muerto, pero aparece en la cabeza de él, toda la intriga que propone el guion por momentos da la sensación de que hay cosas que te van a quedar suelas. Sin embargo, como José es una persona que también gusta mucho de charlar, yo notaba en él que había una entrega muy poderosa en relación a lo que se iba manifestando. No tanto abocado a lo que se desprendía del guion, sino a lo que él sentía, por lo menos yo sentía que él sentía. Es una cuestión también de confianza, como suele pasar cuando uno no se conoce trabajando, que también apostás a algunas cosas al momento. El cine tiene mucho de eso, tiene mucho, por ejemplo, de no ensayo. Yo también apuesto a eso cuando eso se pone en funcionamiento. Pero ensayamos y esas ventajas tiene lo que hace José, porque vos ves los sets, te arma todo, entonces el mundo se te va a armar. En ese sentido, fue tirarse a la pileta y después ver que el Frankenstein encaje esos pedazos que parece que están sueltos en el momento, como en el sentido o no. En La sombra del gato, por ejemplo, es una película mucho más caótica, está Machete, y de repente ingresan personalidades de afuera, como es el caso del personaje Dany Trejo, yo le digo Machete. Entonces, esa especie de Frankestein, ya habiendo hecho Sola y La sombra del gato, también me parecía que cuando yo leí el libro la primera vez de Lennons, en pandemia, y todos estábamos atravesados por el dolor, por la muerte, y de repente leer algo que va en un sentido, en contra de eso, era una licencia, era alentador.

—Viendo la película y a Jacobo, tu personaje, a uno le viene el recuerdo de estos conductores, de estos empresarios de la época de oro del teatro y la tele ¿Cómo fue prepararlo? ¿Desde buscar algún recuerdo?

—No, no fue el caso. No fuimos a bucear y encontrar, no fue esa la premisa de José ni tampoco fue propuesta mía en encontrar. Se hacen referencias importantes en la película a estos productores, sin embargo, no hubo un paseo directo por mi cabeza de alguno de ellos. Ya hay condimentos en las construcciones de los personajes que te conozcan en determinados lugares. Con esa peluca que yo tengo puesta, esas cosas los actores las tenemos muy en el presente, cuando también las aceptamos. Hay que aceptar los pelos que tiene Luciano Cáceres, por ejemplo, que intervienen y te hacen generar un comportamiento casi instantáneo. Eso ya te genera algo. No es necesario en ese caso buscar la referencia directa, no es Cavallo de Diciembre 2001. Te estás poniendo una peluca y ya sabés dónde, ya sabés. Y hay algo que ya el cuerpo, después de tantos años de actuar uno construye con lo que viene del entorno. Y es así también. Si vos ves que la idea es esa peluca. Por supuesto que uno tiene opinión. Porque la peluca fue también algo mezclada. Esa peluca y no otra, por ejemplo, si hay otra. Había esa peluca, no había otra peluca. Entonces, en la prueba de vestuario estaba esa peluca y me dijo a ver esa peluca, ¿y qué tal? Bueno, es posible. Te arma. Entonces, ahí vos vas. Hay directores que van hacia un territorio y otros que van hacia otro. Algunos proponen, como el caso de José, explosiones creativas en territorios insospechados y hay otra gente, u otro tipo de guiones, otro tipo de trabajo que inscriben a mundos de mucho más acotados. Y dentro de eso uno empieza a buscar el matiz. En este caso, y ya conociendo a José de otras películas, hay algo más caótico. También se construye desde un lugar más caótico. Eso también te pasa a los comienzos cuando lo ves a él, cuando tenés la prueba de vestuario, cuando entras en la escena, cuando ves el set que se armó, que es este set, se demuestra el set, la cabeza empieza a girar en torno a eso, ya sabes que tenés la peluca, y después ya sabes que tenés determinado tipo de vestuario, las pruebas de vestuario con José duran mucho tiempo. Al chico del vestuario, que yo lo conozco también de películas de género, es estupendo. Es como que te entregás a eso. A mí, a mi juego, me llaman a ese tipo de cosas. Uno juega y en ese momento le dejo mi amor.

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