Francisco Bouzas: “El carnaval me hizo conocer aspectos de nuestra sociedad que ignoraba”
Su segunda película narra cómo, luego del asesinato del joven futbolista Iki Dosantos, su amigo Jonás tiene recurrentes sueños con él.
En su nueva película configura de una manera simple y sencilla un relato coral y multigeneracional sobre el amor y la diversidad sexual.
22/02/2024 - 00:00hs
Este jueves Lucas Santa Ana estrena su nueva película de ficción Luces azules, protagonizada por Ernesto Larresse, Claudio Da Passano, Osmar Núñez, Estela Garelli, Edgardo Moreira, Fer Dente, Hernán Morán, Karina Hernández, Javier Rodríguez Cano, Natalia Morlacci y Nicolás Di Pace, que narra el encuentro de un grupo de personas en una noche de celebración. Hablamos en exclusiva con Santa Ana para saber más del proyecto y sus sensaciones por el estreno en medio de un contexto adverso para la cultura.
—¿Cómo te sentís de poder mostrar la película finalmente?
—La verdad que estoy muy feliz y muy contento de poder mostrar la película en el Gaumont, que es nuestra casa del cine argentino. Estoy muy feliz, muy contento, además muy emocionado porque está Da Passano, él no llegó a ver la película porque la terminamos este año, e igual, durante el rodaje, hablando con él tenía reparos de verse actuar, como que a veces no le gustaba.
—Justo también en los últimos años el cine como que lo estaba convocando mucho…
—Sí, es un actor que tenía muchísima trayectoria, como también Moreira, Osmar, todos, y él venía con un crecimiento muy asentado, como que lo estaban llamando para representar para papeles muy importantes. Lo que hizo en Argentina, 1985 fue fabuloso y hermoso, además el personaje que hace, histórico del teatro, y fue hermoso poder trabajar con él y con todos en realidad.
—Viendo la película recordé mucho producciones francesas con estas cenas entre amigos, algo que no se hace mucho acá, ¿cómo surge la idea de Luces azules? ¿En algún momento hubo alguna influencia de esas películas que transcurren en una locación generalmente?
—Sí, Francia, España, ese tipo de películas más corales y de personajes para mí es una prueba. La idea del guion es de Gustavo Pecoraro, que después de que hicimos El puto inolvidable quería escribir un guion y me preguntó si podía ayudarlo y al taller, le dije que no y lo mandé hasta el taller de Sebastián Caulier. Estuvo un año trabajando con él y me lo mandó para leer, para ver que me parecía, le hice mi devolución como amigo, lo corrigió, cuando me lo dio de nuevo me preguntó si lo quería dirigir y le dije bueno, pará, que lo leo distinto, porque una cosa es como amigo y otra cosa como director. Las temáticas que atraviesa la película y el guion me eran algunas afines y algunas no tan afines. Pero sí me parecían necesarias e importantes para contar en este momento, hablar de los adultos mayores en el movimiento LGBT, hablar del VIH en la actualidad, cómo se vivía en los 80, del cruce generacional en la película y un tema más paragua de toda la película que es la familia elegida. Los que vienen de la época de los 80 y los 90, alejados de sus familias de sangre, porque eran discriminados cuando salían, tuvieron que armarse otro tipo de familias y este es un grupo de esos, la familia elegida. Para mí es un tema que me atraviesa principalmente. Yo tengo una gran familia, más allá de la familia de sangre con quien nos amamos, tengo toda una familia con muchísima intimidad y muchísimo amor y muchísimo cariño. Cuando me lo ofrece le digo que sí y me llamó mucho la atención, le dije que iba a hacerlo.
—¿Cómo fue ir eligiendo los rostros?
—Hay un corte entre los que son mayores y los que son los menores. Trabajamos mucho el casting para el personaje de Fabián, para el de Miguel, las dos chicas y también para el de Edgardo. La rama para abajo estaban todos hechos de casting, después los más grandes con Gustavo teníamos una idea sobre quiénes nos parecían o qué caras veíamos en algunos de los personajes y fuimos intentando llamarlos. Ernesto era una fija que queríamos porque es un excelente actor y además por su historia. Junto con Alejandro Vanelli son el primer matrimonio igualitario de la Ciudad Buenos Aires y eso es un icono y la representación que hacen Ernesto y Claudio, no son Ernesto y Alejandro, pero muchas veces pensamos en ellos. Con Claudio nunca había trabajado y tenía ganas. Me lo sugirió Ernesto y creí que podían con él llegar a construir algo muy lindo y me pareció buenísima la idea. Yo nunca había trabajado y tenía muchas ganas de trabajar con él. También lo habíamos pensado con Gustavo para la película, queríamos que estuviera, leyó el guion y le encantó, según me dijo. Antes del rodaje me fui juntando individualmente con cada uno, nos juntábamos a charlar antes de tomar una decisión e incluso antes de que quedaran en la película. Más que nada para conocerlos, que me conozcan y también para que sepan cómo pienso el cine, cómo me gusta la actuación, cómo trabajo con los actores. Yo lo que disfruto de la dirección es el trabajo con actores. Vengo del palo de la actuación, de la dirección teatral, que entonces hay algo de ese trabajo dinámico con los actores que es lo que más me gusta, el trabajo de cámara y trabajo con el equipo técnico, todos los creativos atrás, es mi gran disfrute.
—¿Fue difícil amalgamar todo? Además, son muchos actores…
—Sí, ese es el gran desafío. Película tras película trato de desafiarme con respecto a las anteriores o hacer algo distinto. En la primera tenía una única locación, poquitos personajes. En Yo, adolescente, lo contrario, muchas locaciones, muchos personajes. Y ahora acá era una locación y un montón de personajes, además que al ser una película coral, todos los personajes tienen su historia y su conflicto y su propio desarrollo y su propia transformación. Fue uno de los grandes desafíos que genera tener once actores, todos juntos en el mismo momento actuando. O sea, nunca había estado con todo un elenco tan grande, todo junto, y aparte de trabajar yo individualmente con cada uno para hablar del personaje, de cuál era la transformación, la trayectoria del personaje. Por suerte eso lo pudimos hacer dos días antes del rodaje, y lo hicimos en la locación, o sea, nos tomamos dos días del rodaje en lugar de filmar y leímos todo el guion juntos y luego lo pusimos de pie y nos paramos en todos los espacios donde se hacían las escenas, antes de filmar. Generalmente eso no se pueden pagar y es difícil poder conseguir también que todos estuvieran juntos en un momento, y todos dispusieran del tiempo para eso.