entrevista

Mey Scápola: “Hay algo de lo que fue este año que me nutrió para dirigir esta obra”

Multifacética, la intérprete y directora vive con plenitud su gran momento profesional, ubicándose delante y detrás de las cámaras e impulsando sus propios proyectos.

Espectáculos

22/04/2023 - 00:00hs

Mercedes Scápola es una de las más talentosas figuras de la escena local. Muchos la conocerán por sus papeles en televisión, en teatro, o por escucharla en Perros de la calle en Urbana Play FM, y muchos otros sabrán ahora de ella por dirigir Las cosas maravillosas, que este lunes y martes se sube al Multiteatro Comafi de CABA con Lali González, en primera instancia, como protagonista. Diario Hoy habló con Scápola para saber más detalles de sus trabajos.

—¿Cómo fue subirte al barco de Las cosas maravillosas?

—Obviamente que fue un desafío muy grande, porque es una obra que ya se hizo. Entonces, que se entienda que no es una reposición ni un reemplazo era parte de cómo poder comunicar la obra. Yo ya la había visto, obviamente, había mucha gente que la había visto, pero de repente una de las cosas más fuertes fue cuando a mí la producción me llamó, me dijo: bueno, ¿qué querés hacer? ¿Querés elegir las duplas director, directora, actriz, actor? ¿Querés dirigir todo? ¿Querés actuar? O sea, ¿en qué rol te gustaría estar? Y cuando yo sabía que esto no era solamente dos meses, sino que el desafío tenía que ver con que cada ocho semanas cambie, porque se hace en todas partes del mundo, ¿qué tiene que ver con algo este cambio permanente? ¿Qué tiene que ver también con poder elegir que una narradora sea un hombre o una mujer? Y con todo eso, eso fue como el ticket del barco que yo compré, que pensé que era un combo, no era solo una experiencia. Y después también, algo que me pareció interesante fue que no es una obra tan convencional y es muy compleja, no solamente porque es muy personal, sino porque hay algo de experiencia de la obra, cuando uno dice experiencias para el público, que es una palabra medio de moda, o teatro participativo, que es una cosa que yo detesto personalmente: no me gusta esta cosa, no me interesa. Entonces sí poder entender como directora que, cuando uno dice que el público termina de completar la obra, en este caso es más que nunca. No porque el público actúe, pero sí hay algo del espectador, de los espectadores, por el espacio donde se hace, por el tipo de obra que es, por cómo se cuenta, que es donde el público termina de completar. Entonces todo ese combo fue muy arriesgado para mí, para todos. Muy arriesgado porque también venía de una experiencia de Peter Lanzani, que era como medio el caramelo, como la frutilla del postre; que haga siete, ocho semanas, un actor que tampoco hace tanto teatro, y que estaba precioso. Pero también hacer el trabajo de desenamorarme de lo que había visto y poner mi impronta, y es una respuesta distinta. Y también eso, la posibilidad de trabajar cada vez con el narrador, la narradora que estoy eligiendo, que ya hay tres.

—¿Y fue difícil esa decisión?

—Fue difícil, hasta que empecé a trabajar con los tres al mismo tiempo. Que no se pueden decir todos los nombres, pero fue difícil. Pero sí, a medida que iba pasando los ensayos fui trabajando con los instrumentos que tengo enfrente. La verdad es que, como directora, lo más genuino que puedo hacer, que es lo que hago como actriz, que es lo que hago en la columna, que es lo que hago en mi vida, es tratar de ser lo más sensible y abierta y empática y generosa con la persona que está enfrente de mí, lo que me está dando. Las tres personas con las que estoy ensayando son tres personas muy distintas. Lali sí fue una decisión muy personal, primero porque me parece una actriz extraordinaria, creo que tiene un nivel de verdad impresionante, a mí me encanta —yo como directora aparte me enamoro de la persona que dirijo—, o sea, yo la veo y me conmueve, me gusta lo que hace, me divierte. Que sea mujer también es distinto, eso sí tenía que ver bastante con comunicación: poner una mujer te iba a dar el claro ejemplo de que no era un reemplazo. Si ponía a un actor era como que reemplazaba a Peter, y claramente no es un reemplazo, porque es una obra que además está concebida para hacer ocho semanas cada uno, que se reemplace, que vos veas esta misma historia contada desde un hombre, desde una mujer, desde un trans, desde una piba, desde un tipo más grande. O sea, eso es una narración, es un chaleco de amor; con una madre, todos tenemos historias con nuestras madres, entonces, elegir ahí tenía que ver con eso. Que sea extranjera también parecía un dato de color hermoso y su acento me parece una música. Es todo medio parte de lo mismo para mí, pero trato de nutrirme de eso, para mí los cuatro años de Desnudos también me dieron la posibilidad de entender que los cambios son una posibilidad, ¿viste? Como dice Simone Weil, “una dificultad es un sol”: cuando hay una dificultad en la sala, yo uso esta sala para que sea una dificultad, cuando hay una dificultad en el sentido de que hay poco tiempo con la actriz, porque Lali es la que menos tiempo va a tener para estrenar, uso esa dificultad también, tenemos que hacer el triple, y otro que tiene más tiempo, también tenía otra directora que lo ve menos veces. Hay algo de usar todo lo que fue este año que me nutrió un montón para dirigir esta obra, terminando las películas al mismo tiempo.

La actualidad en el arte

—La obra habla, entre otras cosas, de la salud mental…

—La salud mental es uno de los temas, pero para mí el gran tema es el amor, para mí el gran tema es el vínculo madre-hija o madre-hijo, o padre-hijo también. Porque hay un padre que es muy presente también y muy particular, pero hay algo que tiene que ver con la ayuda, algo que tiene que ver con la empatía, con la generosidad, con el acompañar al otro, en un momento como en el que estamos ahora, tan egocéntricos, tan de “sálvese quien pueda”, y que si tenés un ataque de pánico mejor que nadie se entere, que si te deprimiste mejor que nadie sepa, y que te angusties... no, no hay tiempo para estar angustiado. Hacemos ochocientas cosas, después llegamos a nuestra casa y nos educaron para no permitirnos estar mal. Pero hay que ser más empáticos y que no sea un tema tabú.

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