Sigue la novela entre Amber Heard y Johnny Depp
El juicio de la expareja sigue en pie y ahora Kate Moss fue llamada a testificar.
La película muestra la vida en una cárcel de máxima seguridad.
01/06/2022 - 00:00hs
En la Sala Lugones, Malba y Cine Gaumont (desde el 9 de junio), se puede ver Rancho, ópera prima de Pedro Speroni. Muestra la vida en una cárcel de máxima seguridad partiendo del deseo de Iván de salir en libertad. Con Speroni dialogó diario Hoy para saber detalles de la propuesta.
—¿Cómo surgió la idea de la película?
—Cuando era estudiante de cine fui a Devoto a alquilar unos equipos y me encontré con la fila de mujeres que visitaban a sus maridos en la cárcel de Devoto. Me llamó muchísimo la atención. Había más de 300 y todavía faltaba una hora para que pudieran ingresar. Hacía frío y muchas estaban con sus hijos a cuestas. Empecé a ir a la puerta de Devoto todos los días durante tres meses. Al principio fue difícil, no me daban mucha bola. Era un poco frustrante pero yo seguí yendo. Con las semanas empezamos a generar un muy lindo vínculo, de mucha confianza, y comprendí que hacían esa fila todos los días. De esa confianza generada con ellas fue posible hacer un corto sobre su vida, que se llama Peregrinación, que termina justo en el momento que ingresan a la cárcel. Las chicas me hablaban de sus maridos, de las vidas de sus maridos allí adentro. Y eso me generaba mucha curiosidad, ganas de entrar. Más aún, después de haber conocido a las chicas y haber visto en ellas gestos de mucha confianza hacía mí. Así fue cómo surgió la idea y las ganas de entrar allí.
—¿Cómo fuiste eligiendo a los “personajes”?
—Mi manera de elegir los personajes fue más bien intuitiva. Creo que me fui sintiendo identificado con ellos y por la confianza que me daban en poder conocer su vida. Primero con el viejo Artaza, el líder del pabellón, y su historia de estar preso 30 años y haber encontrado de alguna manera su lugar allí. Luego, empecé a conocer unos muchachos jóvenes, de mi edad, y eso también me genero mucha empatía. Eran muy cercanos a mi edad y en muchas cosas éramos muy parecidos. Después Pablito, el muchacho que mata a su padrastro, después el boxeador, porque más allá de ser un tipo muy rudo era también una persona que me cuidaba mucho dentro del pabellón y ese gesto para mí era muy conmovedor.