Adiós al actor David McCallum
McCallum había nacido en Escocia y entre otros papeles importantes fue un rompecorazones adolescente en la exitosa serie El agente de Cipol en la década de 1960.
Sin dudas una de las grandes figuras de la cultura latinoamericana, el actor y político llegó al país para presentar la comedia No me rompan, junto a un elenco plurinacional.
26/09/2023 - 00:00hs
Ya está disponible en los cines la comedia de Azul Lombardía No me rompan, protagonizada por Carla Peterson y Julieta Díaz, en donde Salvador del Solar tiene un rol clave como el siniestro Sánchez Leven, un “gurú antiage” que cambiará sus vidas para siempre. Diario Hoy dialogó con Del Solar en su paso por el país para la presentación de la película.
—¿Cómo es para vos esto de jugar estos roles y transformarte completamente?
—Nunca me he considerado un actor de esos que yo cito tanto que son los grandes camaleones, siempre he procurado hacer mi trabajo bajo una óptica en la que considero que no soy esa clase de actores que tanto admiro, que tanto me gustaría ser, y digo ok, ya que no lo soy, tratar de hacer aquello mínimo que le pido yo como espectador a los actores que veo en el escenario o en pantalla. De cuatro películas que acabo de hacer, tres han implicado un grado de transformación que el personaje pedía y que me llevó naturalmente a adaptarme.
—¿No es algo que vos buscás?
—Ha sucedido así, en el caso de Soltera codiciada 2, Joanna Lombardi, la directora, me dijo que mirara el personaje que era mayor que yo. Ahí le pedí el guion, y me he conmovido porque es una comedia, pero me he divertido. “Me encanta”, le digo, “si tú me crees y me estás ofreciendo el papel, ya lo tomé”. Y así fue.
Y también las cosas creo que también son parte más de mi vida, no digo reciente e inmediata, en general, que es el tema de la paternidad, mis hijas ya están grandes, pueden ser como de la edad del personaje de la película. Hay un tema de mi hija la mayor, tiene ya 24, la menor va a cumplir 21 y hay algo de despedida en la película pero que no necesariamente tiene que ser en estricto una despedida porque vas a morir sino una despedida porque tienen sus propias alas también. Yo no vivo con ninguna de mis dos hijas, han volado un poco y sin embargo este caso de No me rompan sí, me ha llevado a un nivel más allá, porque este personaje es algo fundamental también la complicidad y la orientación de Azul Lombardía. Que tiene una mirada muy peculiar, muy propia y que es fácil enamorarse. Se propone algo que me encanta y de pronto me encontré con mucha libertad para jugar.
—Eso se ve en la pantalla y me imagino de haber sido hasta divertido para vos...
—Muy divertido, y en general los papeles que me han tocado hacer a lo largo de mi vida como actor han sido, en general, más serios, más perfectos, y ahora están llegando este tipo de roles...
—¿Y por qué creés que recién ahora te convocan para esto? ¿Te tomaban como más serio? ¿No se animaban?
—Es posible, he hecho varios personajes de corte castrense, como en el caso de Pantaleón y las visitadoras, este tipo obviamente marcial y militar, pero es una integridad. En Colombia he hecho más de un militar o policía, del lado más oscuro y corrupto de las fuerzas, y acá tampoco tiene integridad el señor, el personaje ha traspasado las fronteras de la dualidad de integridad o no integridad, pero sí, ha sido fascinante, porque me ha invitado a jugar completamente fuera de la cancha donde siempre jugaba. En un registro mucho más, no solamente muy específicamente orientado por Azul, sino al mismo tiempo jugar, sobre todo con Carla, con el personaje de Ángela que interpreta Carla, que es con la que más participo. Y me ha divertido mucho y como que no ha sido parte de un plan, no es una búsqueda personal ni de papeles como actor, ha sucedido.
—¿Cómo fue el encuentro con los actores de la película?
—Fue muy agradable. Inmediatamente tuvimos una primera reunión con Maitina de Marco, fui a una primera lectura con ella en la casa de Azul, y fue inmediatamente divertido y luego ya un día fui al set cuando yo tenía pruebas de maquillaje, y más temprano, una pequeña conversación, abierta, inmediatamente divertida, realmente sentí que no hubo una especie de proceso de romper hielo.
—¿Y eso es frecuente?
—No siempre. Tampoco me parece algo extrañísimo, quizá la cualidad más característica es que sobre todo estar presente para el otro y escuchar. Escuchar quiere decir atender, estar atento a estar. Siendo esa una característica que yo creo que muchos descubrimos en el camino hasta un punto, hay una predisposición en general. Muchas veces colegas que trabajamos en el mismo país o en el mismo mercado, no sé, pero yo he tenido la suerte de que me haya tocado y he trabajado en Bolivia, mucho en Colombia, en Perú, primera vez aquí y sentí que era como de lo más natural. No es que me preguntaron: “¿Y cómo lo hacen en tu país o no?”.
Y eso fue muy bueno, porque si ya para mí era la comedia un género que no es el más frecuente en mi trabajo, un personaje que yo todavía no sabía por dónde ha asomado sus confines, así que también hubo mucho de confiar. En algún momento Azul, por ejemplo, el primer día, me da una indicación que me pareció genial, pero me hacía temblar la rodilla, que el personaje es como si estuviera recibiendo indicaciones de una inteligencia artificial. Vemos que tiene como un delay. Le ocurre una cosa y él como que se toma un tiempo para procesar, y la instrucción que recibe además no es necesariamente muy orgánica.
Una película con una dolorosa realidad
—La película tomó mucha más actualidad ahora por el reciente fallecimiento de Silvina Luna. Encarnás a un monstruo, que dañó la vida de mucha gente. Igual esto es una comedia...
—Hay un elemento como de sentirse Dios. En ningún momento hemos hablado de este caso tan triste, tan lamentable, que además, tristemente, no es único en nuestros países. Pero, efectivamente, la ficción en general, la comedia en particular, es decir, los comediantes de estándar, los que abordan la política desde la sátira, la comedia tiene con mucha frecuencia una visión muy certera que puede parecer camuflada debajo de las risas, pero lo que hay muchas veces es un llamado a abrir los ojos, es una película muy divertida que se ha hecho con el ánimo de entretener y de, me parece a mí, el hecho de reírnos de nosotros mismos. Porque hay también mucha comedia que se apoya en reírse del otro, que puede generar risas muy fáciles y que al acabar de un rato te sientes como una resaca un poco mal.
Yo ahora estoy teniendo un programa de conversación online que se llama Aire libre, y hace poco conversé con la escritora uruguaya Fernanda Trías, que escribió la estupenda Mugre rosa antes de la pandemia, y hay algo que está ahí, que se va sintiendo y probablemente Jazmín Rodríguez Duca, que tiene esta idea original, vio algo que está en el ambiente de lo cual las personas que se emplean al ejercicio de crear se nutren y por ahí en el entretenimiento, las licencias hacen puedas caricaturizar si quieres y de pronto te vuelves mucho más realista que el supuesto. Y das como un nervio que nos está atravesando a partir de algo que simplemente es uno de nuestros rasgos más notorios, que es corrernos de la vejez pero que al mismo tiempo sabemos que responde a una lógica, hay una lógica y a partir de eso de lo cual podríamos escuchar conferencias seguramente profundísimas inteligentes, agudas, incomodantes y divertidas.
—Me acuerdo del personaje, las cosas que dice, y es muy similar a este cirujano que tanto daño ha hecho a tantos...
—La comedia es una puerta muy interesante para jugar, pero yo soy testigo de la agudeza y de la inteligencia actoral de Carla, de Julieta, de Eugenia Guerty. Es genial y es colectivo. Hay una cosa colectiva que implica obviamente al elenco, pero la directora ha sucedido de esta manera. Creo que fundamentalmente la película en realidad es colectiva también, pero ha sido dirigida por Azul, ya el trabajo que venía haciendo previamente entonces esta cosa debajo de las líneas de la escritura que creo que nos ha ido muy bien.
Su próximo proyecto, su nueva película como director
—Tenés varias películas para estrenar, pero además estás con tu nueva propuesta como director, ¿verdad?
—Estoy a la espera, con mucha expectativa, de terminar la definición de las fechas ya para dirigir. La idea que es el año que viene dirija Un lugar para Ramón, que es una película que he venido escribiendo con Héctor Gálvez, el director de Paraíso, y además nos hemos acercado. Y que es el contexto de la pandemia, el encierro que provocó el contexto de la pandemia para acompañar a un personaje protagónico que no solo distanciado, sino en realidad el guion lo dice en un momento se ve obligado a recibir las cenizas cuando él muere y tenerlas en su pequeño apartamento que no puede salir, un padre con el que realmente no hizo las paces.
—También quedan algunas películas por estrenar como actor...
—No tengo las fechas todavía, pero viene Astronauta, que es la primera película que escribió y dirigió Paul Vega, que es un actor peruano muy querido, además estamos compartiendo con Gustavo Bueno, que es uno de los actores emblemáticos de Pancho Lombardi, de Francisco Lombardi, Angie Cepeda y Daniel Hendler. Es una película íntima, de preguntas muy de crisis de media vida, como delicada, inteligente, me gustó muchísimo.
Y también participé en Autogol, una película en Colombia con Damián Alcázar, que además de ser un actor que admiro tanto, es un amigo entrañable, con el que trabajamos en Mariana. Estamos juntos en escena, que somos dos comentaristas deportivos en el año 94 siguiendo a Colombia cuando ocurre el autogol de Andrés Escobar.