Crean equipo de trabajo contra la fibrilación auricular
La FAC dio a conocer la conformación de un grupo de trabajo cuyo objetivo es mejorar el diagnóstico, el tratamiento y la calidad de vida de los afectados por la enfermedad
Fue un hombre formado en nuestra ciudad que dio un gran impulso a la educación pública, y que consideró a política como herramienta de transformación social.
28/07/2022 - 00:00hs
Una ciudad, sin que uno se sepa cómo, de pronto exhibe sus marcas. Más aún, una ciudad como La Plata, tan provista de figuras arquitectónicas a partir de las cuales se tejieron redes culturales, políticas y simbólicas que fueron incesante materia prima para los prosistas locales. Pero, sobre todo, al asomarse al balcón de la memoria, fácilmente se reconoce el legado de algunas familias. Una de ellas sin duda es la que se cobija bajo el apellido Pérez Aznar.
Hijo de dos inmigrantes españoles, Don Serafín Pérez y Sabina Aznar, el abogado, maestro y destacado dirigente del radicalismo, Ataulfo Serafín Pérez Aznar nació el 9 de noviembre de 1910, en Lezama, provincia de Buenos Aires. A los cuatros años ya leía, incentivado por su madre docente. Ya había aprendido a verse con sus ojos cuando se mudaron a Bahía Blanca. Sin embargo, en 1924, la familia decidió radicarse en La Plata y Ataúlfo terminó sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Rafael Hernández, donde años después terminaría ejerciendo el cargo de Rector.
Desde su fundación, el Colegio Nacional fue emblema de la educación pública, gratuita y de excelencia. Por sus aulas pasaron figuras de la talla de Pedro Henriquez Ureña, Julia Magdalena Lanteri, Ernesto Sábato y Ezequiel Martínez Estrada, entre otros. No obstante, hasta la llegada del radicalismo al gobierno, sólo los hijos de familias encumbradas podían acceder a las universidades, erigidas como instrumento esencial de control ideológico y garantía de la continuidad del sistema. En ese contexto, Ataúlfo abrazó el reformismo y comenzó a militar en el partido radical detrás de la figura de Hipólito Yrigoyen.
En 1928, Ataúlfo Pérez Aznar ingresó en la carrera de Medicina de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP), la cual abandonó al poco tiempo. Su vocación estaba en las leyes, tenía la convicción que ser jurista, en un país semicolonial, era una manera profunda de comprender al país real. Asimismo, en su época de estudiante universitario, continuó con su actividad política de diversas formas: fue representante estudiantil en el Consejo superior de la UNLP y vicepresidente de la Federación Universitaria Argentina ,así como también participó de los Centros de Acción Política, ámbito del cual surgió FORJA, donde entabló amistad con personalidades como René Orsi, Moisés lebensohn y Julio Oyhnarte, entre otros.
Ataúlfo asumió como diputado por la Unión Cívica Radical en 1946. Desde su escaño promovió la publicación de las obras completas de Leandro N. Alem y José Hernández, y también compendió las contribuciones legislativas de esas figuras a las que admiraba. Por esos años, además, participó del congreso en el que se produjo la fractura del radicalismo y dio origen a la Unión Cívica Radical Intransigente, liderada por Arturo Frondizi.
Acompañó a la intransigencia en todas las etapas, integrando el gabinete de Oscar Alende como Ministro de Educación, cuando el apodado “Bisonte” fue gobernador de la provincia de Buenos Aires entre 1958 y 1962. Por su gestión se abrieron la Escuela de Artes Visuales y el Conservatorio de Música, y durante ese período impulsó el traslado de la capital de la provincia a Mar del Plata, localidad en la que erigió la Universidad de la Provincia de Buenos Aires con el siguiente propósito: “que la nueva Universidad fuera un centro de estudios e irradiación espiritual puesta al servicio de los ideales nacionales y de dignificación humana”.
A mediados de la década del 50, contrajo matrimonio con Zulema Senin, abogada y profesora de literatura; con quien tuvo tres hijos. Uno de ellos heredó su nombre y desde los 8 años, cuando se padre le puso una máquina de fotos en sus manos y le encomendó registrar la vida familiar, se convirtió en uno de los pilares más sólidos de la fotografía argentina. Aún hoy se conserva una vivienda señorial- el viejo casco de la estancia “Las Dos Rosas”, construido en 1886- que para Pérez Aznar y también para la ciudad de La Plata significó dejar un legado.