De Escocia al mundo: Glenfiddich

Fundada durante 1886 en el valle del río Robbie Dhu, es una de las pocas destilerías de whisky puro de malta que pertenecen a una sola familia

Celebrado en todo el mundo por un culto fiel de bebedores, Glenfiddich es acaso el gran whisky escocés. Una de las pocas y más premiadas destilerías de single malt que, siguiendo una larga saga, continúa perteneciendo a una sola familia. Su misterio y su sabor está concentrado en un sitio: creado con el agua de manantial que pasa frente a su puerta, Glenfiddich es el único whisky escocés de Speyside o Highland que es destilado, madurado y embotellado en una sola destilería.

Enclavada en el corazón secreto de Escocia, su destilería de más de 130 años no solo sigue siendo un lugar de paso obligado para los viajeros en busca de emociones intensas, sino que ha inspirado un puñado de grandes canciones y una residencia permanente de artistas de todo el mundo. En el centro, el preciado single malt ambarino. Los alambiques de cobre, las barricas de roble... La icónica botella triangular.

La historia comienza en el verano de 1886, cuando William Grant comenzó a construir una destilería en el valle del río Robbie Dhu, una zona enigmática ubicada al noreste de Escocia, en las inmediaciones del pequeño pueblo de Dufftown (según la saga Harry ­Potter, no demasiado lejos del colegio ­Hogwarts de Magia y Hechicería). Grant estaba decidido a lograr el mejor whisky de todo el valle, de manera que se puso a trabajar piedra por piedra con una pasión cegadora y la ayuda de sus nueve hijos, siete hombres y dos mujeres. Durante la histórica Navidad de 1887, finalmente, se vertió la primera gota de whisky de los alambiques. Ya no era un sueño.

Bautizado como Glenfiddich (“valle de los ciervos” en gaélico), el whisky comenzó a hacer su camino en la comunidad escocesa. A pesar de su ubicación casi protegida, los vaivenes políticos e históricos no fueron ajenos a la destilería. Cuando la ley seca hacía tambalear los cimientos de la industria, el nieto del fundador dio un paso al frente y se unió a la empresa para ponerla en carrera. La visión de Grant Gordon fue iluminadora. A medida que avanzaban los años locos y las leyes daban un giro, Glenfiddich se convertía en una de las seis destilerías más importantes de Escocia.

Poco a poco, Grant & Sons fue ajustando los pequeños detalles de su producto. En los cincuenta, por ejemplo, incorporaron a sus propios artesanos para trabajar con los alambiques de cobre y construyeron una tonelería (copperage) exclusiva para su producción. Para 1961, el diseñador Hans Schleger reunió los tres elementos centrales del whisky (agua, aire y cebada malteada) en una botella triangular absolutamente original para los estándares de la época. Glenfiddich estaba listo para salir a competir fuera de Escocia.