Se trata de una gigantesca estructura de 1.000 años luz de largo
que hasta ahora no había sido observada por los astrónomos.
Nuestro planeta, junto al resto del Sistema Solar y algunas estrellas cercanas, parece estar “atrapado” en el interior de un gigantesco “túnel magnético”. Y los científicos no saben muy bien por qué. El túnel, descubierto por un equipo de astrónomos de la Universidad de Toronto bajo la dirección de Jennifer West del Instituto Dunlap de Astronomía y Astrofísica de esa Universidad, no puede distinguirse a simple vista, pero resulta visible en el rango de las ondas de radio. Tiene una longitud de mil años luz y, según proponen los investigadores en un nuevo estudio publicado en The Astrophysical Journal, es la mejor explicación para dos brillantes estructuras emisoras de ondas de radio, la North Polar Spur (Espolón Polar Norte) y la Fan Region (Región de los Abanicos), que hasta ahora se consideraban separadas.
West y sus colegas, en efecto, creen que las dos estructuras podrían formar parte de un todo mayor, aunque están ubicadas en distintos lugares del espacio. “Si tuviéramos ojos capaces de ver la luz de radio y levantáramos la vista al cielo -explica la astrónoma-, veríamos esta gran estructura en forma de túnel en casi todas las direcciones en que miráramos”.
Los astrónomos conocen la North Polar Spur y la Fan Region desde hace décadas, pero la mayoría de los estudios sobre ellas las han considerado hasta ahora de forma individual. Webb y sus colegas, sin embargo, creen que forman parte de una misma unidad mucho mayor. Hechas de partículas cargadas y un campo magnético, ambas estructuras tienen la forma de cuerdas alargadas, se encuentran, respectivamente, a unos 350 años luz de nosotros y tienen una longitud de 1.000 años luz, lo que más o menos equivale a dos billones de veces la distancia que hay entre Madrid y Moscú.
West se fijó por primera vez en estos dos largos filamentos magnéticos hace 15 años, y más recientemente elaboró un modelo por computadora para calcular cómo se verían desde la Tierra. Después, fue variando la forma y la ubicación de las dos partes conocidas hasta que coincidieron con lo que realmente ven los telescopios. Gracias a eso pudo reconstruir finalmente la estructura completa, y mostrar también cómo se vería desde nuestro planeta.
El hallazgo situaría a nuestro sistema solar, junto a un pequeño fragmento de la galaxia, en el interior de este túnel magnético gigante. Esta clase de filamentos, sin embargo, no son exclusivos de nuestra región de espacio sino que se han detectado en varias otras regiones de la galaxia. Y se ha comprobado que no solo pueden irradiar ondas de radio, sino también otros tipos diferentes de luz. Por ejemplo, se han detectado ya estructuras filamentosas que emiten luz óptica cerca de los restos de enormes explosiones estelares, en nubes moleculares y también en las paredes de las llamadas “chimeneas galácticas”, enormes cavidades creadas por explosiones sucesivas de supernovas y a través de las cuales fluye gas caliente desde el disco hasta el halo galáctico. De hecho, algunos estudios han llegado incluso a sugerir que los filamentos en espiral de gas molecular podrían ser los “huesos” que forman el “esqueleto” de la Vía Láctea.