El lenguaje escrito en la era contemporánea
En nuestra época la letra escrita tiene características propias que es importante detectar para comprender una de las claves de estos tiempos.
culturaCharlotte Rampling es una actriz que tiene el misterio y el atractivo de las esfinges, entre sus secretos está el de una hermana que se suicidó en Argentina.
11/10/2025 - 00:00hs
En su época dorada se la veía delgada, de ojos grises y ensimismada en su belleza. En 1974 protagonizó un dueto actoral de excelencia con Dirk Bogarde, fue en “Portero de noche”, una película de Liliana Cavani, censurada en Italia y clasificada X en los Estados Unidos. El eje temático era el deseo perverso que ligaba a un ex jerarca de un campo de concentración nazi y una de sobrevivientes del nazismo que había sido prisionera. Para Charlotte Rampling esa película fue una bisagra en su vida artística, ya que implicó dejar atrás una carrera rutilante de modelo que la había llevado a posar desnuda para la tapa de la revista PlayBoy.
A partir de allí, lo suyo fue involucrarse con personajes fascinantes por su complejidad, como esa mujer madura de “ Vers le sud”, que hace turismo sexual en las playas de Haití; o la madre de honesta y brutal de una hija que se suicida en “Melancholia”de Lars Von Trier, la rica heredera del personaje de “Corazón satánico” o la gran composición del personaje que Luchino Visconti le propuso para “La caída de los dioses”.
Charlotte Rampling nació en febrero de 1946, hija de una pintora, y un militar y medallista olímpico. Tuvo una infancia itinerante: “ Siempre se sabía que nunca estaríamos en el mismo lugar mucho tiempo. Así que me aferré a mi hermana. Todo el libro es sobre mi infancia por esa sensación de soledad de la que nunca pude desprenderme”.
En 1976 formó pareja con Jean Michel Jarre –pionero de la música electrónica-, en un romance que se prolongó hasta 1998. Cuando se conocieron, ambos estaban casados. Parecía que la relación tenía las noches contadas, pero desembocó en una pareja estable que atrajo mucha atención mediática. Si bien a ella le gusta cantar –debutó como cantante a los 14 años-, nunca grabó nada con este marido músico. Su único disco, editado en 2002 –“Like a woman”-, lo grabó por su cuenta. La música siempre estuvo ligada a su vida. Recuerda con alegría haber participado en la película “A hard days night”, de Los Beatles.
Sobre la elección de sus papeles, dijo: "Generalmente no hago películas para entretener a la gente. Elijo los papeles que me desafían a romper mis propias barreras. La necesidad de devorar, castigar, humillar o rendir parece ser una parte primordial de la naturaleza humana, y ciertamente es una gran parte del sexo. Para descubrir lo que significa la normalidad, hay que surfear una marea de rarezas".
La tragedia la rozó con su ala y le dejó una herida de la que nunca pudo reponerse. En 1967, su hermana mayor, Sarah, se suicidó en Argentina, a los 21 años. Se había casado con un argentino, y decidió quitarse la vida un mes después de haber dado a luz. Dijo Charlotte: “Era extraño: mi hermana se mató en 1967, cuando en Londres se vivía el corazón de los 60. Todo era fiesta, el mundo era nuevo y era nuestro. Y con su muerte eso para mi se terminó”. Todo fue muy raro: sus padres nunca hablaban del asunto –cuando hicieron pública la muerte, dijeron, en un primer momento, que se debía a una hemorragia cerebral-, por su parte, ella jamás visitó la tumba de su hermana. Ella reconoce que es pésima socialmente: “La gente cree que soy fría y distante, son incontables las veces que me han llamado reina del hielo. Es comprensible. Pero sucede que me crié en el silencio. Mi padre, por ejemplo, cuando murió mi madre, tiró todos sus cuadernos, sus diarios, su memoria. Yo se los compré a un anticuario que coleccionaba memorabilia olímpica: en eso que tiró, mi padre, también tiró sus cosas, él había ganado la medalla de oro en Berlín en 1936 en los 400 metros. Así que compré de vuelta la juventud de mi madre. No sé por qué mi padre tiró todo. Nunca se lo pregunté. Así que no es frialdad, creo: es que escucho cuando los otros hablan. No es timidez tampoco. Es este silencio”.
En la actualidad vive en París, es una esfinge de 79 años, que no se maquilla y vive con serenidad la viudez de su último matrimonio. Sigue seduciendo con su voz gruesa, y se mantiene invulnerable a las indiscreciones, no permitiendo que nadie pueda conocer de ella más de lo que ella desea. Apenas, algo.