Se trata del único en el Hemisferio Sur y desde su inauguración, en 2015, asesora a la ONU sobre el comportamiento de la Tierra. Diario Hoy dialogó con su director, el doctor en Astronomía, Claudio Brunini.
No somos un observatorio aislado, formamos parte de una red global dedicada a trabajar coordinadamente con un objetivo común. Trabajamos con una red de observatorios en diferentes partes del mundo y por estar en el Hemisferio Sur tenemos un rol muy importante. El nuestro es el único en toda la región de América Latina y el Caribe”, le dijo a diario Hoy Claudio Brunini, investigador principal del Conicet y director científico del AGGO, el Observatorio Argentino-Alemán de Geodesia.
El edificio funciona desde hace cinco años y surgió de una iniciativa conjunta del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la Argentina, y de la Agencia Federal de Cartografía y Geodesia, de Alemania. Ambos siguieron una recomendación promulgada por las Naciones Unidas en 2015, que insta a aunar esfuerzos para mejorar el Marco de Referencia Geodésico Global.
Según afirmó el especialista, las Naciones Unidas han identificado cinco problemas que afectan a la sostenibilidad de la vida sobre la Tierra, cuyos abordajes requieren de una infinidad de actores de la convergencia de muchas disciplinas tecnológicas y científicas.
“El cambio en el nivel del mar: el nivel de los océanos ha aumentado con una velocidad muy lenta, probablemente a causa del calentamiento global, y este aumento es una señal del planeta Tierra de que algo está pasando. Probablemente la actividad industrial de gran escala tenga algo que ver con esto”, remarcó sobre la primera cuestión.
Otro de los problemas es saber de cuánta agua potable disponemos en el planeta. “El agua potable está distribuida de muchas maneras: en los ríos, en los lagos, en los glaciares, en las grandes selvas tropicales, en la humedad contenida en el suelo. El ciclo del agua es otro de los grandes problemas, conocer cómo es toda esa dinámica", planteó.
El tercero son los riesgos geológicos como los terremotos, las erupciones volcánicas. Un cuarto problema que son los eventos del clima; y un quinto está relacionado a la dinámica de los ecosistemas: el uso de la tierra, la desertificación, el reemplazo de especies naturales por artificiales.
“Los problemas son de escala global, no son problemas de un municipio. Se trata de estudiar al planeta en su conjunto. Y esos estudios no se pueden hacer de otra manera que no sea con satélites. Necesitamos satélites que observen la atmósfera, los océanos, la deformación de la tierra, los lugares donde se producen erupciones volcánicas; que observen cómo va cambiando la cobertura vegetal, cómo se va desertificando una región”, marcó el profesional.
Esos satélites de observación de la Tierra son imprescindibles para abordar todas las problemáticas, y para que funcionen deben ser controlados desde la Tierra. “Esa es la función que cumplimos. Monitorizar un complejo sistema de satélites de observación de la Tierra”, señaló. “Nadie puede largar un satélite al espacio y dejarlo abandonado a su suerte. Para el estudio de estos problemas que te menciono se requiere controlarlos con muchísima exactitud. Y para eso es necesario esta red de observatorios. Lo que hacemos es proporcionar la infraestructura más básica, el primer ladrillito de una gran infraestructura”, consideró.
Tareas
En el Observatorio trabajan aproximadamente 20 personas, la mayoría ingenieros, dos científicos alemanes y personal del Ministerio de Defensa.
“Tenemos un radiotelescopio con el que observamos coordinadamente con otros radiotelescopios en el mundo y contribuimos a determinar la posición de la Tierra en el espacio. Si vos querés controlar un satélite, lo primero que tenés que saber es dónde estás vos”, explicó Brunini.
Otra de las tareas que ejecutan es la medición de la humedad del suelo, de cuánta agua hay contenida en los alrededores del Observatorio. “Eso lo hacemos utilizando un instrumento que se llama gravímetro, que mide las variaciones de la gravedad”, concluyó.