El secreto de las hojas
Las hojas de los árboles cambian drásticamente de color en otoño.
culturaOcurrió en la provincia de Río Negro.
19/10/2023 - 00:00hs
La costa de la provincia argentina de Río Negro fue el escenario en donde investigadores hallaron las huellas de un ave gigante que habitó en esa zona hace unos ocho millones de años.
Desde el Conicet explicaron que el descubrimiento lo realizó un guarda ambiental, quien reconoció las huellas. Cuando los científicos llegaron, encontraron que las huellas estaban cubiertas por una gruesa capa de arena.
Luego, las destaparon y limpiaron para proceder a tomar fotografías del conjunto de huellas y observaron las rocas sedimentarias que conforman la costa y acantilados donde se encuentran.
Asimismo, tomaron una muestra de ceniza volcánica que se encontraba por encima de las huellas y, con un análisis geoquímico, fueron capaces de saber la edad de dicha caída de ceniza volcánica.
Ricardo Melchor, quien quedó a cargo del estudio, explicó que las huellas analizadas muestran un gran dedo central y otro lateral, los que serían el apoyo principal. “Tienen, a su vez, un dedo interno muy reducido y casi no se ve apoyo del talón. Estas características del pie indican marcadas adaptaciones para la carrera, es decir que corresponden a un ave corredora”, dijo.
“Esto se complementa con una gran garra en el dedo interno, la cual creemos que llevaba elevada y sólo tocaba la tierra la punta de la misma. Esta garra habría servido para inmovilizar a la presa, tal como lo hacen las chuñas actuales. Entre sus presas se encontrarían otras aves y mamíferos pequeños antecesores de los actuales carpinchos, de acuerdo a lo que se conoce actualmente de la fauna fósil”, añadió.
Según los estudios realizados, el ave, a cuya especie denominaron rionegrina pozosaladensis, apoyaba mayormente dos dedos y eso lo diferencia de las huellas de ñandúes actuales y fósiles, que apoyaban tres.
“Las únicas aves corredoras de gran tamaño son el grupo extinguido de las aves del terror o fororracos, cuyo registro es bastante extenso en Argentina. Aunque los huesos de las patas de los fororracos se preservan raramente, una comparación con los restos conocidos sugiere que estas huellas serían de un ave del terror aún no registrada”, añadió el experto.