La ciudad de La Plata dio nombres de enorme valía al arte argentino, teniendo varios de ellos un gran reconocimiento internacional.
El escritor Abelardo Castillo sostenía que para responder a la pregunta sobre cuál es la función que la sociedad actual le asigna al artista y cuál es la que él mismo se impone, había que determinar, antes que nada, a qué tipo de sociedad nos referimos. Nuestra ciudad ha demostrado ser suelo propicio para la aparición de numerosos artistas plásticos; basta mencionar, a manera de ejemplo, algunos casos.
Raúl Bongiorno, nacido en La Plata, egresó de la Escuela Superior de Bellas Artes, fue profesor de la Universidad Nacional de La Plata. Expuso individualmente en el Teatro Argentino de La Plata, en el diario La Prensa, en Harrods de Buenos Aires, en Galería Plassmann de Córdoba y en La Rioja, Chilecito, Olavarría, Resistencia y Corrientes. Asimismo, cultivó el género paisajista figurativo con características realistas del postimpresionismo imperante en la época, de gran colorido y con empaste medio.
Faustino Brughetti, oriundo de Dolores, se radicó en nuestra ciudad desde su niñez; su primera exposición data de 1901. Fue retratista e íntimo amigo del poeta Almafuerte. En 1896 viajó a Italia, para estudiar en la Real Academia de Bellas Artes y en la Escuela de Artes Decorativas de Roma. Tres años después se traslada a París para completar su formación profesional. De regreso en Argentina en 1901, realizó la primera exposición impresionista en el diario La Prensa. Brughetti incursionó en múltiples expresiones: fue introductor del impresionismo en la Argentina, precursor del expresionismo y cultor del simbolismo. A lo largo de su carrera hizo 36 muestras individuales en el país y en el exterior y participó de más de 100 muestras colectivas, y obtuvo importantes premios, como la Medalla de Plata en la Exposición de Bellas Artes de La Plata, la Primera Medalla en la Exposición Internacional Montecatini, la Primera Medalla y la Cruz al Mérito en Nápoles.
Fausto Mazzuchelli fue uno de los mayores pintores rurales platenses y asiduo caminante que, como tantos conciudadanos, se paseó por el Bosque en busca de temas para sus obras. En aquella oportunidad presentó El fogón, acuarela descriptiva de un ambiente típico de la vivienda rural. La zona del ejido y la rural de La Plata proporcionaron a este pintor los temas de sus mejores acuarelas. Ranchos, sauces llorones, patios soleados, aleros de sombras azuladas, trastos y tientos de la estancia criolla. Simultáneamente a su dedicación pictórica, continuó con su devoción por la música y era un infatigable escritor. Escribió Estética espiritual, que reúne una serie de notas que abarcan una amplia gama de temas artísticos abordados con precisión y sensibilidad.
Sin embargo, Emilio Pettoruti fue probablemente el más destacado artista plástico de nuestra ciudad. Nació en la esquina de 3 y 54. Fue el mayor de 12 hijos, de un matrimonio italiano. Su padre, José Pettoruti, era fabricante de cigarrillos e importador de vinos y aceites de Italia. Emilio era frecuentador de las tertulias de Almafuerte e hizo sus estudios en una escuela italiana de La Plata. En la década del 30 fue el director del Museo de Bellas Artes de la provincia de Buenos Aires. Mediante una beca del gobierno argentino, viajó a la ciudad italiana de Florencia para continuar sus estudios plásticos. Allí no solo observó las pinturas de los grandes maestros, sino que se interesó, cada vez más, sobre la vanguardia futurista y otras que comenzaban a pisar fuerte durante ese momento. Se relacionó con muchos de los artistas y pensadores de estas vanguardias, como aquellos que participaban de las revistas Cronache d’Attualità y Valori Plastici: Giacomo Balla, Enrico Prampolini, Giorgio De Chirico y Carlo Carrá, entre otros. Muchos de ellos se juntaban en los cafés Aragno e Il Greco, para debatir sus ideas.