Robert “Bob” Ingram y su mujer, Jeanie, empezaron a coleccionar modelos Porsche a finales de los años 90. Hoy, con una nutrida y selecta lista de 80 vehículos, su colección abarca las siete décadas de historia de la marca.
Coleccionar autos no es para cualquier familia. Generalmente, la posibilidad de contar con un museo de vehículos llega de la mano de una buena posición económica que va pasando de generación en generación hasta encontrar un fanático de la industria en el linaje. A pesar de todo, hay algunas excepciones, como la que contó Porsche en un artículo de la revista exclusiva para clientes.
Robert “Bob” Ingram y su mujer, Jeanie, empezaron a coleccionar modelos Porsche a finales de los años 90. Hoy, con una nutrida y selecta lista de 80 vehículos, su colección abarca las siete décadas de historia de la marca. El matrimonio, residente en Durham (Carolina del Norte, Estados Unidos), comparte su pasión por la marca de deportivos con sus hijos Rory y Cam. Un amor intergeneracional.
Una colección “viva”
Todos los automóviles, incluidos los de carreras, como el Porsche 906 de los años 60, tienen permiso de circulación. Bueno, en realidad, todos menos uno: la exclusiva reedición del Porsche 935, modelo del que apenas se fabricaron 77 ejemplares. A diferencia del resto de la colección, este vehículo solo puede circular en encuentros de clubes o en tandas privadas en circuito.
La familia pretende mantener viva la colección, y esto hace referencia a dos cosas. En primer lugar, quieren que los autos circulen, tanto en salidas familiares de fin de semana como en reuniones de todo tipo. “Nos gusta que nuestros vehículos sigan funcionando”, explica Robert. En segundo lugar, el garaje debe servir como escenario para eventos solidarios en los que los Ingram comparten su pasión con los demás. “Nuestra idea siempre ha sido crear un punto de encuentro donde la gente se sienta cómoda. Un lugar bonito, rodeado de arte y recuerdos”, dice Jeanie.
Recorrer su garaje es como viajar en el tiempo, ya que se puede ver desde uno de los primeros cupés fabricados en Gmünd (Austria) hasta modelos más recientes, como el Porsche 911 Speedster de la generación 991 de 2019. “Estamos muy orgullosos de nuestra colección y, al mismo tiempo, sentimos que es un honor poder cuidar de estos coches”, confiesa Bob, de 78 años.