cultura

La obesidad como inspiración

La pintura de Fernando Botero se caracteriza porque en sus lienzos los cuerpos desbordados de carne expresan la belleza.

Interés General

18/09/2025 - 00:00hs

En noviembre de 1992, la casa rematadora Sotheby´s de Nueva York pudo cantar un récord: un cuadro de un artista, titulado Las gemelas arias, había sido vendido en 1.540.000 dólares. Y otro del mismo autor, Desayuno en la hierba, inspirado en la famosa obra del mismo nombre de Manet, había salido por 1.045.000 dólares. El artista en cuestión era Fernando Botero, nacido el 19 de abril de 1932, en Medellín, Colombia; cuya obra se reconoce a primera vista por una repetición obsesiva: en sus cuadros y en sus esculturas se despliega, infatigablemente, un mundo en el que todos los personajes son obesos.

En ese sentido, su obra es tan reconocible que su particular estilo fue bautizado con el nombre de "boterismo", homenajeando su trayectoria artística compuesta por más de 300 obras, incluyendo 177 pinturas y 23 esculturas destacadas, además de algunos trabajos de ilustración. La suya, sin embargo, no ha sido una carrera fácil, sobre todo porque hizo todo lo que hizo a contracorriente: “Siempre que uno llega con una cosa que es fresca o distinta, que es lo contrario de lo que está aceptado, hay una oposición muy grande”, explicó el propio Botero.

Su primera publicación artística llegó en 1948 cuando, con tan solo 16 años, incluyen sus ilustraciones de desnudos en el suplemento dominical de El Colombiano, importante periódico de su ciudad natal. Esa publicación y, posteriormente, la de un artículo titulado "Picasso y el no conformismo en el arte" le costaron la expulsión de su escuela de secundaria, el Liceo de Marinilla de Antioquia, pero le brindaron la oportunidad de trabajar para el mismo periódico bajo contrato.

Botero solía repetir una frase que, referida a su mundo particular, afirmaba: “No me interesan los seres, sino la manera en que sus volúmenes se inscriben en el espacio”. El hecho de pintar gordos, como dice vulgarmente el público, es sólo una simplificación del problema. Botero estaba interesado en la pintura de lo que llamaba los valores táctiles, que es un elemento que ha estado presente siempre a través de la historia del arte. Incluso, el crítico Bernard Berenson basó toda su teoría del arte en la capacidad de expresar los valores táctiles. Éstos últimos, en la obra de Botero, se tradujeron no sólo en las figuras, sino también en las naturalezas muertas, en el paisaje y en todo lo demás.

Su obra, sobre todo en los escritores, ha dado pie a interpretaciones con las cuales ni el propio Botero estaba de acuerdo. Mario Vargas Llosa, por ejemplo, decía que su obra le recordaba al Perú de su infancia. Por su parte, Alberto Moravia escribió que en la obra de Botero, en el fondo, hay un gran pesimismo. Lo cierto es que para el artista colombiano lo importante era que cada uno expresara la opinión como la sintiera sobre el trabajo de cualquier pintor: “Yo no estoy ni con una teoría ni con otra. Yo sé por qué hago mis cosas, pero hay gente que lo ve desde un punto de vista distinto”, decía.

Sus cuadros se caracterizan por transmitir una sensación de cercanía y calidez. Una forma de conseguirlo es a través del uso del color, una técnica que en el arte se utiliza a menudo para transmitir emociones y estados de ánimo concretos. Las gran mayoría de sus obras destacan por el uso predominante de tonos cálidos que van desde el amarillo a distintas tonalidades de marrón. Por otro lado, los seres vivos que creó comparten una mirada que mezcla la complicidad y la ingenuidad, que además representan escenas realistas y de mensaje muy directo.

Fernando Botero falleció el 15 de septiembre de 2023, dejando un extenso legado artístico al mundo, que puede disfrutar de sus obras en distintas partes del globo a través de destacados museos e incluso en las calles de importantes ciudades, donde se ubican algunas de sus esculturas.

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