La capital bonaerense fue la última ciudad argentina en la que funcionó este medio de transporte, rápido, seguro y no contaminante.
Los tranvías fueron un medio de transporte que funcionó en varias ciudades argentinas desde el 14 de julio de 1863 hasta mediados de la década de 1960; los hubo con los más variados sistemas de propulsión. No obstante, la red más importante fue la de Buenos Aires, con casi 900 kilómetros de vías. La última ciudad de la Argentina en la que circularon tranvías fue La Plata, capital bonaerense. El viaje final fue cumplido el 25 de diciembre de 1966.
La primera línea de tranvías que funcionó en nuestra ciudad con carácter de servicio público se inauguró el 15 de agosto de 1885. La empresa a cuyo cargo quedaba el transporte de pasajeros se bautizó como “Ciudad de La Plata” y su propietario era don Manuel Giménez. El precio del boleto se fijó en 0,08 centavos (entonces circulaban los cobres de 1 y 2 centavos), pero con simpático criterio, el día de la inauguración todos los pasajeros viajaron gratis. Durante esta primera jornada se registraron varios descarrilamientos.
La estación terminal se hallaba en 7 entre 64 y 65. Al lado funcionaba el negocio de Lebrero, donde se reunía el personal de la empresa. La línea seguía por 7 hasta plaza Italia. De allí por diagonal 74 llegaba hasta plaza Moreno, cruzaba hacia plaza San Martín y, siempre en línea recta, seguía por 51 hasta 1. Un ramal bordeando la calle 52 se internaba en el Bosque para llegar hasta el Dique. De 6 y 50 salían vías para empalmar con las de 7 allí emplazadas. Ya por entonces se proyectaba seguir las vías por 6 hasta 64 y de allí a la estación terminal.
La empresa de Giménez, pionera del tramway platense, giraba con un capital de 250.000 pesos y tenía establecida una estación en La Plata, una en Ensenada, otra en Tolosa y un gran depósito para materiales en la calle 47 esquina 6. La extensión de la línea que se estaba construyendo alcanzaba 18 kilómetros. Movilizaba por ese entonces ocho coches cerrados, diez coches jardineras y 25 zorras para cargar. El personal comprendía 81 peones y 53 agentes administrativos.
En diciembre de 1886 se tendió en nuestra ciudad una nueva línea de tramways y se hallaba ya en servicio la línea que pasaba frente a la Catedral, seguía su itinerario por el Departamento de Ingenieros, y bajaba por la calle 57 hasta la estación del ferrocarril, pasando de allí a la estación de tranvías. Ese año se liberó al público la línea de La Plata a Ensenada. Dos años más tarde, se firmó un decreto del Poder Ejecutivo, concediendo al empresario Ramón Bourel la construcción de un tramway de locomoción a sangre desde esta ciudad hasta Chascomús. Los rieles deberían ser de canaleta y la fianza “a satisfacción del gobierno”. Semejante obra nunca se llevó a cabo.
A la compañía de Giménez la sucedieron, entre otras, la de Botet, la de Vieyra, la de Lascano y “La Nacional” de Santiago Borotovich. Mientras tanto, la empresa de Giménez fue adquirida por una sociedad inglesa. Por su parte, “La Nacional” tenía una estación en 70 entre 5 y 6, donde estuvo la plaza Euskara. Los coches de esta compañía durante algunos años fueron tirados por mulas por el cual fue bautizado con el nombre de “La Linyera”. Según un comentario periodístico de la época, fue el tranvía clásico de calle 5 para las coladas de las pandillas de los barrios con rabietas de los mayorales.
En los tiempos del tranvía a caballo, los coches en lugar de números exhibían banderitas de distintos colores que los individualizaban. Entonces el guarda era “mayoral” y el motorman “cochero”. En los tranvías de la compañía “La Nacional” se usaba campana, y en los de “La Plata y Ensenada” corneta, que respetuosamente no se utilizaba los días de Semana Santa. El primer tranvía tirado por cable (un sistema popular antes de la llegada de la electricidad) se inauguró en San Francisco en 1873 y recién se adoptó en Nueva York en 1885. La Plata fue la primera ciudad de Sudamérica que conoció los tranvías eléctricos, a raíz de un ensayo que se llevó a cabo el 8 de noviembre de 1892, dejando definitivamente en el pasado los tranvías tirados por caballos.