Pasados los 80, es cierto lo de la sabiduría

Aurora y Esteban cumplieron 57 años de casados y están tan enamorados como aquella fiesta en el Círculo Trentino, cuando se conocieron entre tantos italianos. Sus padres son parte de inmigración por la Primera Guerra Mundial. De Trento, ella, de Treviso, él

En la misma casa del barrio La Loma que construyeron en 1964 tras dar el “sí” tres años antes, Aurora Catalina D’allapiccola (“Baby”) y Esteban Marcuzzo son los pilares que resisten con amor, a todos los tiempos, todos los picos inflacionarios, los achaques de salud (no se les nota en el rostro) y además han logrado una esencia que no es poca cosa: “la atmósfera” al ingresar no deja retirarse tan pronto.

Cinco hijos, que llegaron de corrido. “Primero nació María Laura, a los 13 meses María Eugenia, 18 meses después vino Gabriel, y a los 20 meses de Gabi tuve a Pablo (“que ya se nos fue”) y por último Maina. Mi estado normal era estar embarazada, me lo decían a cada fiesta”, bromeó Aurora (18/10/1936), que recordó al 18 de agosto como un “glorioso día en que conocí a mi marido”. Es más, cada año lo festejan, además del aniversario de casados.

Esteban (26/12/1933) se ríe y mete bocado apenas encuentra un momento ya que la patrona sabe sonreír, oír y amar, pero “cuando habla, es difícil poderla cortare”.

“Ja, le dijo al papá que no quería un italiano y se va a bailar a un club de italianos. Contale esa…”, tiró el hombre. “Sí, dos días antes había dicho ‘no quiero casarme con un italiano de los que vinieron de la guerra. Hija, no escupás para arribaaa, me decía mi padre que fue maravilloso. Era jueves y el sábado fui a acompañar a mi amiga y a su novio al Círculo Trentino donde nos conocimos”, contesta Baby, creyente de las que va a misa, vendedora de productos de belleza, solidaria al extremo. A pocas cuadras del Parque Castelli, vivieron la época de pocas casas y calles de tierra. “¿Sabes cuantos años tardaron para darnos el teléfono fijo? Ahora lo pedís y al otro día lo tenés”, acota Esteban, quien tiene un rostro angelical en todo momento.

Secretos de longevos

“El que pasó la miseria y la crisis, y el hambre, no se olvida más. Hasta los que tenían plata, no conseguían lo que querían. Las ganas de trabajar y de sobrevivir”, saca del alma don Esteban su legado para quien quiera oír o leer.

“Darle gracias a Dios desde que nos levantabamos hasta que nos acostamos. Necesitamos estar bien incluso a nuestra edad para poder ayudar”, remató ella, la que se consideró una romántica y que apeló al calificativo de “memoria fotográfica” para relatar historias. “Mi papá estuvo 31 años sin ver a su mamá, no sabía si estaban vivos o muertos. Una carta tardaba un mes y medio. Era el destino. Los de la Primera Guerra venían solo los muchachos, y después querían traer a la familia, pero la mayoría nunca pudo”.