Oficializan la designación de Victoria Onetto como subsecretaria de Políticas Culturales bonaerense
Axel Kicillof oficializó mediante un decreto la asunción de Victoria Onetto como subsecretaria de Políticas Culturales.
El gran surubí es el título de su libro, recientemente reeditado, ambientado en una Argentina de pesadilla. Como el Martín Fierro, se trata de una novela de nuestras tierras escrita en sonetos.
06/05/2021 - 00:00hs
"Cada capítulo, diez sonetos, cada soneto, catorce versos de rima consonante. Cada verso, once puñaladas en el estómago.
Alucinante”, así describe Hernán Casciari El gran surubí, de Pedro Mairal, también autor de Una noche con Sabrina Love, El año del desierto y La uruguaya, entre otros libros que lo consagraron con una voz propia dentro de la literatura argentina. Diario Hoy dialogó con el autor a propósito de la reedición de su novela gráfica en sonetos y del potencial literario de la pandemia actual.
—¿Cómo estás sobrellevando estos tiempos distópicos?
—Tengo el privilegio de haber estado preparándome toda la vida, porque soy una persona bastante encapsulada en sus libros y en su escritura. Soy sedentario; entonces, estoy preparado para el encierro. Difícil lo tiene esa gente que tiene que ir a poner el cuerpo en la primera línea, en trabajos esenciales, y tomándose el transporte público. Por supuesto me afecta el encierro, me preocupa, es un cambio de paradigma enorme y espero que algunas cosas sean para bien, más allá de lo trágico de la circunstancia.
—Estamos viviendo una experiencia que seguramente con el tiempo se va a expresar literariamente.
—Yo creo que sí, que va a aparecer como aparece la peste en el Decamerón de Boccaccio. Las pestes quedan como hitos en la literatura, provocan cambios en los comportamientos. Ya el simple hecho de que estemos saludándonos medio de lejos, con el puño, es un cambio gigante. Pensá que darse la mano significaba como gesto “no voy a sacar la espada”, porque el gesto contrario era esconder la mano y llevar la mano a la espada. Es un gesto muy antiguo, para que cambie fue necesario un miedo muy grande en la gente. Me parece que todos esos cambios van a ser tomados y reflejados por la literatura, el cine y las series.
—Metámonos de lleno en El gran surubí, un libro como los que se leen en la infancia, lleno de ilustraciones...
—Pero tiene el chasco de que no es nada infantil. Los dibujos los hizo Pedro Strukelj, un dibujante que me encanta. Es una novela escrita en verso, y eso hace que quede muy sintetizada la narración y se expanda en la cabeza del lector, quien completa lo que está sugerido por el texto. Lo mismo ocurre con el dibujo: es una sola línea, apenas esbozada, que el lector lo completa también cuando lo ve. No obstante, lo que hace la poesía en el libro es establecer una especie de sugerencia que se expande en la cabeza del lector. Eso crece, se irradia. Entonces, se puede decir en unos pocos versos lo que a un cuento o una novela le llevan muchas más páginas.
“En el soneto encontré reglas para jugar”
El gran surubí es una historia que originalmente Pedro Mairal iba a escribir por entregas para los seis números de la revista Orsai del año 2012.
—¿Cómo nació la idea del libro?
—No la podía escribir en prosa, porque la prosa te obliga a explicar. Entonces pensé: esto tiene un aire un poco al Martín Fierro, con esta leva del ejército que lleva a esos tipos y los obligan a trabajar. Y me dije: qué pasa si lo intento en versos de 8 (sílabas) como había escrito Hernández; lo intenté y no me salió, y lo que hice fue intentar hacerlo en versos de 11, que era lo que conocía –ya había escrito un montón de sonetos así–, entonces ya tenía la musiquita del soneto en la cabeza, y probé y fue un alivio, porque eso me destrabó. Aunque parezca al revés y la gente piense que el soneto te puede encorsetar, a mí me liberó.
—Es muy interesante lo del soneto que no aprisiona, sino que libera.
—Sí, porque quizá es un poco angustiante esa sensación de salitral vacío de la prosa. Necesito dibujar un planito en el suelo para empezar a ordenarme; así como los deportes tienen reglas, yo en el soneto encontré unas reglas para jugar.