La inflación de 2020 cerró en el 36,1 por ciento
Lo informó hoy el Instituto Nacional de Estadística y Censos.
INDECEl libretista de “Peter” Capusotto acaba de publicar un libro que es un análisis lúcido y desopilante de la realidad nacional.
15/01/2021 - 00:00hs
Cuando uno lee a Pedro Saborido, casi puede escuchar su voz, ese tono que desarma cualquier intento de solemnidad, esas frases que interpelan al lector desde lo impensado y que le permiten franquear el límite que el sentido común nos indica que no sería conveniente intentar desplazar. El guionista de Diego “Peter” Capusotto tiene una gran capacidad de observación –llena de reflexiones irónicas– para narrar los dramáticos avatares consustanciales a nuestra condición de argentinos.
Sus relatos echan raíz en la mística popular y extienden su horizonte. Como afirma Ludmila Bertone, los efectos que genera leer a Saborido son fácilmente identificables: la carcajada bestial, la sonrisa de dientes apretados, el pensamiento maldito e irrefrenable, o todo junto, en cualquier orden.
—Si la Argentina tiene todos los climas, el conurbano tiene todas las Argentinas. Este libro es un abordaje de todas esas Argentinas que caben en ese territorio que se nombra con ligereza como “conurbano”. ¿Qué lo llevó a Pedro Saborido a encararlo como objeto de estudio?
—Simplemente me di cuenta de que surgía el tema en mis conversaciones con Miguel Rep, Daniel Santoro, o en alguna presentación de libros. Me daba cuenta de que había cosas para decir. Sentía que se podía armar una narración; entonces elegí temas como el peronismo, el rock o el fútbol, y a partir de ahí decidí empezar a armar sketches, como si fueran los que puedo hacer con Capusotto en el programa.
—El conurbano, como el universo, parece estar en permanente expansión. ¿Llegará el momento en que el país sea tragado entero por esa mancha voraz?
—Técnicamente debería ocurrir eso, aunque falte mucho tiempo. Empezar a construir para arriba o para abajo. Queda mucho para empezar a suponer que es así, pero la tendencia indica que sí: un día todo será un gran conurbano.
—¿Se puede hacer una descripción del homus conurbanus?
—No, el homus conurbanus es una gran discusión en el libro, precisamente. Es imposible encontrarlo. No hay alguien que represente la esencia del conurbano porque hay muchos conurbanos. En lo que más se parecen todos es en que son todos distintos. Solo los une la geografía.
—Es un libro delirante, pero –o quizás por eso mismo– es realista.
—La vida es delirante. Me niego a esa mirada de que Argentina es delirante. China es delirante, Inglaterra es delirante y el ser humano es delirante. Precisamente, todo lo que uno es capaz de imaginar, aun en el delirio, es porque puede ocurrir, y entonces en algún momento ocurre. Decimos que es delirante porque suponemos que hay una lógica inconmovible en la cual todo lo que sucede está fuera de la norma o a nadie se le podría ocurrir. Pero, en realidad, lo que sí estamos viendo es que lo delirante tendría que ser parte de la normalidad. Lo es, pero no solamente en Argentina. Es una mirada a veces narcisista suponer que nosotros somos los más delirantes del mundo.
—¿Que la “Virgen de la Aceptación de la Realidad que te Toca” tenga tantos creyentes es un signo de que la realidad no va a cambiar por mucho tiempo?
—Me parece que ser creyente de la Virgen, de la realidad que te toca (y la aceptación), no implica rendirse frente a ninguna circunstancia. Lo que implica es aceptarla para después poder modificarla. La negación es lo que consolida precisamente las realidades que no queremos. Negar esa realidad es encerrarla. Cuando uno la empieza a aceptar, recién ahí puede modificarla.
—¿Qué es lo que más te preocupa de la Argentina de hoy?
—Me preocupa todo lo que le puede preocupar a cualquier persona como ciudadano: la economía, la seguridad, la educación. Las cosas básicas. Me preocupa porque falta mucho para que alcancemos una eficiencia no para la productividad, sino para poder ser felices.