Defensa Civil La Costa emite alerta amarilla por tormentas fuertes
El organismo advirtió que se esperan tormentas fuertes con abundante agua y vientos intensos para la madrugada del sábado.
Toda su literatura está alimentada por el lenguaje cinematográfico. Es un escritor para quien el cine es una vieja magia que sigue funcionando como una fuente de inspiración permanente.
25/10/2025 - 00:00hs
La primera vez que estuvo en un cine, fue en la panza de su madre, quien fue a ver una película de Los Beatles A Hard Days Night, y la primera vez entró a un cine con sus propios pies fue para ver un doble programa: Drácula, príncipe de las tinieblas y La momia. Ese día le empezaron a encantar las películas de terror.
A los nueve años, vio por primera vez una película que vería muchas veces en su vida: Citizen Kane, de Orson Welles. El mundo nunca volvió a ser el mismo después de Rosebud. Volvía al Gaumont cada vez que reponían Lawrence de Arabia. Siendo adolescente se fascina con el cine de Francois Truffaut: “Basta contemplar una foto de Truffaut para volver a tener esperanzas en la raza humana. Y no estoy siendo irónico”.
Butch Cassidy & The Sundance Kid fue la primera película prohibida para catorce en la que se coló con éxito, y Apocalypse Now la primera prohibida para 18. En el primer franco de su servicio militar obligatorio fue a ver The Big Chill, una película con Glenn Close, Tom Berenguer y William Hurt. Ya para entonces, el cine era para él un santuario: “Meterse en un cine, zambullirse de cabeza, dejar que el celuloide te cubra y buscar en la pantalla claves secretas que justifiquen todos los errores que venís cometiendo últimamente, viejito”.
En todas partes del mundo por las que viaja, casi siempre va al cine, y ha llegado a una conclusión de carácter universal: “La gente habla más en los cines. Y lo peor de todo es que hablan de cualquier cosa”. Admirador confeso de Marlon Brando, Bette Davis, Frank Capra y Tim Burton, no le gustan los directores de cine que se creen más inteligentes que los espectadores. Cree que Woody Allen es el cineasta más cercano a la literatura: “Yo digo que escribe novelas y cuentos para cine. No me cuesta nada pensar en Maridos y esposas, Crímenes y pecados y Hannah y sus hermanas como una trilogía de novelas o a La rosa púrpura del Cairo como una serie de cuentos perfectos de la revista del New Yorker. Allen es un escritor con cámara. Todos los años espero que salga una novela suya”.
Su padre, estuvo muy vinculado al cine. El personaje protagónico que Julio Chávez interpreta en La película del rey está basado en Juan Fresán: “Ese filme cuenta la abortada filmación de otro que mi viejo iba a hacer sobre el rey de la Patagonia en la década del 70. Jorge Goldemberg era el guionista de ese proyecto y Carlos Sorin, el camarógrafo”. Rodrigo debutó como actor ahí. Tení unos diez años: “Me tiñeron el pelo de blanco y me subieron a un caballo. Todos los pibes de Viedma me gritaban "¡maricón, puto!". Varios años después apareció en la película de Adolfo Aristarain, Martín (Hache):”Fue algo un poco casual. Necesitaban a alguien que hiciera de marido del personaje de Claudia Gallegos, que es mi mujer en la vida real, y me llamaron. No iba a decir una palabra, pero a último momento Aristarain me dio un texto”. También apareció en La sonámbula, de Fernando Spiner, junto a otro escritor, Alan Pauls.
Alguna vez, junto a Juan Forn, escribieron un guión que nunca fue llevado al cine y que iban a protagonizar los integrantes de Soda Stereo. Fresán utiliza en su literatura muchos mecanismos narrativos derivados del cine. La mayoría de ellos, sin ser consciente. Sus narraciones están hechas de secuencias cortas y flashbacks, con un discurso muy ondulante. En Historia argentina, uno de los personajes se vuelve loco a los ocho años cuando ve Fantasía, de Walt Disney. En Vidas de santos hay un cuento que es la filmación de la vida de Jesucristo en una película que se llama La crucificción - así, con doble c-, como si fuera la ficción de la crucifixión. En Trabajos manuales hay una serie de trabajos sobre cine y, varias de sus novelas, tienen una estructura cinematográfica, al punto que podrían llevar de subtítulo: “Una película”.
Le preocupa la ausencia de guionistas en nuestro país: “creo que el problema principal es que los directores quieren aprovechar las pocas oportunidades que tienen para filmar y decir todo en una película. Entonces la escriben ellos y se desatan. Pretenden pasar por todo el Kamasutra en una noche”.