Louise Angélique Bertin era parcialmente paralítica, lo que no le impidió componer obras musicales, poemas, y trabajar en colaboración con Víctor Hugo.
Louise Angélique Bertin nació el 15 de febrero en el departamento de Essone, en L’Île de France. Su padre, Louis François Bertin, y su hermano fueron los editores de un influyente periódico francés, Le Journal des Débats. Durante su adolescencia, recibió lecciones de François-Joseph Fétis, quien dirigió una representación familiar privada de Guy Mannering, la primera ópera de Bertin en 1825, compuesta cuando apenas tenía 19 años. Esta ópera, nunca producida formalmente, tomó su argumento del libro del mismo nombre de Sir Walter Scott. Dos años más tarde, la segunda ópera de Bertin, Le Loup-garou, fue producida en la Opéra-Comique.
La compositora y poeta francesa nació con una parálisis parcial que limitó enormemente su movilidad durante toda su vida. Criada en un hogar acomodado, la joven pudo explorar distintas disciplinas artísticas: poesía, música y pintura. Su familia permanentemente le animó a desarrollar su carrera musical. A sus 21 años, Bertin comenzó a trabajar en la ópera semiseria Fausto con su propio libreto en italiano, basado en el Fausto de Goethe, un tema sugerido por su padre. Una representación de la ópera estaba programada para 1830, pero debido a muchas complicaciones imprevistas, Fausto no llegó al escenario hasta 1831. No fue bien recibida y solo tuvo tres representaciones.
Por entonces, Louise Bertin y su familia trabaron amistad con Víctor Hugo. El autor de Los miserables había comenzado a trabajar en una adaptación escénica de Nuestra Señora de París, poco después de terminar la novela en 1830. Esta obra atrajo el interés de un gran número de compositores, entre los que se encontraba Hector Berlioz. Víctor Hugo rechazó las propuestas de todos estos célebres músicos salvo una, la de Louise Bertin. De aquí surgiría la única colaboración directa entre el escritor y un compositor o, en este caso, compositora.
En esa aventura compartida, Bertin y Hugo trabajaron codo a codo. El escritor estaba a cargo del libreto de la ópera -que incluía bastantes modificaciones respecto al texto original-. Se eliminaron algunos personajes y se cambió la importancia de otros. Por ejemplo, Quasimodo abandonó su papel protagónico para pasar a un segundo plano, de modo que se pudiera destacar la historia de amor entre Esmeralda y Febo. Este nuevo foco de atención incluso les llevó a cambiar el final para que Esmeralda pudiera escapar de la ejecución.
La novela de Víctor Hugo había sido incluida en el índice de libros prohibidos de la Iglesia católica en 1834, por lo que la adaptación tuvo que pasar por las manos de los censores. Para intentar distanciar la ópera del original, pidieron que se cambiara el título a La Esmeralda y que se eliminaran las referencias a Claude Frollo como religioso (era el archidiácono de la catedral parisina). Hugo y Bertin cambiaron el título, pero no la identidad de Frollo. Sin embargo, gracias a la influencia de la familia de Louise Bertin y a la popularidad de Víctor Hugo, La Esmeralda se convirtió rápidamente en una superproducción. Para los cuatro papeles principales contrataron a las estrellas más conocidas de la ópera parisina por aquel entonces. Debido a la discapacidad de Bertin, que le impedía acudir regularmente a los ensayos, contrataron a Berlioz para dirigirlos.
Bertin continuó componiendo en muchos otros géneros. Sus creaciones posteriores incluyen doce cantatas, seis baladas para piano, cinco sinfonías de cámara, algunos cuartetos de cuerda, un trío para piano, que incluye temas de Fausto y La Esmeralda, y muchas selecciones vocales. De esas composiciones, solo se publicaron las baladas y el trío. Curiosamente, sus cinco sinfonías no han sido nunca editadas. También escribió y publicó dos volúmenes de poesía, Les Glanes en 1842 y Nouvelles Glanes en 1876. El primero de esos libros recibió un premio de la Academia Francesa. Louise Bertin murió un año después de la publicación de su segunda obra poética, el 26 de abril de 1877, en París, donde residió toda su vida.