Una planta que recicla pilas en Gonnet
A escasos kilómetros del centro de la ciudad, en la localidad de Gonnet, se encuentra PLAPIMU-LASEISIC (Planta Piloto Multipropósito y Laboratorio de Servicios a la Industria y al Sistema Científico). Es un centro de investigación y desarrollo de diferentes proyectos perteneciente a la Facultad de Ciencias Exactas de la UNLP y a la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC) de la provincia de Buenos Aires. La planta fue concebida, diseñada e instalada con un método simple, económico y absolutamente sustentable y la idea fue desarrollar un proceso que permitiera recuperara los metales presentes en las pilas agotadas para recuperar los metales para su reutilización, disminuyendo la explotación minera y la contaminación en la producción de los mismos.
Ya en los basureros, y con el paso del tiempo, las pilas pierden las carcasas y sufren corrosión debido a la acción climática y los procesos de fermentación de la basura. En esta etapa, los compuestos tóxicos liberados se filtran contaminando el suelo y el agua. Además, a veces, terminan siendo quemadas, lo que ocasiona un aumento de la contaminación ya que genera sustancias muy peligrosas y cancerígenas como son las dioxinas y los furanos.
El reciclado
El primer paso para el reciclado es la clasificación por tamaño de las pilas alcalinas agotadas: chicas (AAA), medianas (AA), grande (C) y más grandes (D). La Planta no procesa pilas reciclables. Mediante un método artesanal, se corta la carcasa de hierro que recubre a las pilas. Una vez abiertas, se recuperan los diferentes componentes: cobertura de acero, algo de papel, el barro interno (debido a que tiene una gran cantidad de carbón), y los metales que se reutilizan como el zinc y el manganeso.
Una vez separados, se tratan en una solución de ácido sulfúrico generada por un proceso biotecnológico. La producción microbiológicamente catalizada de ácido sulfúrico tiene ventajas sobre el empleo de ácido comercial porque es ambientalmente amigable, trabaja a temperatura ambiente y presión normal, utiliza cantidades mínimas de agua, produce ácido a la concentración adecuada para su uso, evitando el transporte de sustancias peligrosas.
Finalmente, el proceso logra separar por precipitación los distintos componentes que pueden reutilizarse obteniendo finalmente óxido de manganeso y carbonato de zinc. El primero puede utilizarse para fabricar acero y el segundo es aplicado un la industria alimenticia, farmacéutica, naval y hasta en la construcción.
Los metales recuperados pueden ser reinsertados en la industria para su uso. De esta manera se transforma un residuo tóxico en algo aprovechable de diversas maneras.