La Iglesia busca su rumbo en un cónclave imprevisible

Jorge Bergoglio ya descansa tras un funeral multitudinario que ha reunido a “pobres” y poderosos y ahora se inicia una etapa de luto conocido como los Novendiales que se entrelazará con las reuniones precónclave.

Los protocolos del Vaticano para los decesos de los pontífices se han aplicado con tal exactitud desde hace tantos siglos que es difícil imaginar que haya algo que se deje a la incertidumbre, pero así es: en periodo de Sede Vacante, la iglesia (con el voto de sus cardenales) está condenada ahora a buscar el rumbo que quiere seguir para su futuro y el mundo actual, independientemente de lo que pida la gente en la plaza o los poderosos del mundo.

En esta ocasión, la actualidad y los ritmos urgentes de los líderes han penetrado en el corazón de la tradición milenaria eclesiástica en uno de los momentos más solemnes para el catolicismo: el pontífice argentino y su adiós junto a 400.000 personas -según las últimas estimaciones- irán unidas en el imaginario colectivo también a esa ‘minicumbre’ diplomática que ha propiciado su entierro y que ha sentado frente a frente, en dos simples sillas, a Zelenski y Trump para buscar soluciones a la guerra de Ucrania.

La muerte del Papa Francisco señala una parada en un camino que ahora la iglesia tendrá que decidir si quiere seguir o cambiar el rumbo: habrá que esperar para saber quién de entre sus detractores y sus seguidores se corona como su sucesor. En las quinielas hay muchos nombres, desde Luis Antonio Tagle, al que apodan ‘el Francisco de Asia’, hasta Gherard Ludwig Müller, quien ha asegurado en estos últimos días que con Francisco se cierra una era y que “hay opiniones distintas”.

Lo cierto es que Bergoglio se granjeó muchas enemistades dentro de la curia por sus intentos de reformas como la inclusión del sacerdocio para la mujer o la bendición de las parejas homosexuales, cuestiones que aunque puso sobre la mesa y las llevó a los sínodos (una especie de reunión o asamblea de la institución) para debatirlas dentro de la iglesia, no se han concluido.

La iglesia es una institución universal, pero no había estado tan globalizada hasta ahora, cuando hay cardenales de 65 países distintos. Las primeras congregaciones (se podría considerar como una precampaña) se reunieron el día siguiente a la muerte del papa y se han ido celebrando a medida que los purpurados llegaban a la Santa Sede. Tras el funeral y este domingo de liturgias por los Novendiales, estas reuniones empezarán a celebrarse de nuevo todos los días a partir del lunes y hasta que empiece el cónclave. Pero no todos los cardenales que participan en las congregaciones pueden entrar luego en la Capilla Sixtina, sino que solo formarán parte de la elección los purpurados electores, es decir, aquellos que tengan menos de 80 años.

El protocolo para elegir a su sucesor está establecido por la Constitución apostólica Universi Dominici Gregis promulgada por Juan Pablo II en el 1996 y actualizada por Benedicto XVI en el 2013.Las reglas de las votaciones, recogidas en el mismo documento de la constitución de Juan Pablo, detallan que si tras 33ª o 34ª votación no hay un elegido, se pasaría a una especie de segunda vuelta entre los cardenales más votados que a pesar de ello tienen que conseguir igualmente una mayoría de dos tercios.

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