El consumo seguiría estancado en 2018

Especialistas consultados por diario Hoy advirtieron para este año un escenario adverso en el nivel de compra de los argentinos. La suba de tarifas y las altas tasas de interés, algunas causas

El consumo interno es uno de los puntos de la economía nacional más golpeados en los últimos años. De acuerdo a un documento difundido por la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), en 2017 el nivel de compra no logró recuperarse y las ventas minoristas cayeron un 1,1%. Además, la comparación de precios constantes se da en referencia a 2016, cuando las ventas ya habían caído un 7%. 

Los números son similares en una veintena de rubros, en los cuales todos terminaron a la baja en 2017. Tal el caso de sectores claves como alimentos y bebidas (-0,3%), calzados (-2,5%), marroquinería (-2,9%), indumentaria (-1,9%), electrodomésticos y electrónicos (-1,7%), materiales eléctricos (-1,3%), muebles (1,8%) y juguetes y librería (-1,5%).

Pedro Cascales, vocero de la CAME, explicó a este medio que “el agravante de la nueva caída en el nivel de compra en 2017 es que ese 1,1% se compara con un 2016 en el que ya había caído más del 7%, lo cual empeo­ra un poco más el escenario, por eso el 1% es muy preocupante”. 

Si bien el referente de la Confederación destacó como positivo que en los últimos meses hubo una mejora en los números y una leve recuperación en el área de comercio e industria, advirtió: “Lo preocupante para nosotros es que las tasas de interés siguen estando muy altas y entendemos que eso frena el consumo y la inversión del sector pyme. Consideramos que este aspecto tendría que tener un ajuste importante porque con este nivel de tasas de interés va a ser muy difícil consolidar el crecimiento”. 

¿Y este año?

Si bien la manera en que se comportará el consumo durante el año sigue siendo un interrogante que cada especialista responde con el lente de su óptica, hay coincidencia en que 2018 tampoco será el año del repunte del nivel de compra de los argentinos, ya que el fuerte incremento en las tarifas de servicios públicos y la Canasta Básica Alimentaria colaborarán en extender la porción de población que prefiera ser cauta al momento del gasto. 

En este sentido, la primera quincena de enero en el sector turístico sirve como parámetro. “El consumo subió un 6% en cantidad de personas y un 28,4% en el gasto total. Si ese 28,4% se lo descontás a la inflación, te da un 4% o un poco menos de incremento real, lo cual es bueno pero siempre hay que tener en cuenta que se lo compara con un año muy malo”, sostuvo Casales de la CAME. Asimismo, el vocero de la confederación agregó que “las compras que no tienen que ver con gastronomía, movilidad y hotelería se restringieron mucho. Sin embargo, somos cautamente optimistas con lo que se viene”. 

El inicio del nuevo ciclo escolar será el próximo termómetro indicador del nivel de compra. El año pasado, el consumo de la canasta escolar, que costó un 40% más que en 2016, descendió un 3%. Las previsiones indican que este año los padres deberán afrontar un nuevo aumento, aunque aún no hay precisiones en la magnitud del mismo.

Economistas y representantes de organismos de defensa del consumidor dialogaron con diario Hoy y se refirieron al tema.

“No hay manera de que la economía crezca si no sube el consumo”

Roberto Dvoskin 

Exsecretario de Comercio Interior

“El tema central es que no hay que confundir crecimiento con inflación. En la época del menemismo, en los primeros años, la Argentina se desarrolló de una forma importante. El problema está en el hecho de que cuando vos crecés de manera concentrada, favorecés a ciertos sectores en perjuicio de otros. 

Puede mejorar el campo, que no es generador de empleo, o el sistema financiero, que tampoco lo es. Vos prosperás, como lo hizo la economía en 2017 y como seguramente lo hará en 2018, pero no estás creciendo en los sectores de menores recursos. Eso se muestra en el hecho de que no hay una mejora en el consumo. Es posible un progreso en la economía sin un aumento en el consumo. El problema está en que al final del proceso no hay manera de que la economía crezca si no sube el consumo, porque nadie va a querer invertir un peso en un país donde no se incrementa el consumo, ni los rusos, ni los norteamericanos, ni los tailandeses, ni los propios argentinos. Esto es un crecimiento que se debe básicamente a ciertos sectores no generadores de empleo. 

Este es el modelo que tiene este Gobierno, uno que supone que vos podés progresar de esta manera y al final del camino va a drenar este crecimiento de los sectores altos hacia abajo y esto va a generar un crecimiento general de la economía. La prueba es que en la Argentina estos procesos fueron siempre negativos. Nunca sucede el drenaje, nunca se creció de esta manera. Al final lo único que pasó fue un golpe contra la pared. Generaste una burbuja en cierto sector que no tenía una mejora en el consumo, y por lo tanto no había crecimiento en la inversión. Estos rubros que crecieron tuvieron que agarrar los dólares y escaparse, porque no tenían dónde meterlos en la Argentina para que les diera rentabilidad. Pasó en la época de Menem, en la Dictadura y con los neoliberales a ultranza. Porque vos podés ser un tipo de derecha, pero más racional, y eso te lleva a creer que cualquier movimiento que vos manejes con variables monetarias resuelven los problemas y que el central de la 

Argentina es la inflación. Ahí no te das cuenta de dónde está el verdadero contratiempo. Cuando está mal hecho el diagnóstico, por más buena fe que tengas, hay un error en el medicamento que usás”.

“El consumo va a ser uno de los últimos aspectos que se reactiven”

Juan Dumas

Exsecretario de Comercio Exterior

“El año pasado cerró, globalmente, con un crecimiento cercano al 3%. Ese fue un incremento muy errático en el cual hubo subas exclusivas en la obra pública, la construcción, el sector automotriz, las motos y algunos otros. Pero el consumo no ha crecido, básicamente por dos hechos fundamentales: el primero es que el consumidor de todo el país, pero especialmente de Capital Federal y el Gran Buenos Aires, tuvo que digerir (y lo sigue haciendo) los ajustes de las tarifas de los servicios públicos, electricidad, agua, gas y transporte. Eso ha restringido su consumo. Lo otro a tener en cuenta ha sido el gran boom de los créditos hipotecarios, en los cuales toda la gente se ha metido a largo plazo. Cuando ves la posibilidad de tener una vivienda propia priorizás la inversión sobre el consumo, por lo cual parte del dinero que se usaba para comprar ahora se usa para el crédito. Esto es más sano para la economía a largo plazo y en este proceso de recuperación económica, que considero bastante errático, el consumo va a ser uno de los últimos aspectos que se reactiven de manera significativa.

La economía está reaccionando primordialmente por el lado de la inversión. Pienso en un 2018 con una tenue suba en lo que hace al consumo y con otros sectores sí creciendo fuerte. El promedio podrá dar un crecimiento del PBI parecido al de 2017, pero también conformado de manera dispar entre los sectores. Claramente el año pasado la obra pública fue el sector más favorecido, pero no es una parte importante del PBI y suma poco. Suma mucho más la construcción, que sí subió muy fuerte, porque es un rubro que tiene la particularidad de arrastrar a muchos sectores que forman parte, como los insumos. Luego el automotor, motocicletas y algunos rubros inferiores pero que también tuvieron subas importantes. En cambio, otros no las tuvieron, como el sector indumentaria y calzado. 

Con respecto a este año, enero está siendo bueno en materia de turismo. En lugares como Mar del Plata y Bariloche, es un mundo de gente y parecería ser que va a ser una temporada positiva. Es una sensación, no un dato duro”.

“El descenso es por la retracción que tiene el grueso de la población de ingresos bajos”

Osvaldo Bassano

Titular de la Asociación de Defensa de los Derechos de los Usuarios y Consumidores

“En primera medida puedo asegurar que las bajas se han producido porque el consumidor ha comenzado a cerrarse, a comprar solo lo que necesita, como generalmente ocurre cuando los ingresos son menos. Así, se gasta solo lo indispensable. 

Lo que ocurre es que el consumo se ha dividido en distintos sectores. Así, por un lado, están aquellos consumidores de bajos y medios recursos, el 70 por ciento de la población, que en la mayoría de los casos se ajusta al ingreso magro que tiene, que ronda entre 10.000 y 15.000 pesos, lo cual es muy bajo. Cuando subís un poco la escala, en el 30 por ciento restante tenés aproximadamente un 20 por ciento que más o menos pudo gastar un poco más y entre esos vas a encontrar algunos que han podido hacer algún gasto extra. Pero el 10 o 5 por ciento que queda es el que ves que sale y hace viajes al extranjero. A grandes rasgos, ese es el movimiento económico que tiene el país en este momento. El problema es cuando la franja del 70 por ciento se va extendiendo, que es lo que nosotros estamos notando, hacia aquel 20 por ciento de gastos medios que, lamentablemente, cada vez se ve más afectado. 

Entre fines de 2017 y este año, el consumo se ha visto afectado por el incremento de los servicios públicos y los alimentos. Otra de las cosas que nosotros vemos es la gran concentración que ya existía en industrialización y comercialización de alimentos, que ahora se ha incrementado: antes estaba entre un 70 y un 80 por ciento y ahora es aún mayor, porque la pequeña y mediana empresa que comercializaba o industrializaba alimentos ya no lo hace o, por lo menos, depende del otro monopolio. Por lo tanto, se transforma en una baja de la competencia y un perjuicio al consumidor con una alza muy fuerte de los alimentos. 

Nosotros seguimos insistiendo en que el Indec no está dando los verdaderos informes por la afectación al ingreso que tienen los alimentos. Eso hace que cuando el Indec da un 1 o un 2 por ciento, la realidad esté por encima del 3 por ciento del costo de los alimentos, por la falta de competencia y la cantidad de baja de ingresos que tienen los consumidores. El descenso del comercio y del consumo es cada vez mayor y esto se debe, especialmente, a la retracción muy grande que tienen el grueso de los consumidores, que tiene ingresos bajos o medios. Esa franja cada vez está más amplia. 

Este año lo que vamos a notar, si continúan los indicadores como a fines de diciembre, es que, con el incremento de las tarifas de electricidad, gas, agua, los servicios públicos, el transporte, las naftas y todo aquel servicio vital para el consumidor, esa franja se incremente más del 10 por ciento, es decir, entre el 80 y el 85 por ciento del país va a quedar afectado a la baja de ingreso”.

“Hay una merma en el nivel de compra y cambios en los hábitos”

Henry Stegmayer 

Titular de la Asociación Civil Consumidores Responsables

“No tenemos dudas de que el consumo sigue bajando y creo que una de las cuestiones más palpables de la situación es la enorme y permanente cantidad de promociones que lanzan a diario los supermercados e hipermercados, las tarjetas de crédito y los bancos, porque es claro que hay un intento de incentivar a las personas a comprar y lo vemos todos los días. Esto siempre existió y es parte de lo que proponen los supermercados, pero está claro que ahora es mucho mayor. Vemos algunos comercios que no aumentan los precios hace seis meses y eso tiene que ver también con la venta de sus propios productos. 

A mediados de 2017 repetimos una en­cuesta que habíamos hecho en 2016 acerca de los cambios de hábitos en la gente. Nos sigue dando que hay una merma en el nivel de compra y un cambio en los hábitos, sobre todo ante la incertidumbre de que los salarios con suerte le puedan empatar a la inflación -y en el mejor de los casos aquellos que tienen cláusula gatillo han logrado hacerlo- y frente a los permanentes aumentos en las tarifas de los servicios, que siempre son mucho más fuertes y dolorosos de lo que el usuario estaba esperando o de lo que los funcionarios habían anunciado.  

De este modo, se dejaron de consumir algunos cortes de carne, de realizar ciertas salidas, de comprar libros y de utilizar determinados programas a los cuales hay que pagar o, fundamentalmente, bajar el consumo o caer en la calidad usando segundas o terceras marcas de distintos productos. Esto nos demuestra claramente que los hábitos de consumo han cambiado y que hay una baja”. 

“Las personas se sienten rehenes de las empresas que cartelizan el precio de un producto"

Susana Andrada 

Titular del Centro de Educación al Consumidor (CEC)

“El aumento de los alimentos durante todo 2017 superó en muchos casos a la propia inflación. Es decir, hubo un 35 por ciento de alimentos de la Canasta Básica que subieron más allá de todo lo que lo hizo la inflación. Esto indica, por un lado, la transferencia que se está dando desde los sectores de menores recursos, que son los que más utilizan la Canasta Básica, y el dinero que tienen para esta. Por otro lado, también hablamos claramente de que no hay ningún tipo de control de las estructuras de costos y la cadena de valor. 

Sabemos muy bien que el gobierno actual y todos los gobiernos anteriores fueron reacios a poner un precio máximo y, es verdad, eso no da el resultado que los consumidores necesitamos en el momento en que se efectúan los grandes aumentos. Pero sí se puede, en cierta forma, analizar las cadenas de valor y ver quién aumenta los precios sin agregar valor a un producto. Es significativo que, por un lado, bajen las ventas y se retraiga el consumo, principalmente de alimentos, y por otro lado aumenten los precios. Es realmente la dinámica inversa de lo que marca la economía de libre mercado, que dice que cuando hay un descenso en las ventas automáticamente el precio tiende a bajar y cuando aumentan las ventas el precio sube. 

La Argentina es a la inversa, rompiendo toda lógica de mercado: bajan las ventas, se deprecia el mercado y los precios siguen aumentando. La verdad, creo que tiene que ver con la cuestión de los monopolios, los oligopolios, la concentración del mercado, la formación de precios por parte de unos pocos que en definitiva terminan marcando la tendencia de los precios hacia arriba. Las personas se sienten rehenes de las empresas que en muchos casos cartelizan el precio de un producto y no les queda otra alternativa que comprar esos bienes aumentados en detrimento de su calidad de vida”. 

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