El quórum K, en riesgo en el Congreso
Paliza. La derrota del kirchnerismo, por amplio margen en los principales distritos del país, fue apenas decorosa gracias a que esta elección legislativa renovó o recambió bancas obtenidas en 2009, durante el peor proceso electoral del Frente para la Victoria. Esto explica, pues, que mantenga la primera minoría y un muy ajustado quórum en ambas Cámaras, amenazado por la fuga de legisladores que comenzará hoy mismo, el día después, con el libro de pases abierto y las internas peronistas a la orden del día.
127 bancas estaban en juego en la Cámara de Diputados. De ellas, el FPV y sus aliados obtuvieron 49, la UCR logró 31 y el Frente Renovador, con presencia únicamente en la provincia de Buenos Aires, ocupará 19 asientos. La sorpresa la dio el Frente de Izquierda y los Trabajadores, que superó el millón de votos en todo el país y acaparó más del 5% de las preferencias, es decir, tres lugares en la Cámara baja. UNEN (7) y el PRO (18) fueron los otros beneficiados en el reparto. En total, a partir del 10 de diciembre, los 132 diputados K, cuatro menos que los actuales, deberán hacer frente a una oposición mucho más fuerte.
En el Senado, por su parte, de un total de 72 bancas, 24 de ellas se ponían en juego, habiendo obtenido el oficialismo y sus aliados quince de ellas, en duda ante la posible fuga y negociación de varios de los senadores que no son parte del núcleo duro de la gestión. El PRO tendrá ganó cuatro legisladores en la Cámara alta y la UCR y el Partido Socialista apenas dos. Cabe destacar que mientras los diputados fueron elegidos en los 24 distritos electorales, senadores se votaron sólo en 8 provincias, lo que explica que uno de ellos responda al Movimiento Popular neuquino.
Pasando en limpio la decisión soberana indica que de los 257 diputados, 132 serán kirchneristas en el nuevo mandato, y de los 72 senadores, el oficialismo tendrá 38 gracias a sus aliados eventuales, y el resto será de la oposición. Un puñado de legisladores marcará la diferencia entre el quórum o la imposibilidad de sesionar y votar. Toda una señal para una Argentina que comienza a decirle basta a la década K aunque, como se ve, la transición será gradual.