Formosa: detenida por manifestarse

La historia de Miriam Filippini es una entre tantas que viven miles de formoseños, quienes durante la pandemia sufrieron los abusos del gobierno de Insfrán. Diario Hoy habló con la mujer que fue detenida en Clorinda por querer pedirle explicaciones al ministro de Desarrollo Humano.

Miriam Filippini es profesora de Biología, pero jamás ejerció. Nació, creció, se casó, tuvo a sus tres hijos (de 28, 26 y 13 años) y se separó en Clorinda. Como no ejerce su profesión se gana la vida con la venta de distintas cosas.

Hace más de 180 días que la ciudad de Clorinda, que es una de las tantas de esa provincia que limita con Paraguay siendo la más cercana a Asunción (está a 40 kilómetros), se encuentra cerrada.

Desde que comenzó la pandemia, el argumento que da el gobierno de Gildo Insfrán (quien gobierna desde hace 25 años Formosa) para no abrirla es que está a pocos kilómetros de la capital de Paraguay. Si bien la frontera con el país vecino está cerrada, la frontera “ilegal” está abierta y todos los días entran y salen paraguayos que viven del contrabando y del Estado argentino, ya que están inscriptos para cobrar distintos subsidios.

Miriam forma parte de la agrupación de mujeres autoconvocadas de Clorinda, un grupo de 67 mujeres que crearon esta organización porque se cansaron de que los representantes de la oposición de su ciudad, el concejal Rubén Omar Acosta y la diputada provincial Andrea Roxana Tassel (ambos del partido Juntos por el Cambio), hagan silencio. “Jamás salieron a alzar la voz, a realizar petitorios o hacer pedidos por nosotros”, dice quien es una de las mujeres más jóvenes de la agrupación.

“Desde el bloqueo comenzamos a tomar conciencia de que teníamos que salir a la calle a luchar y a pedir. Hicimos cuatro petitorios. Empezamos a hablar entre nosotras y a organizar marchas. Hicimos 13 marchas pacíficas pidiendo el desbloqueo de Clorinda e hicimos caravanas. Por ejemplo, los domingos nos reuníamos a la tarde. Salíamos del Cristo de la rotonda y, por toda la ciudad, con la bandera argentina, hacíamos bocinazos pidiendo el desbloqueo. Hicimos también pegatinas en los centros, vamos a llamarles de aislamiento, pidiendo la cuarentena domiciliaria a los contactos estrechos. Lo hicimos en cada centro de aislamiento”, le cuenta a diario Hoy Miriam.

Detenida por protestar

Las mujeres autoconvocadas realizaron todo tipo de actividades, pero la última fue la que provocó que Miriam Filippini termine detenida por manifestarse. Posteriormente saldría de la comisaría por la presión que ejercieron los clorindenses.

“Lo último que se nos ocurrió fue lo del martes 16 de febrero, cuando me detienen a mí. Ese día cumplíamos 170 días de bloqueo y se nos había ocurrido vestirnos todas de presas y sacarnos una foto así desde el Cristo de la rotonda, donde nos reunimos siempre para hacer las asambleas, para viralizar por toda la provincia”, explica Miriam.

“Sin embargo, cuando estábamos yendo a hacer la foto me avisan que en el hospital de la ciudad estaba el ministro de Desarrollo Humano (Aníbal Gómez, quien forma parte de la mesa de Covid). Entonces, tres mujeres y un varón (NdR: Ramón Filliez, quien habló con diario Hoy el día que ocurrieron los hechos) fuimos a esperar a que saliera el ministro del hospital para preguntarle por qué Clorinda estaba bloqueada hace tanto tiempo. Solo eso”, agrega la mujer.

Con una bandera que rezaba “Clorinda Libre”, las mujeres se quedaron manifestándose frente al hospital, a la espera de que Gómez saliera. Al enterarse de que ellas estaban, el ministro intentó salir por la puerta de atrás. Ellas se dieron cuenta porque el hombre que manejaba la camioneta en la que se trasladaba el ministro se subió al vehículo y el funcionario aún no estaba en el mismo.

Allí fue cuando las mujeres se cruzaron hacia la camioneta para hablar con el chofer del titular de la cartera de Desarrollo Humano. Le pidieron hablar con el ministro y el hombre que trasladaba al funcionario les contestó que no iba a ser posible.
“Nosotras interceptamos al chofer cuando lo vimos subirse a la camioneta sin el ministro, entonces fue allí cuando me acerco a la camioneta y le pido que baje el vidrio. Lo bajó y le dije Por favor, no hagas esto. Llamalo al ministro y decile que salga por donde entró, que acá estamos cuatro personas para hacerle preguntas.

Él tiene que contestar las preguntas que nosotros queremos hacerle. Y el hombre de la camioneta respondió que no iba a poder ser porque tenían que volver a Formosa”, cuenta Miriam.
Fue entonces cuando Miriam insistió y dijo que solo querían hacerle algunas preguntas sobre la situación del Municipio. Inmediatamente, el chofer arrancó la camioneta, hizo una maniobra y le pisó un pie. Lastimada, Miriam se recostó en el capó de la camioneta. “No lo iba a dejar ir”, confiesa 13 días después.

Y agrega: “Cuando me doy vuelta, había 10 patrulleros, no sé cuántas motos y un montón de policías que me decían que por favor dejara circular a la camioneta. Yo les respondí que no, que tenía derecho a reclamar y no me iba a ir hasta que el ministro hablase conmigo. Hasta que él no me conteste lo que yo quiero saber como ciudadana clorindense, no me voy, dije. Y después me dirigí a los policías: Esto también les compete a ustedes”.
Inevitablemente, Miriam fue detenida. “Armaron todo un show. Hasta cortaron las calles solo para llevarme a mí”, recuerda.
Alrededor de las 18.30, Miriam fue subida a una camioneta de la Policía y se la llevaron a la comisaría. “Ninguno de los policías tenía la chapita de identificación, había muchos de civil, hombres y mujeres”, manifiesta.

Miriam Filippini llegó a la comisaría y allí pasó cuatro horas sentada en una oficina, custodiada por una mujer policía. Poco a poco, en las adyacencias de la comisaría, se fueron acercando los ciudadanos de Clorinda. “Cuando las mujeres se enteraron de que me habían llevado a la comisaría fueron hasta allí y también se acercó gente que yo no conocía y que no forma parte del grupo. Todos los ciudadanos clorindenses estaban ahí”, revela Miriam.

Ella estaba incomunicada porque en el momento en el que se la llevaron se le cayó y perdió su celular. Por esta última razón, Miriam no pudo llamar a su abogado, pero él, al igual que el resto de los vecinos, ya se había acercado al lugar gracias al resto de las mujeres del grupo y pudo entrar tras las constantes insistencias de la detenida, quien cada media hora pedía llamar a su familia y a su abogado.

Primero, Miriam escuchó al comisario que, al leerle los cargos, le dijo que se tenía que quedar a pasar la noche allí. Ella decía que no se iba a quedar porque no era ninguna delincuente. Que no rompió la camioneta, solo hizo uso de su derecho constitucional: el de manifestarse.

Además, Miriam les decía que si a ella no la dejaban salir, los vecinos no se iban a ir. “Ustedes no están hablando con ninguna ignorante, a mí la Constitución me ampara a reclamar mientras no dañe a terceros, y yo no dañé a nadie. Así que llame a mi abogado que está afuera”, le cuenta a diario Hoy que le dijo al comisario.

Minutos después, el abogado entró. Mientras tanto, afuera de la comisaría el clima estaba cada vez más espeso. Minuto a minuto el aire se volvía más denso. La gente protestaba y los policías se pusieron en fila con sus armas con balas de goma, ya estaban preparados para reprimir, si algún vecino se animaba a atentar contra ellos o el lugar.

Miriam cuenta que desde la Policía le decían que un juez había autorizado que ella se quede allí. Junto con su abogado llamaron al juez y él le negó esa orden a la Policía. Fue un invento de la Policía. “Es un estado policíaco”, denuncia. Gracias a la presión del pueblo, “que fue lo más importante”, Miriam pudo salir alrededor de las 23.

Ahora está imputada por privación ilegítima de la libertad, atentado y resistencia a la autoridad. Pero no quedó allí. Como su caso tomó relevancia nacional, gracias a los medios de comunicación de Buenos Aires, entre ellos diario Hoy, al otro día los funcionarios que forman parte de la mesa de Covid dijeron que ellos estaban dispuestos a hablar con la ciudadanía y que lamentaban lo que sucedió en Clorinda con Miriam. “Con una manifestante opositora dijeron”, se enfurece Miriam. “Cuando vos alzás la voz sos tildada de opositora”.

Los policías que la detuvieron fueron sumariados. “A pesar de ser maltratada, me molestó mucho que les hagan un sumario a los policías porque ellos recibieron una orden de arriba (haciendo referencia directa al gobierno de Insfrán)”, concluye Miriam Filippini.

La de Miriam fue una de las miles de historias que se viven en Formosa. Allí, donde se violaron los DD. HH. en los centros de aislamiento, se negó la libre circulación y se incomodó, el último fin de semana, la entrada a la provincia, vía diversos “piquetes”, a diputados nacionales. Y lo peor, todavía, parece no haber ocurrido. Lo que pasa en Formosa parece ser de esas historias a las que no les llega nunca el final feliz.

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