Soledad Bertelsen, profesora de Derecho Constitucional e investigadora de Polis, Observatorio Constitucional de la Universidad de los Andes, analizó con diario Hoy las modificaciones a la carta magna que propone la nueva iniciativa, la cual dista bastante
de la rechazada en 2022.
La ciudadanía chilena votará hoy el plebiscito del texto constitucional por segunda vez, luego del estallido social de octubre de 2019 y tras un referéndum que, por 80% de los votos, apoyó un cambio de la actual “Constitución de Pinochet”, promulgada en 1980, en dictadura.
El anterior y fallido proyecto, redactado en su mayoría por convencionales constituyente de izquierda e independientes, fue rechazado por el 61% de los chilenos en el plebiscito del 4 de septiembre del 2022.
Hoy, unos 15,4 millones de electores están convocados obligatoriamente a las urnas para decidir si están a favor de una propuesta redactada por un Consejo Constitucional –el texto fue aprobado en el órgano con el apoyo de las derechas y el rechazo de las izquierdas– o en contra, en cuyo caso seguirá vigente la carta actual.
En torno a este proceso, diario Hoy habló con Soledad Bertelsen, profesora de Derecho Constitucional e investigadora de Polis, Observatorio Constitucional de la Universidad de los Andes, quien explicó, en principio: “El texto original se redactó en la época de Pinochet y en el año 2005 se acordaron reformas entre izquierda y derecha y de hecho el presidente Ricardo Lagos promulga nuevamente la Constitución y le pone su firma, por eso técnicamente muchas leyes vienen de aquel texto”.
Consultada por las modificaciones que se le realizaron al proyecto que fuera rechazado el año pasado por la población chilena, la profesora de Derecho Constitucional indicó: “Quizás la reforma más importante es que para modificarla se bajó mucho el quorum, ya que una de las críticas a la de 1980 es que esa era una Constitución con muchas trabas, que impedía que se modificara y eso ha cambiado porque se han bajado esos números”.
“El proyecto 2022 se cambió mucho. El anterior hablaba de Chile como un estado social que ponía mucho en el centro que el Estado debía dar los bienes y servicios, centrado en la actividad pública estatal, la educación, el centro de la provisión de servicios estaba en el Estado, ahora se habla lo mismo, pero se reconoce una participación estatal y privada y en cada uno de los derechos sociales como educación, salud, se reconoce expresamente la provisión privada, hay un cambio de énfasis en la participación privada”, detalló.
En ese sentido, agregó, además, que “la Constitución de 2022 se hablaba de un Estado plurinacional reconociendo pueblos indígenas que formaban distintas naciones y se veía como una justicia indígena independiente e independiente territorialmente; ahora se dice que la Nación es una indivisible y se los reconoce, pero de manera más concisa, más general, pero sin estatus especiales, que era lo que se veía en el texto pasado”.
Bertelsen relató, además, que “el anterior proyecto hablaba de un Estado ecológico y ahora tiene un capítulo sobre medioambiente, pero es mucho más moderado, no van tanto al detalle, es más genérica y es bastante parecida a la legislación medioambiental actual, no innova tanto; en el anterior tenía un énfasis ecológico transversal”.
A nivel institucional, “la anterior rompía con algunas instituciones de la tradición constitucional, mantenía un Congreso bicameral, pero ya no se llamaba Senado, era un Consejo de Regiones con menos atribuciones, era una cámara distinta, y en cambio ahora esta reforma, se propone, sostiene la línea bicameral, con las mismas atribuciones, duran los mismos años diputados y senadores, es decir, continúa con lo vigente”, puntualizó, y agregó: “Es decir, esta nueva propuesta de Constitución que se votará hoy se parece mucho más a la vigente”.
A raíz de esto, justamente, es que “el gobierno no lidera el proceso. Se había establecido que la propuesta fuera elaborada por la Comisión Experta con 24 miembros elegidos por los partidos con representación en el Congreso y ahí había mitad y mitad entre derecha e izquierda y luego se elegía un órgano Consejo Constitucional que, con base en ese anteproyecto, redactaba esa Constitución final, ese órgano la izquierda insistió para que existiera lo que no previeron es que en la elección la derecha ganó de manera rotunda entonces ellos son los que redactaron esta Constitución”.
“El gobierno de Boric no lo está viendo de manera estratégica. De hecho, muchos han dicho que no les gusta, han mostrado su descontento con el texto, es como que ahora prefería casi quedarse con la actual, porque de hecho han salido a defender esta nueva reforma aquellos que la criticaban en 2022”, señaló.
Lo que sí está claro, y lo señaló el propio presidente Boric, es que será la última vez que irán a las urnas los chilenos, sea cual sea el resultado: “Hemos tenido, desde hace algunos años, cierta incertidumbre, por ejemplo, en nuestro proceso constitucional, pero les puedo asegurar que después del plebiscito, cualquiera que sea el resultado que el pueblo elija, ese proceso llegará a su fin”.
En ese sentido, Bertelsen remarcó que “la ciudadanía tiene fatiga constitucional, está cansada, de cierta manera va a votar porque es obligatorio, pero le da lo mismo y solo quiere que se cierre. El gobierno se dio cuenta de esa situación y ha prometido que no va a abrir un nuevo proceso porque las prioridades son otras”.