Paro total: el conflicto eterno que derrumba la década ganada

EN FOCO

Hoy, a las 18, Daniel Scioli pronunciará su penúltimo discurso como gobernador ante la Legislatura bonaerense, donde expondrá los lineamientos de su gobierno para este año.  Lo hará en un contexto que mostrará una provincia absolutamente paralizada, con escuelas y hospitales vacíos, y con nula actividad en resto de las dependencias gubernamentales ante el fracaso de las negociaciones paritarias.

Seguramente, querido lector, lo primero que le está viniendo a la mente es que esta situación no es nueva. En nuestro diario hemos utilizados toneladas de papel y miles de litros de tinta para explicar las razones de esta situación que, en rigor, se repite todos los años en cada comienzo de ciclo lectivo. La diferencia, en esta ocasión, es que estamos ante la disputa por la sobrevivencia entre gobiernos que son incapaces de generar recursos genuinos y gremios que representan a trabajadores cuyo salarios van por la escalera, mientras la inflación sube por un ascensor que parece no tener techo en su escalada ascendente.

Precisamente, la letanía con la que se repiten estos conflictos es la cabal conclusión que la última década nada tiene ganada, mal que le pese a las mentes afiebradas que pululan por la Casa Rosada y a algunos funcionarios bonaerenses que creen que podrán llegar a la Casa Rosada ofreciendo más de lo mismo, como si la ciudadanía no haya llegado a una situación de hartazgo generalizado ante un Estado, que cobra cada vez más impuestos, y ofrece cada vez menos en materia de salud, educación y seguridad. 

Lo peor de todo es que, en este escenario de caos y conflicto social, algunos de los protagonistas que deberían estar buscando soluciones sólo hacen especulaciones políticas. Hay kirchneristas que creen que como la protesta salarial tendrá su epicentro en la provincia de Buenos Aires, ello terminará esmerilando la candidatura de presidencial Daniel Scioli  A su vez, sectores del sciolismo entienden que el conflicto social llevará, más temprano que tarde, a que el gobierno K abra el grifo de recursos para alimentar a una provincia históricamente postergada en lo que se refiere al reparto de recursos coparticipables, pese a aportar casi el 40% del Producto Bruto Interno Nacional. En esa dirección, consideran que como la presidenta no tiene posibilidad de reelección y viene con su capital político en baja, producto de sus fracasos permanentes en el manejo de la economía, un estallido en la principal provincia del país la ubicaría en una situación de extrema fragilidad. 

En definitiva, estamos asistiendo a un juego político tan peligroso como la ruleta rusa que tiene de rehén a toda una sociedad, especialmente a aquellos sectores que no tienen otra alternativa que atenderse en un hospital público y enviar a sus hijos a una escuela estatal o privada subvencionada.

Por más que Cristina Kirchner y el gobierno bonaerense se nieguen a reconocerlo, una de las principales raíces del conflicto salarial radica en que la inflación se encuentra absolutamente descontrolada, lo que ha llevado a que el poder adquisitivo de los asalariados disminuyera a su mínima expresión.

Esta situación ha llevado a que uno de los principales latiguillos de la presidenta, como es decir que el haber mínimo que se paga en la Argentina “es el más alto del continente”, ya no resista ningún tipo de análisis. Nuestro país no solamente ha quedado relegado  respecto a otras naciones de la región en lo que se refiere al poder de compra de sus trabajadores, sino también se está desmoronando en prácticamente todas las áreas económicas.

Es conflicto es de difícil solución, pero no imposible. Requiere dejar de lado egos y soberbias en pos de encontrar soluciones superadoras, que no solamente atiendan el legítimos reclamos de los trabajadores, sino que también permita ponerle un freno a un proceso inflacionario que, en materia económica, es la matriz de todos los males. 

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