Ordenaron liberar a una mujer policía condenada por explotar a personas vulnerables
Así lo resolvió la justicia federal de La Plata. Claudia Ferrando recibió ocho años de prisión a mediados de abril de este año.
El hombre que asesinó a cuatro integrantes de una familia y a un amigo de esta en 1994 murió en prisión, tras una complicación posquirúrgica.
02/05/2023 - 00:00hs
ructuoso Álvarez González, el autor material de la “masacre de Flores”, en la cual cuatro integrantes de una familia y un amigo murieron tras el incendio intencional de una vivienda de ese barrio porteño, falleció en el hospital de la cárcel de Ezeiza, donde se recuperaba de una intervención quirúrgica en la cadera.
El hombre, de 63 años, se había fracturado la cadera el 19 de diciembre tras sufrir una caída en su celda. Tuvo que ser intervenido quirúrgicamente el 6 de enero, donde le colocaron una prótesis, la cual se infectó y le provocaba constantes problemas de salud. La situación se agravó y el 4 de abril fue trasladado al Hospital Zonal General de Agudos Dr. Alberto Eurnekian, de Ezeiza, y luego derivado al centro de salud ubicado en el interior del Complejo Federal 1 para su recuperación, donde permanecía intubado y en terapia intensiva. Allí tuvo una complicación clínica, la cual derivó en un “shock séptico” que le causó la muerte.
Extraditado
En tanto, Matías Bagnato, único superviviente de la masacre e hijo y hermano de cuatro de las cinco víctimas, dijo que “hoy, sí por fin, puedo decir se terminó. Mami, pá, Fer, Ale, Nico. Descansen en paz. Los amo con todo mi corazón”. También publicó una foto junto a su abuela Norma Calzaretta (91), que falleció en junio del 2020 y fue quien lo crió tras los crímenes.
El 21 de marzo, la titular del juzgado Nacional de Ejecución Penal 1, había desestimado el pedido de libertad que Álvarez González había hecho en febrero, quien fue condenado en 1995 a prisión perpetua por el hecho y que argumentaba que su pena ya estaba cumplida.
La “masacre de Flores” ocurrió el 17 de febrero de 1994 cuando se originó un incendio en una casa y murieron José Bagnato (42); su esposa Alicia Plaza (40); sus hijos Fernando (14) y Alejandro (9) y Nicolás Borda (11), un amigo del menor de ellos que esa noche se había quedado a dormir.
El incendio fue originado de manera intencional por Álvarez González, exsocio de José Bagnato, quien arrojó dos bidones con combustible y encendió el fuego. Fue condenado a prisión perpetua en 1995, pero por tener su ciudadanía española, en 2004 fue extraditado a ese país para terminar de cumplir su condena.
En España lo liberaron y fue recapturado en la Argentina en 2011, luego de amenazar de muerte a Bagnato a través de llamados telefónicos.
Una brutal amenaza que fue cumplida sin piedad
La “masacre de Flores” tuvo lugar en 1994, cuando Matías Bagnato tenía 16 años. Vivía con sus padres y sus dos hermanos Alejandro y Fernando, en una finca de dos pisos.
Matías junto a Fernando le tenían miedo a “El Monstruo”, una persona que llamaba todos los días a su casa y solía decirles con la voz distorsionada: “Uh se quemaron todos. Están todos muertos”. Ese hombre -Fructuoso Álvarez González- efectuaba aquellas llamadas para amenazar a José Bagnato, su exsocio, por una supuesta deuda de 180.000 dólares.
La madrugada del 17 de febrero de 1994, Álvarez González cumplió su promesa. Aquella noche había transcurrido con normalidad para la familia Bagnato. Se había quedado a dormir Nicolás Borda (11), un amigo de Alejandro, y vieron un partido de fútbol. Tras el mismo, se fueron a dormir.
A las 3:30 el criminal irrumpió en el domicilio, roció toda la casa con dos bidones de combustible y la prendió fuego. Matías se despertó empapado de sudor con mucha dificultad para respirar y con la poca fuerza que le quedaba abrió la ventana que tenía al lado de su cama y sacó medio cuerpo hacia afuera. Se tapó tapó la boca y salió de su habitación para buscar a sus padres.
“La puerta se abrió con tanta fuerza como si explotara. Una llamarada gigante me prendió fuego el pelo y me tiró al piso. Me desesperé. Empecé a gritar, no quería que vinieran a buscarme a mí, porque estaba bien. Les grité a todos, los nombré uno por uno, una y otra vez. Nunca me respondió nadie, nunca jamás”, rememoró Matías.
“Todavía me acuerdo del olor del incendio”, señaló el único sobreviviente del siniestro que elige pasar todos los 17 de febrero con sus amigos, quienes lo ayudan a atravesar los malos recuerdos.