Ingenio argentino: un tacho de basura inteligente que separa residuos

Con la premisa de cuidar el medioambiente, tres jóvenes desarrolladores idearon un novedoso dispositivo. Se trata de un invento que busca educar sobre la necesidad de clasificar los desechos a través de juegos

Tres jóvenes programadores argentinos diseñaron un tacho de basura inteligente que es capaz de “leer” los residuos y separarlos. Bajo la premisa de cuidar el medio ambiente, generar conciencia y hacer de estas temáticas algo atractivo para la ciudadanía, este invento se convirtió en el ganador del primer “Hackaton verde” que se realizó en la ciudad de Buenos Aires. 

Del concurso participaron alrededor de 400 desarrolladores informáticos que debían trabajar bajo la consigna “Hackear la basura”. Y fue precisamente a partir de esa proposición que los programadores de “R/GA Buenos Aires” Martín Rabaglia, Lourdes Montano e Iván Roumec decidieron crear este innovador contenedor. 

Al servicio del medioambiente

En términos simples, Tacho Piola es un “contendedor que reacciona cuando le introducís algo”, explicaron a Hoy los jóvenes. “El prototipo consta de un tubo que detecta cuando una botella de plástico es introducida a partir de un sensor de ultrasonido con Ardunino”, agregaron. El desarrollo de este recipiente se completa con un brazo servomecánico, que sirve para separar los desechos reutilizables (los llamados “residuos secos”). 

Antes de comenzar a diseñar este cesto, Martín, Lourdes e Iván habían participado del Hackaton Buenos Aires y “fue ahí donde aprendimos que el principal problema de la separación de residuos se da en origen, o sea, en la casa de la mayoría de los vecinos”, subrayaron. 

Entre el juego y el aprendizaje

Lejos de lo que pueda pensarse, el Tacho Piola no fue diseñado para que los vecinos presten todavía menos atención a la importancia que significa la separación en origen sino que, por el contrario, uno de sus objetivos principales es la concientización. Por este motivo, el contenedor no fue diseñado únicamente para que clasifique sino que también sirva para que las personas puedan “entretenerse” y tomar dimensión de sus acciones. 

Por ejemplo, los programadores contaron que cada usuario del Tacho puede crearse una cuenta y acumulará puntos por cada botella introducida. Con los mismos se podría canjear crédito para la tarjeta SUBE o donarlo a escuelas que trabajen en temas del medioambiente. “Además, permite generar una especie de ránking de vecinos y comunas”, apuntaron haciendo referencia al costado lúdico del invento. 

La Marca Ecológica

Los diseñadores de Tacho Piola insisten en lo importante que resulta que las personas tomen dimensión de que su aporte es realmente significativo si se pretende realizar un cambio grande. Justamente, esta cuestión pedagógica hizo que el cesto lograra obtener el primer puesto. 

Sin embargo, hay un punto en particular que fue muy bien recibido y que los programadores denominan como “la mayor innovación”: la Marca Ecológica. “Se trata de una marca que mide, por cada gramo de PET del que se tira (envases de politereftalato de etileno), un índice de Reciclado, Reducción y Reutilización permite al vecino entender cómo su cambio aporta a la ciudad y a su propia calidad de vida”, apuntaron.