Dante Panzeri, un antipático muy querible
Fue uno de los periodistas deportivos más punzantes y polémicos, capaz de generar enconos y admiración por partes iguales. Dejó una huella profunda.
Nació en Las Varillas (Córdoba) el 5 de noviembre de 1921, pasó su infancia y adolescencia en San Francisco (Santa Fe), donde a los 15 años comenzó a escribir para el periódico local, La Voz de San Justo. A los 20 años se mudó a Buenos Aires. Era corresponsal de un diario santafesino. Escribía artículos incendiarios contra Ramón Castillo que en 1942 había llegado a la presidencia luego de la renuncia de Roberto Marcelino Ortiz. Gracias al respaldo del crack Racing Cub, Enrique “Chueco” García, comenzó a colaborar en la revista El Gráfico: “Era una época maravillosa. Aquella avenida de Mayo, clásicamente madrileña, con sus cafés repletos de intelectuales, influyó tremendamente en mi formación”.
Había estudiado solo hasta sexto grado de la escuela primaria, pero preocupado por elaborar tablas comparativas de resultados deportivos, comenzó a estudiar logaritmos. Era omnívoro de todos los deportes, pero en su escala de prioridades estaba el fútbol, el ciclismo y la natación. Desde 1959, su estilo polémico y filoso lo volvió una figura atractiva para la televisión y la radio.
En 1967 publicó un libro que se convertiría en best seller Fútbol, dinámica de lo impensado. Desde el vamos, advertía: “Este libro no sirve para nada”. Al menos para nada que tenga que ver con aprender a jugar, dirigir o describir el fútbol de forma definitiva. La tesis central del libro es que el fútbol, para ser serio, tiene que ser considerado un juego. Por eso, es una certera obra de demolición del fútbol como espectáculo comercial, y profesionalización desmesuradamente rentable.
Vivía en Villa Devoto, lejos del ruido, con medios de locomoción cercanos, pero aislado de tumultos y aglomeraciones. Orgulloso de su soledad, aseguraba no haber pasado la lengua por ninguna media a lo largo de toda su vida profesional, ni repartido dulce de leche a aquellos que solo merecían insultos. Era intransigente en sus juicios
deportivos, lo que le produjo más de un encontronazo con los hincha: “Una vez, en el estadio de Racing, me tiraron una trompada de atrás. Erraron el golpe pero sentí que el puño pasaba muy cerca. Di media vuelta y descargué una trompada contra el primero que encontré. Era un tipo que venía a defenderme”.
Decía que el periodismo había dejado se ser una fuente de opinión para convertirse en un agrupamiento de dactilógrafos. Su audacia de polemista le valió innumerables problemas judiciales y enemistades acérrimas. Uno de sus litigios fue con el jefe de la Policía Federal, el coronel Muzzio, quien después sería intendente de Avellaneda. A raíz de un partido jugado en la década del 60 entre Vélez y River, murió un hincha al explotar una bomba de gas lacrimógeno sobre su cabeza. Dante Panzeri vio el partido desde la platea de Vélez. Fue testigo de todo. Le pidieron opinión en una radio, y dijo que “el Jefe de la Policía Federal era un contrabandista social. Aclarando que para mí, el término contrabandista tiene un significado mayor al que le asigna el común de la gente, ya que incluye al que contraviene las leyes”.
El único juicio que perdió fue el que le hizo el presidente de Boca Juniors, Alberto J. Armando. Para Panzeri, Armando era el símbolo máximo de la dirigencia futbolística corrupta. Sin embargo, cuando murió Dante Panzeri, el histórico dirigente deportivo dijo: “Dante fue el crítico más riguroso que tuve, atacó casi todos mis actos como presidente de Boca, pero yo jamás dudé de su honorabilidad periodística. Siempre creí, y lo voy a creer hasta el último día de mi vida, que sus ideas discrepaban con las mías, nada más que eso”.
Cuando murió, el 14 de abril de 1978, a los 56 años, poco antes de comenzar el Mundial de Fútbol organizado por la dictadura militar, y que mereció todos sus dardos, dejó en los cajones de su escritorio, los borradores de un libro que nunca se publicó: La hipertrofia del fóbal.
Allí barre con muchos lugares comunes del deporte, y pasa la topadora sobre la dirigencia futbolística en general, sus colegas y algunos políticos.