Axel Kicillof: a confesión de partes…

El ministro de Economía admitió que la Argentina “no está en su mejor año” y que “no hay que creerle todo al gobierno”. Pero también se recibió de negador serial: “no hay atraso cambiario; no hay cepo al dólar y no hace falta devaluar”, dijo. Al borde del ridículo, argumentó que la crisis nacional se debe “casi exclusivamente a factores externos”

"No hay atraso cambiario”. “No hay cepo al dólar”. “No hace falta devaluar”. “No es cierto que cada vez más gente pague Ganancias”. La negación de la crisis por parte del gobierno, es, cuanto menos, preocupante. Y ayer la encarnó el desbordado y encolerizado ministro de Economía Axel Kicillof, quien, en el marco de su precandidatura a diputado nacional, mantuvo una extensa entrevista televisiva en la que, además, no tuvo más remedio que admitir que “no estamos en el mejor año de la Argentina” y aseguró que “no hay que creerle todo al gobierno”. 

Un rapto de sincericidio casi perverso para decir que el idílico relato de un país sin pobres, sin recesión, inflación ni déficit fiscal, no es más que una coartada para entregarle al próximo gobierno la apariencia de una Argentina que, con suerte, podrá relucir en su fachada, pero se desmorona por dentro.

El “increíble”

“No me crean”, tendría que haber advertido el ministro antes de despacharse con polémicas definiciones como que no hay atraso cambiario, que no hace falta devaluar y que quienes hablan de esos temas “joden a la gente, que se asusta y no invierte”. 

Pero bien sabe Kicillof que ese temor parte por la propia ineficacia del gobierno, incapaz de trazar un plan económico consistente que privilegie la producción en desmedro de la especulación; que sea capaz de devolver la confianza en el peso contra un dólar informal incontenible.

Negador serial

Recibido de negador serial, el economista K dijo que en “su” país, “los depósitos en pesos van creciendo y rinde más un peso depositado que un dólar”, al tiempo que admitió que “va a ser un trabajo arduo” convencer a la gente para que ahorre en la moneda nacional.

Contradictorio como pocos, afirmó estar “preocupado” por la caída de ingreso de divisas por la baja del precio internacional de las commodities, pero negó que haya “problemas de reservas, de pago de deuda o de balanza comercial”, pese a que el superávit comercial del primer semestre del año (U$S 1231,4 millones) es el más bajo desde 2001. 

En otra paradoja, negó la existencia del cepo al dólar, pero justificó las restricciones de manera inquietante: “No se puede dejar que la gente salga en estampida a llevarse todos los dólares”.

Todos estos datos críticos de la economía nacional, argumentó, se deben a “factores externos”, pero insistió en que, por más que Brasil y China, principales socios comerciales del país, estén en crisis y presionen contra la moneda argentina, “no hace falta devaluar, no necesita un cambio drástico”. No obstante, especialistas consultados por Hoy, advirtieron que el kirchnerismo deja una herencia “insostenible” que, tarde o temprano, obligará a devaluar.

Al borde del delito

Kicillof superó su propio ridículo televisivo al trenzarse con un periodista que lo cuestionó por la excesiva presión fiscal que el impuesto a las Ganancias ejerce sobre los trabajadores. “No es cierto que cada vez más gente paga Ganancias. Sólo el 10% de un total de 11 millones de asalariados”, se defendió, e, insólitamente, desafió: “Pase por mi oficina y lo invito a ver la lista, uno por uno, del millón de personas que pagan el impuesto a las Ganancias”.

Pero esa información es confidencial y por ningún motivo debería publicarse. Si lo hiciera, el ministro cometería el delito de incumplimiento de deberes de funcionario público y violación de secreto fiscal.