Cristina y otra muestra de bipolaridad política

EN FOCO

Luego del fin de semana largo,  reapareció la presidenta Cristina Kirchner para pintar un país que sólo puede existir en su imaginación o en la mente de los aplaudidores que la rodean.  

En ese sentido,  durante un acto que se desarolló ayer en la Casa Rosada, donde se montaron diferentes videoconferencias, la primera mandataria pretendió hacer creer que la Argentina se encuentra en el mejor de los mundos sólo por el hecho de que algunos ciudadanos durante la Semana Santa viajaron en avión a Nueva York o porque hubo gente que descansó en centros turísticos.

"Tengo una amiga que viajó a Nueva York y se cruzó con muchos argentinos", dijo CFK, como si estuviese hablando de una verdad revelada, en un mensaje que claramente estuvo dirigido a la clase media.

"Antes de dejarse llevar por la caja boba (de la televisión) acuérdense cómo estaban en el 2003 y cómo están ahora", enfatizó la presidenta. Y luego manifestó, sin dar ninguna prueba, que su Gobierno sufrió "boicots de adentro y de afuera".

"Esperemos que el próximo gobierno que venga pueda hacer las cosas mucho, pero mucho mejor porque encontraron las cosas como nosotros las dejamos", remarcó.

Obviamente, la realidad se ubica en el otro extremo a lo que plantea CFK. Por un lado, tal como lo venimos reflejando en el diario Hoy, los propios comerciantes minoristas vienen alertando que la actividad se derrumbó en las últimas semanas, producto de la inflación y la recesión que afronta el país. La caída supera el 30% en términos interanuales. 

A su vez, hacer un diagnóstico del funcionamiento de la economía del país, en función de datos parciales del turismo durante el fin de semana largo, es muy poco serio ya que no abarca la complejidad de la crisis que se está viviendo en la Argentina, donde hasta la Iglesia, que mantiene extrema cautela en cada una de sus declaraciones, especialmente desde que Francisco está en el Vaticano, advirtió que la pobreza es cinco veces más a la que reconoce el kirchnerismo (ver página 5).

A su vez, plantear qué el país está mejor que en 2003, parece una broma de mal gusto. Precisamente, el peor pecado del kirchnerismo fue haber dilapidado los miles y miles de millones de dólares que ingresaron al país, producto de condiciones externas excepcionales para los commodities que exporta la Argentina, en clientelismo y negociados oscuros que le llenaron los bolsillos a los que detentan el poder y sus amigos. Ellos fueron los únicos que tuvieron una década ganada, a costa de los millones de compatriotas que jamás pudieron salir de la pobreza o de la indigencia. 

Peor aún, en los últimos años, a partir del deterioro económico, la marginalidad se extendió como una mancha de aceite, flagelo que se agravó como consecuencia del narcotráfico. Tenemos toda una generación de chicos, adolescentes y jóvenes con neuronas quemadas, incapaces de poder distinguir el límite que se atraviesa cuando se mata a una persona. Se trata de personas que no tienen nada que perder, dispuestas a todo, lo que lleva a que diariamente haya compatriotas que a los largo y ancho del país mueren en manos de delincuentes, por el solo hecho de tener un auto, un par de zapallitas de marca o unos pocos pesos en el bolsillo.  

El show de Cristina se completó, ayer, con un par de frases que si no fuesen trágicas, ya que estamos hablando de la presidenta que tiene la responsabilidad de conducir los destinos de 40 millones de argentinos, hasta resultarían cómicas. A saber:

-"El rencor hace mal y te saca arrugas"

- "Hay periodistas que piden la renovación de la política y tienen 110 años"

-“En 2003, (Kirchner) vino del sur para rescatar a los políticos y empresarios que no podían salir a la calle”.

En definitiva, hay frases que hablan por sí solas. Y muestran, en toda su dimensión, lo grave que resulta estar en manos de un gobierno obsesionado en no querer aceptar otra visión de la realidad que no sea la de su propio relato.

La desprotección de los mares

La máxima responsable que ha desprotegido nuestros mares, como nunca antes, dejando que buques de distintas nacionales depreden nuestros recursos ictícolas, ayer anunció, con bombos y platillos, la puesta en funcionamiento de un buque oceanográfico que supuestamente realizará tareas de investigación.

Llama la atención que recién después de 11 años de ocupar el sillón de Rivadavia, la primera mandataria anuncie que se realizará esta tarea, en momentos en que la pesca atraviesa por un momento sumamente crítico. Hay números que hablan por sí solos. 

Según los últimos reportes del Ministerio de Economía bonaerense, las capturas cayeron un 32,3% en el último año. El epicentro es el puerto de Mar del Plata, que quedó en jaque luego de la devaluación de enero pasado.

A la crisis de nuestro país se le suma diariamente que desde Puerto Deseado, en Santa Cruz, hasta la provincia de Buenos Aires, cientos de barcos extranjeros traspasan la milla 200 del océano Atlántico para entrar en aguas argentinas a llevarse ilegalmente el pescado.

El territorio marítimo argentino comprende casi 3 millones de km2, y es equivalente a casi diez territorios de la provincia de Buenos Aires o de Italia. Se trata del ámbito por donde circula el 90% del comercio exterior nacional.

El caos reinante es producto de que el gobierno K viene instrumentando una dramática reducción presupuestaria en la Armada para hacer controles, a lo que se le suma una reducción de las horas de navegación y de vuelo de patrullaje marítimo.

Ayer, la primera mandataria, como si fuese una mera relatora de la realidad, dijo que  "en la milla 201 hay verdaderas ciudades flotantes dedicadas a la pesca", como si se tratara de un problema que sólo se encuentra fuera de los límites de nuestros mares.  A esta altura, está claro que el gobierno hace rato que es un barco que perdió el rumbo.