El dólar blue en su máximo histórico

¿Hasta cuándo aguantará la economía?

El dólar blue alcanzó su máximo histórico. Las reservas del Banco Central se desangran. El kirchnerismo busca que sea el próximo gobierno el que asuma el costo de devaluar. Pero su margen de acción es cada vez mas acotado

La crisis económica, generada por el gobierno, se agudiza hora tras hora, jornada tras jornada. Desde la semana pasada, de forma ininterrumpida, se vienen registrando datos alarmantes sobre el funcionamiento de la economía, siendo una de las variables más preocupante la cotización del denominado dólar blue que, tal como lo viene informando Hoy, influye en los precios de numerosos bienes y servicios. Es decir, por más que se trate de un mercado no oficial, el valor del dólar paralelo impacta de sobremanera en los bolsillos de los argentinos.

Ayer, la verde divisa en el mercado informal alcanzó un máximo histórico de $16,04, lo que obligó al gobierno a realizar una fuerte intervención a través del Banco Central. Finalmente,  cerró en $15,97, dos centavos por encima del precio récord que había alcanzó el 24 de septiembre del año pasado.  De esta manera, la brecha con la cotización oficial es del 72%. Recordemos que, debido al cepo cambiario, conseguir un dólar a $ 9,28 es una misión por demás complicada, casi imposible. Una diferencia tan amplia entre las cotizaciones es un triste privilegio que nuestro país comparte con las economías más atrasadas del mundo como la que existe en la Venezuela chavista.

¿De qué forma  intervino el gobierno para que la cotización del blue no termine por encima de la barrera psicológica de los 16 pesos? El Banco Central se desprendió de 50 millones de dólares de sus reservas, que fueron destinadas a satisfacer la demanda de los ahorristas que, de forma desesperada, buscan refugiarse en el verde billete para cubrirse del vendaval económico y de la posible devaluación que, más temprano que tarde, se instrumentará en la Argentina.  El gasto que ayer realizó el Central se suma a los 60 millones que tuvo que destinar el lunes pasado. Es decir, en lo que va de la semana, el Central perdió más de 100 millones de dólares.

La capacidad de poder intervenir se vuelve cada vez mas acotada. Según las cifras oficiales, los activos del BCRA suman unos u$s33.629 millones, 40% de lo que había cuando Cristina Kirchner comenzó su segundo mandato en 2011 e impuso el llamado cepo cambiario. Asimismo, solo una parte de las reservas del Central son auténticas o de libre disponibilidad. Ocurre que si a las reservas brutas se les restan los yuanes aportados por China a través del denominado swap, que obviamente no salen gratis y sólo sirven para hacer operaciones con ese país; más los depósitos en dólares de particulares; los pagos a los bonistas retenidos por los fallos del juez norteamericano Thomas Griesa; las letras dolarizadas y otros fondos que son definitivamente deuda, el stock neto se achica a unos US$ 13.500 millones. Y, dado las actuales circunstancias económicas, se espera que serán bastante menos en diciembre, cuando se produzca el cambio de gobierno.
La pregunta que se hacen muchos es  la siguiente: ¿hasta cuándo puede aguantar esta situación? ¿qué margen de maniobra tiene el gobierno nacional de no devaluar antes de las elecciones? Faltan dos meses para que los argentinos tengamos que ir nuevamente a las urnas y todo indica que la intención del kirchnerismo es no pagar el costo político de lo que significa devaluar. En otras palabras, Cristina Kirchner pretende que sea Daniel Scioli o Mauricio Macri los que tengan que adoptar esa decisión. Pero en un contexto de crisis como el actual, tres meses, que es lo que resta para el recambio de autoridades, es mucho tiempo.

¿Por qué el gobierno tiene tanto miedo a devaluar? Recordemos que, a principios del año pasado, cuando el gobierno K decidió depreciar la cotización del peso en un 20%, se generó una espiral inflacionaria que causó estragos ya que se complementó con una recesión económica que aún continúan. Ahora bien, teniendo en cuenta la devaluación que se vienen registrando en países estrechamente vinculados comercialmente con la Argentina –China, Brasil, Uruguay y Chile, entre otros- las presiones cambiarias aumentaron.

Hace dos años que la economía no crece en la Argentina. Y si la inflación actualmente se encuentra en un 30 por ciento anual, cuando en 2014 rozó el 40%, es precisamente una consecuencia del enfriamiento de la economía, situación que se ha cobrado miles y miles de empleos en los últimos 12 meses. A esto se le suma que las economías regionales, a lo largo y ancho del país, se encuentran al borde del precipicio. El atraso cambiario ha dinamitado la competitividad al punto que los productores de peras y manzanas del Alto Valle están dejando que se pudran las frutas en las plantaciones por las trabas para exportar y por la imposibilidad de poder acceder a una rentabilidad que, al menos, permita cubrir los costos dolarizados que tiene que afrontar. Lo mismo les sucede a los tamberos y a los citricultores a lo largo y ancho del país. En el plano ganadero la situación es igual de alarmante al punto que los productores se ven imposibilitados de poder aprovechar el beneficio que significa que los Estados Unidos haya abierto los mercados a la carne argentina: la política intervencionista del gobierno ha provocado que, en los últimos años, tuvieran que bajar la persiana unos 150 frigoríficos, dejando en la calle a más de 17.000 trabajadores. Y también quebraron alrededor de 14.000 ganaderos.

Los especialistas afirman que una devaluación incentiva las exportaciones y puede mejorar la competitividad siempre y cuando existan planes estratégicos destinados a fomentar e incentivar la producción, algo que brilló por su ausencia durante toda la era K.

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