La negación, síntoma del naufragio oficial



El ex presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln, inmortalizó una frase que ha sido emblema para toda la política mundial, como lo fue "puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo".

En la Argentina kirchnerista, la negación de los problemas que afecta a la sociedad ha sido una constante que se ha mantenido a lo largo de la mal llamada década ganada. De allí que se nieguen en forma sistemática los efectos nocivos de la inflación sobre el ciudadano medio, o que el titular de Aerolíneas Argentinas, el camporista Mariano Recalde, salga a vociferar públicamente que la aerolínea de bandera no sufre ninguna clase de problemas luego de una semana en que viajar en ella se hizo imposible por la sobreventa de pasajes y la incapacidad oficial para solucionar esos inconvenientes.

Para agregar más carencia de habilidades a su fracasa gestión al frente del Ministerio de Economía, Axel Kicillof aseveró en una recorrida de campaña que hizo por algunos barrios porteños, que el dólar blue “no es una inquietud de los vecinos" y que este mercado paralelo “mueve menos que la quiniela”.

La falta de reflejos políticos mostrada por el ministro K es más que evidente, sobre todo tras varias semanas en donde el precio de la moneda no oficial ha subido en manera constante llegando a trepar por encima de los 15 pesos y abriendo la brecha con el dólar legal a más del 60 por ciento.

Para sumarle más a este derrotero de declaraciones, Kicillof afirmó que "hay una especie de hinchada del dólar ilegal" porque "cada vez que hay una elección empiezan con el dólar y la devaluación, y no son las inquietudes de los vecinos en general. En la Argentina hay una tradición muy larga de que haya muchos desarreglos cambiarios".

Al rodearse de cortesanos que sólo dicen lo que el jefe quiere escuchar, el kirchnerismo demuestra una profunda carencia de inteligencia de la forma en que hay que gobernar un país, así como también una terrible falta de respeto hacia el ciudadano común, que en su gran mayoría quiere de sus funcionarios respuestas concretas a los problemas que lo atormentan diariamente.

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