Crisis en la producción de manzanas que impacta en la calidad de las frutas

Mordiscos prohibidos

En el valle de Río Negro y Neuquén no se puede invertir en las explotaciones frente a la crisis financiera que puso a muchas empresas ante la chance de cerrar las puertas para la próxima temporada. Además, apareció una merma en la calidad que denuncia el problema estructural. Pérdidas de 250 millones de dólares

Producir manzanas es toda una artesanía. Como le dicen los especialistas, estos frutales “de pepita” en la zona del valle de Río Negro y Neuquén absorven una mano de obra que muy pocas actividades tienen en la Argentina, más que la industria automotriz (en esa zona está el 90% del total del país). Pero este año quedaron 200.000 Tns. en las plantas o en el suelo, sin cosechar. Marcelo Loyarte (50), gerente de la Cámara Argentina de Fruticultores Integrados (CAFI) le dio números a Hoy: “el panorama económico nos lleva a estimar pérdidas de 250 millones de dólares, sobre un total de mil millones que factura la actividad”.

Pero la tradición del complejo frutícola de la pera y la manzana, con su histórica contribución del valor agregado, hoy tiene un alarmante gusto a poco: “La producción quedó relegada frente a otros países del hemisferio sur que demostraron mayor capacidad de reconvertir sus estructuras productivas y comerciales hacia las exigencias o mejores prácticas internacionales, como nuevas variedades, tecnologías y formas de comercialización”, contó a Hoy el titular de una exportadora rionegrina que hace 25 años negocia manzanas por todo el mundo. El mercado interno y externo requieren de una manzana de un rojo pleno, pero “el valle sólo tiene un porcentaje de variedades que cumplen esos requisitos”.  Así, el efecto es que en nuestras góndolas, en La Plata, Capital y en el GBA, encontrar una manzana realmente exquisita es toda una lotería, aunque lleguen desde Río Negro (78% de todo el porcentaje productivo). La primera razón es algo obvia: la mejor tiene prioridad exportadora.

Todos deben cumplir las normas de altos niveles de complejidad que exige el mercado internacional, y las mismas castigan a los productores pequeños y medianos que, desfinanciados, abandonaron las tareas culturales –con la que logran volumen y calidad-. Ahí, la segunda razón.

Un conservador en la cámara

El agricultor (amén del lamentable precio que recibe de 2 pesos de máxima, contra los 25 que paga el consumidor) carga con exigencias en sus prácticas agrícolas, que los organismos nacionales y provinciales les hacen cumplir a rajatabla. Eduardo Artero (63), presidente del Consorcio de Riego y parte de la Cámara de Productores de Cipolletti, dio otra explicación del por qué no se ven manzanas de primera. “La hacen cosechar a propósito así, sacándola algo verde, por lo que les falta azúcar. Para conservarla, el productor la lleva a la cámara frigorífica -para ser comercializada a lo largo del año- y le corta la maduración con un producto (Marfress), que le saca el oxígeno y queda stand by en la cámara, hasta que dentro de un año, al sacarla del frío, está igual”.

Sorprendido por la mala calidad que llega a Bs.As., Artero dijo “no saber por qué llega el descarte al mercado, si acá los frigoríficos están llenos al no comercializarse la que antes iba a Brasil. Tendrían que estar comiendo jamón del medio”. Además, explicó que a las manzanas de tamaño chico “el empresario no las paga y las tira, tienen valor cero, como las que son muy grandes. Debe haber alguien que manda lo que es para Industria”, agregó.

Para colmo de males, no consigue suficiente personal para realizar el 70% de la producción: “pocos se quieren dedicar a podar, ralear, cosechar, atar…”
 
El sector desafía vientos, lluvias, calores ¡y Gobiernos como el nuestro! Solo piden otro Gobierno que los saque del purgatorio y cual metáfora bíblica, devuelva la manzana al paraíso perdido.

Qué clima…

Un empresario frutícola solo puede llegar a manejar un 5% del negocio vía planificación. El resto del negocio depende de variables poco manejables como el tipo de cambio real, que marcará, a priori, si se puede exportar o no. Pero el clima juega un papel fundamental y en estas horas está la llamada etapa de floración de la manzana, con riesgos de que heladas tardías puedan afectar la cosecha. Todo está por verse. Pero el temor se alimenta del antecedente de hace casi un año: el 8 de octubre de 2014 cayó una granizada pocas veces vista (“lo que caía eran como granos de arroz”) apedreando los manzanos. Como consecuencia, “las plantas quedaron recargadas y se estresaron al no cosecharse. Este año no tienen flores, y si no hay flores no hay frutas. La que es roja, no floreció”, disparó un productor a Hoy. Ante todos los males, queda una esperanza. Cristina Kirchner dejará el sillón de Rivadavia el 10 de diciembre, y la temporada del complejo pera-manzana se abre el 10 de enero. En esos 30 días entre medio vive la esperanza del sector.

Una crisis que se extiende a todas las economías productivas

Por Norberto Vidoni (Ingeniero Industrial del Comité de Crisis de Villa Regina (Río Negro)
Especial para Hoy

La fruticultura vive un estado de crisis como todas las economías productivas (yo uso productivas en vez de regionales, porque en la última década se castigó la producción genuina en general). La actividad cuenta con unas 48.000 hectáreas plantadas de frutales, existen unos 350 empaques y unos 240 frigoríficos con una capacidad de 900.000 toneladas, y unas cuatro plantas jugueras importantes (en la era K desaparecieron 8 complejos jugueros). ¿Cuál es la causa? La respuesta está en la política económica nacional. Lo mismo con las empresas de conservas: hace 30 años había 36 en Río Negro, y hoy solo quedan tres.

En cuanto al problema de calidad, hay factores climáticos, pero también otros daños, que van desde problemas en la cosecha donde el operario anda con un recolector subiendo y bajando escaleras y golpea la fruta, o durante el traslado desde la chacra hasta el galpón o frigorífico por calles en mal estado y con polvo que actúa como una lija entre fruto y fruto.

En Europa ciertos supermercados trabajan mucho en calidad y buenas prácticas agrícolas con una campaña publicitaria para promover, mediante un sello y una garantía de conformidad con los productos, para que si alguien no está conforme con la calidad se le devuelva el total de la compra en 5 días. Por lo tanto, las exigencias a sus proveedores son mayores. El mundo exige la utilización adecuada de pesticidas y fertilizantes, el seguimiento del producto desde el campo hasta el supermercado y la calidad y cantidad de agua utilizada en el riego. Y acá ahora nos quieren hacer creer que la extracción de petróleo puede convivir con la producción agrícola.