Sobran opiniones, faltan planes

La visita de los presidentes de dos potencias, como son China y Rusia, marcaron el ritmo político de la semana que pasó y puso de manifiesto que el kirchnerismo está terminando su gestión de la peor manera. 

Concretamente, ante la necesidad acuciante de que ingresen capitales para evitar que la crisis económica termine en un estallido, los K están dispuestos a entregar a naciones extranjeras y multinacionales, sin ningún miramiento, las pocas joyas de la abuela que aún se conservan, condicionando así las próximas gestiones gubernamentales. Estamos hablando, concretamente, de las riquezas naturales que se encuentran en nuestro territorio, especialmente las que se hallan en el subsuelo y están sin explotar.

Algunos números hablan por sí solos. Según la Energy Information Administration, que es el organismo energético oficial de los Estados Unidos, en la zona de Vaca Muerta (provincia de Neuquén) habría 27 mil millones de barriles de petróleo no convencional, cifra que multiplica por 10 la cantidad de reservas existentes en el país (no llegan a los 2800 millones de barriles) y que, en caso de no haber modificaciones en la política de hidrocarburos, se agotarían en once años de consumo. Ahora bien, en caso de desarrollarse el yacimiento neuquino, las reservas podrían ampliarse hasta casi 120 años.

A su vez, en lo que respecta al gas natural la situación es muy similar. Las reservas de la Argentina alcanzan a 11,7 trillones de pies cúbicos, y sólo durarían siete años en caso de no explotarse nuevos yacimientos. Ahora bien, las reservas en Vaca Muerta rondarían los 802 millones de pies cúbicos, o sea más de 70 veces lo que actualmente está disponible en el país, lo que alcanzaría para cubrir el consumo doméstico durante cinco siglos.

Obviamente, semejante potencial hidrocarburífero está en la mira de las grandes potencias y de las principales multinacionales, que pueden sacar provecho de la cáscara vacía que hoy por hoy es YPF, una empresa semiestatal que ni siquiera está en condiciones de garantizar mínimas condiciones de seguridad en la refinería que tiene en Ensenada. Corremos el riesgo de terminar como Bolivia, que tiene gran parte de su población sin gas natural, viviendo en la pobreza, pese a contar con una de las reservas más importante del planeta.

Lo más preocupante del panorama no es sólo el entreguismo de los K, sino también la ausencia de propuestas superadoras tanto en la oposición como en las distintas variantes del oficialismo que aspiran a suceder a Cristina Fernández en el sillón de Rivadavia a partir de diciembre de 2015.

En momentos en que falta poco más de un año para las elecciones primarias, y se requieren definiciones concretas y precisas sobre distintos aspectos económicos, en un país que está en recesión y que tiene un índice de inflación que se encuentra entre los más elevados del mundo, en la oposición parecen predominar los opinólogos que se dedican solamente a cuestionar los actos de corrupción que proliferan en la administración K.

Lo que parecen no entender varios referentes políticos es que la corrupción es algo inherente a este modelo económico, que lleva a que haya uno de cada tres compatriotas viviendo en situación de pobreza o indigencia. En aquellos países donde campea el subdesarrollo, la marginalidad y la exclusión, por lo general se imponen los déspotas y los corruptos. Un claro ejemplo de esta situación se puede observar en las naciones más pobres y atrasadas de Africa. 

En cambio, en aquellas naciones donde sus habitantes tienen posibilidades de acceder a un empleo digno, con economías basadas en sólidos aparatos productivos y en industrias que otorgan valor agregado, los corruptos tienen márgenes de acción mucho más acotados. Un pueblo bien alimentado, empapado de la cultura de trabajo, desarrolla un espíritu crítico y eleva el nivel de exigencia a sus gobernantes.      

La ausencia de propuestas de nuevas políticas de Estado se da prácticamente en todos los niveles, no sólo en materia energética. Hoy por hoy es muy difícil encontrar, en el heterogéneo mapa político de nuestro país, iniciativas concretas, coherentes y estructuradas que digan, por ejemplo, cómo debe encarar la Argentina su problema con la deuda externa, que está dejando al país sin divisas, al borde del default, luego de que durante una década se desembolsaron más de 200 mil millones de dólares para cumplir con los acreedores.

En algún momento, el gobernador Daniel Scioli, que está metido de lleno en la carrera presidencial, hizo decirle a sus principales asesores económicos –Mario Blejer y Miguel Bein- que era necesario arreglar con los fondos buitres para poder mejorar las condiciones de acceso al mercado de capitales. Pero luego sobrevino la decisión de la Corte de EE.UU de dejar firme el fallo del juez Thomas Griesa, que ordenó abonarle el 100% a los fondos buitre.  Automáticamente, Scioli y sus economistas se llamaron a silencio, y evitaron confrontar con el kirchnerismo. Consecuencia de ello, el sciolismo hoy carece de programa económico. No se sabe cuáles son las medidas que podría tomar el gobernador en caso de llegar a la Casa Rosada. En igual situación se encuentran prácticamente todos los precandidatos presidenciales. Semejante grado de especulación política lo único que hace es generar mayor incertidumbre, ahuyentando la confianza. Ello llevará a que el país se le haga cada vez más difícil poder salir del estancamiento.

Juan Gossen
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