Así como ocurrió en Argentina con el “diciembre del 2001”, Estudiantes tuvo su “diciembre” en el año 2003 cuando durante una semana el equipo llegó a tener dos técnicos, con renuncias, idas y venidas entre dirigentes y entrenadores.
Así como ocurrió en Argentina a finales del 2001, Estudiantes de La Plata tuvo su “diciembre” lleno de incertidumbre, pedidos y manifestaciones espontáneas de los hinchas hace 20 años. Ocurrió cuando en los últimos días del almanaque del 2003 Carlos Bilardo le quería dejar el cargo de entrenador a Carlos Pachamé.
Corrían los últimos días de aquel convulsionado año 2003, en el que la dirigencia del expresidente Julio Alegre había tenido que cesantear a Cacho Malbernat después de perder un clásico en abril y fue a la búsqueda del regreso de Carlos Salvador Bilardo como entrenador.
El Narigón vivía en el mismo barrio de Buenos Aires que hoy lo tiene descansando junto a su familia en el medio de un proceso delicado de salud.
Los hinchas del Pincha estaban divididos en la opinión: la mitad pedía por el regreso del Profesor Daniel Córdoba y la otra mitad apoyaba a los dirigentes de turno que se resistían al regreso del “Profe”.
Eran tiempos en los que el club empezaba a mostrar algunos jugadores de las inferiores y recién asomaban y pisaban Primera el Pampa Marcos Gelabert, Marcelo Carrusca, se afianzaba Nicolás Tauber, se hacía fuerte el Tecla Farías y sonaban los nombres de un tal “Mambrú” Angeleri y el “Principito” Sosa, quien vivía en la pensión de 7 entre 34 y 35 que el club ya no tiene más.
Carlos Bilardo no tenía intenciones de volver a dirigir y las marchas a la sede para pedirles explicaciones a los dirigentes eran constantes. Todos los días había móviles periodísticos después del mediodía y había hinchas arriba de la rambla de calle 53 entre 7 y 8 pidiendo explicaciones.
“Es Carlos o el club queda en manos de nuevo de Córdoba”, decían los dirigentes más detractores al “Profesor”, quien para aquel otoño del 2003 era una especie de “mesías” en la conducción técnica albirroja, mucho antes de la llegada de Simeone o Sabella.
Bilardo dilató la decisión durante una semana, y tuvo una manifestación de hinchas en la puerta de su casa que viajaban todos los días a pedirle que acepte la propuesta para volver al club.
Finalmente, movilizados por el expresidente Alegre, una docena de fanáticos logró torcerle el brazo al doctor, quien asumió su último ciclo como técnico albirrojo a finales de abril de aquel 2003. Pero en el fondo, era vox populi que no estaba del todo convencido, ya con más de 65 años y con ganas de analizar fútbol por televisión más que de dirigir.
Bilardo tomó las riendas del equipo y generó una revolución para toda una generación de hinchas que nunca lo habían visto dirigir al equipo como sí había ocurrido con otros que vivieron las campañas de 1982 y 1983.
Fue entrenador del Pincha durante lo que restaba de aquel 2003, aunque había firmado un contrato para finalizar la temporada hasta junio del 2004.
En diciembre, y ante la falta de respuestas por el pedido de refuerzos, el Narigón quiso dejar a Carlos Pachamé (su ayudante de campo y amigo fiel de toda la vida) como técnico y dar un paso al costado de forma simbólica. Allí surgió el último gran clamor popular de los hinchas de Estudiantes, quienes se opusieron a la maniobra y volvieron a manifestarse para pedir explicaciones a la sede de Estudiantes. Fue el “diciembre del 2003” de Estudiantes, hace 20 años, cuando los hinchas se levantaron y dijeron basta: una cosa era Bilardo como entrenador para evitar el regreso del Profesor Córdoba y otra muy distinta era que el equipo quede en manos de Pachamé.
Pasaron los días y la tensión crecía como la temperatura del verano que recién comenzaba.
“Carlos, tenés que estar vos”, habría sido la frase que usó el expresidente Alegre para evitar un posible “golpe institucional” que contemplaba el pedido de elecciones anticipadas por el disconformismo reinante por la campaña deportiva.
Finalmente, hace exactamente 20 años, un 31 de diciembre del 2003, Carlos Bilardo confirmó que seguiría para terminar su contrato y de esta manera llevar “paz” a los hinchas que pudieron levantar la copa en aquel fin de año sabiendo que el ídolo del club seguiría en el cargo al menos hasta la mitad del 2004.