Arte criollo en la Copa
Un cuarteto de porteños se lanzó a la aventura mundialista y apeló al ingenio para mantenerse. Convertidos en artesanos, tienen como objetivo seguir los partidos de la Selección nacional
Textos: Juan Pablo Ferrari
Fotos: Demian Alday
Enviados especiales a Brasil 2014
El ingenio argento da para todo. En la puerta del predio de Atlético Mineiro, donde la Selección nacional se prepara para afrontar su debut en la Copa del Mundo, algunos compatriotas apelan a la picardía criolla para conseguir una entrada o estar cerca de los jugadores del equipo de Alejandro Sabella.
Nicolás Caprarola, Ignacio Martusceli, Ramiro Guillén y Franco Santorelli podrían haber integrado la categoría de los jóvenes “ni-ni”, que en Argentina ni estudian ni trabajan. Sin embargo, este cuarteto de porteños decidió embarcarse en la aventura mundialista: llegó a Brasil en febrero para los carnavales y se quedó para intentar ver los partidos. ¿Cómo hicieron para sobrevivir todo este tiempo? Fabricaron pulseras de colores con diferentes motivos, que pusieron a la venta en las playas de Florianópolis primero, y Río de Janeiro, después.
Ante la devaluación que sufrió el peso en nuestro país, la diferencia económica la suelen hacer con los turistas europeos, que pagan en euros o dólares.
Con el paso de los meses, Franco Santorelli comenzó a ensayar temas musicales con un órgano de miniatura que le permitió juntar dinero en los semáforos.
Todos, de una u otra manera, logran sobrevivir y generar una mínima capacidad de ahorro para intentar ver los partidos del Mundial.
“Hasta 550 reales por una entrada pago”, cuenta Nicolás, ilusionado con poder conseguir un lugar para uno de los tres partidos del equipo nacional.
Lo cierto es que si hasta ahora lograron sobrevivir con muy poco, nadie podría atreverse a subestimar la capacidad de ingenio de este grupo de jóvenes aventureros que le hacen un culto a la argentinidad.