Desde La Plata salió Uruguay campeón

La Celeste logró el primer Mundial Sub-20 de su historia y sus hinchas lo celebraron a lo grande. Pura emoción y color para coronar una noche inolvidable.

El Clásico

12/06/2023 - 00:00hs

Desde su llegada como director técnico de la Selección mayor, el argentino Marcelo Bielsa dejó en claro que era momento de que la Celeste tuviese un recambio pronunciado. Poniéndole fin a la era de figuras indiscutidas de la talla de Diego Godín, Edinson Cavani y, más temprano que tarde, Luis Suárez.

Esto generó algunas discrepancias en varios de los hinchas orientales, pero también mucho apoyo. Es que Uruguay tenía un equipo juvenil que generaba ilusiones y el hecho de que el Mundial Sub-20 se mudara a nuestro país reforzaba el deseo de “a todo o nada”.

Su figura Franco “Cepillo” González se lo dejaba en claro al diario Hoy, en zona mixta: “Es una motivación que este Mundial se juegue en Argentina. Al ser un país vecino podrán venir muchos de nuestros hinchas y nos sentiremos mucho más locales”. Y vaya si el “10” tenía razón, porque un colmado Estadio Ciudad de La Plata “Diego Armando Maradona” le terminó dando la derecha con una parcialidad que reventó las tribunas de 25 y 32 y fue más local que nunca.

Es que el Único parecía el Centenario, es que La Plata parecía Montevideo. Uruguay no se achicó y con su gente como motor principal celebró una consagración histórica llenando nuestra ciudad de color y festejos, tras los que significó la explosión consumada en el minuto 40 del complemento con el gol de Luciano Rodríguez.

“Uruguaaaaay”, fue el grito que ensordeció a nuestra ciudad tras el pitazo final del árbitro Glenn Nyberg. No llegó a ser el famoso “Uruguay nomá”, porque las lágrimas, el llanto y la emoción tejían un nudo en las gargantas charrúas que se estremecían ante la conquista de sus botijas.

Los infaltables himnos no tardaron mucho en hacerse oír. “Dale campeón, dale campeón”, y el “Vamo’ Vamo’ los pibes” apagaban a la voz del estadio en 25 y 32. Ya poco importaba el frío, y la ola polar. La ola celeste invadía la ciudad para celebrar, lo que todos desde un momento imaginaron que sería una tarde-noche de pura gloria.

Por supuesto, todos y cada uno de los hinchas esperaron a la ceremonia de premiación. Y estallaron de alegría cuando el capitán celeste Fabricio Díaz levantó el trofeo que fue llevado al campo de juego por un ídolo argentino, Maxi Rodríguez. Aplaudido por medio estadio, de hinchas de Peñarol, pero silbado por los fanáticos de Nacional.

Maxi acercó la Copa junto a un referente italiano. Ni más ni menos que el fenómeno Roberto Baggio. Juntos le dieron el trofeo a Infantino, que se lo dio a los botijas charrúas para que celebren junto a sus familiares y su gente su gran logro. Uruguay campeón, y La Plata fue testigo de ello.

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