El Pincha igualó 1-1 ante Barracas Central en UNO en un partido cargado de polémicas arbitrales y frustraciones. El equipo de Eduardo Domínguez mereció más, pero volvió a sufrir por su falta de efectividad y dejó escapar dos puntos clave en la pelea por los puestos de arriba en la Zona A del Clausura.
El clima en UNO todavía respira enojo. Estudiantes empató 1-1 frente a Barracas Central en un encuentro que dejó más bronca que alivio. Porque el equipo de Eduardo Domínguez fue protagonista, generó, dominó y hasta golpeó primero, pero entre la polémica arbitral y la falta de contundencia volvió a perder terreno en su lucha por meterse entre los mejores del Clausura.
Barracas, que llegó a La Plata con un planteo ultradefensivo —un 5-3-1-1 que parecía una muralla—, apostó a cerrarse y esperar. El Pincha, dueño absoluto de la pelota, intentó con paciencia abrir los espacios, aunque le costó encontrar claridad en los metros finales. Cuando el trámite se empantanaba, una gran jugada individual de Medina forzó el rebote que Guido Carrillo transformó en el 1-0. Gol de goleador, de esos que llegan con sacrificio y oportunismo.
Pero el festejo duró poco. El visitante, con más empuje que fútbol, encontró el empate en el tramo final. Lo hizo luego de un desarrollo lleno de roces, amarillas que no se mostraron y fallos que dejaron muchas dudas. Hubo un gol anulado a Estudiantes que pareció lícito, otro bien invalidado por fuera de juego y hasta un cabezazo de Ascacíbar que pegó en el palo cuando UNO ya gritaba el segundo. El arquero rival, figura silenciosa, tapó al menos tres pelotas de gol que mantuvieron con vida al “Guapo”.
La sensación es compartida: el 1-1 no reflejó lo que se vio en la cancha. Estudiantes mereció más, pero volvió a fallar en su gran déficit de los últimos partidos: la definición. Los números lo respaldan. En lo que va del Clausura, el equipo promedia 1,1 gol por partido, necesita más de 11 remates para convertir y apenas el 10% de sus tiros terminan en la red. Domina, llega, presiona, pero no concreta. Y esa falta de eficacia empieza a pesar en la tabla.
Eduardo Domínguez, en conferencia, fue claro y visiblemente molesto por el arbitraje de Nazareno Arasa. “Le pregunté si dormía tranquilo. Yo sigo muy triste, lo único que puedo hacer es trabajar y mejorar”, señaló el DT, intentando mantener la calma. Luego, apuntó con firmeza: “Me entristece que normalicemos estas situaciones. Se habla más de lo que puede pasar desde el arbitraje que de lo que se genera futbolísticamente”.
El Pincha vuelve a los entrenamientos con la mirada puesta en corregir y afinar la puntería. Quedan fechas por delante y el objetivo sigue firme: clasificar a copas internacionales en 2026. Pero para lograrlo, deberá transformar la bronca en efectividad. Porque el fútbol, como demostró ante Barracas, premia a los que concretan, no a los que solo merecen. Y Estudiantes, por ahora, sigue debiéndole un gol a su esfuerzo.