Exportadores de canciones, importadores de sufrimiento

Por Juan Pablo Ferrari
Enviado especial a Brasil 2014

Argentina siguió el mismo camino que Brasil y Alemania y se instaló en los cuartos de final. Con un gol de Di María en tiempo suplementario, le terminó ganando a Suiza. El equipo buscó en todo momento y mereció ganar, pero mantiene problemas en el mediocampo y la defensa

Escuchar a un suizo que vive a más de 14 mil kilómetros de Buenos Aires cantar una canción de cancha que inventó una hinchada argentina invita a una reflexión: ¿sabrán lo que están diciendo estos tipos cuando gritan “olé, olé, olé, Suiza... Suiza”?

La experiencia mundialista confirma que los argentinos somos exportadores de canciones que animan los partidos de fútbol. Pero al mismo tiempo importadores de sufrimiento por el juego que se asimila al de otras potencias como Brasil y Alemania, que también tuvieron que ir al alargue para pasar a los cuartos de final. 

La Selección se topó ayer con un inteligente planteo europeo, que priorizó romper más que jugar. La férrea marca a Messi, que por momentos tenía a tres jugadores encima, confirma la preocupación que despierta el conjunto nacional en ataque. 

Con Di María jugando como válvula de escape por derecha y por izquierda, el equipo de Sabella logró comprometer a Suiza a partir de la segunda mitad del primer tiempo y sobre el final del partido. Sin embargo, encontró la definición en el segundo tiempo del alargue, cuando los osados hinchas europeos se animaban a gritar el “ooole, ooole”, que al final les marcó el camino para volverse a casa. 

Como había ocurrido ante Bosnia e Irán, Argentina volvió a toparse con un rival cauteloso, que desgastó a los jugadores nacionales trasladando la pelota de lateral a lateral. 

Así fue que sufrió los contragolpes cada vez que Shaqiri pisaba el área adversaria. Sin ir más lejos, en la búsqueda del gol, la jugada más clara del primer tiempo la tuvo Schär, quien recibió una asistencia en el corazón del área argentina y probó los reflejos de Romero, quien volvió a responder. Esa jugada despertó al equipo de Sabella, que terminó mejor parado en la cancha. 

En la parte final se impuso el despliegue de Mascherano y la frescura de Palacio para acompañar a Messi, Di María y Rojo en el ataque. El exjugador de Estudiantes volvió a ser un pilar en la defensa y en el ataque y se ganó la segunda tarjeta amarilla por jugar al límite en la recuperación. 

Con el desgaste realizado durante los 90 minutos, los dos equipos no lograron sacarse ventajas en el primer tiempo suplementario, cuando intercanbiaron algunas insinuaciones. Y cuando todos los caminos conducían a los penales, Messi gambeteó a dos rivales y se la dejó servida a Di María para sellar el pasaporte a los cuartos de final. 

Recién entonces, la melodía optimista que entonaron los hinchas de Suiza imitando las canciones de cancha de Argentina dejaron de escucharse como por arte de magia. Ni siquiera una definición de Dzemaili en el palo sobre el final del suplementario pudo resucitar a los seguidores europeos. 

Argentina, al fin de cuentas, confirmó que es un claro exportador de canciones y también un importador de sufrimiento en un Mundial en el que cualquiera le puede ganar a cualquiera. 

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