“Jugar en Gimnasia es un regalo de la vida, por eso dejo todo”

En diálogo con El Clásico, Sebastián Romero, quien a los 38 años fue la gran figura del Lobo en el empate ante el Pincha, contó sus sensaciones. “Estos partidos se juegan con el cuchillo entre los dientes, y lo hicimos”, disparó

Con 38 años y 20 corriendo detrás de una pelota en Primera División, Sebastián Romero jugó el clásico ante Estudiantes con el corazón en la mano. Impulsado por un sentimiento que lo llevó a esperar hasta último momento el llamado de la dirigencia para poder cumplir su sueño de retirarse con la camiseta del club de sus amores, Chirola torció el rumbo de su propio destino.

Desde un principio supo que corría desde atrás. A pesar de la edad y las credenciales ganadas, tenía que volver a demostrar y convencer a un técnico que no lo había pedido, pero que respetó el peso que tiene su nombre en la historia de Gimnasia. Y lo hizo. Luego de tres fechas esperando pacientemente en el banco de los relevos sin entrar tan solo un minuto, Chirola volvió contra Arsenal. En tanto, ante el Pincha tuvo su tarde soñada, la misma que esperó desde que se fue en aquel ya lejano 2010. 

Ovacionado por los hinchas, Romero, genio y figura del Lobo, le contó sus sensaciones a El Clásico luego del empate sin goles ante Estudiantes en el Bosque.  

—¿Fue justo el empate?

—Creo que merecimos un poco más, pero los partidos se ganan con goles, no por merecimientos. Llegamos poco, tuvimos nuestras chances y lamentablemente no las pudimos concretar. Hicimos un gran trabajo colectivo, soñaba con ganarlo y darle una alegría a la gente. 

—¿Qué les faltó?

—Los apretamos en todo momento para que no se sintieran cómodos y, a partir de ahí, la idea era lastimarlos. Fue un partido duro, como todos los clásicos. Quizás nos faltó llegar más enteros a la zona de definición, pero el equipo mostro carácter y hombría.   

—¿Marcaste el camino sobre cómo debe jugarse un clásico?

—No me doy cuenta de esas cosas. En la vorágine del partido, estoy a full, no veo cómo juego. Lo que tengo claro es que estos duelos se juegan con el cuchillo entre los dientes y la mayoría de los compañeros entendieron a la perfección cómo disputarlo. 

 —¿Estabas convencido de que ibas a terminar jugando?

—Desde el primer momento que hablé con Gustavo (Alfaro), me dijo que era uno más, y comencé a trabajar para demostrarle que podía jugar. Gracias a Dios me tocó estar la fecha pasada y pude repetir ante Estudiantes. 

—¿Qué sentiste ante tantas ovaciones de la gente?

—Fue muy lindo, un orgullo grande. Jugar en Gimnasia es un regalo de la vida y por eso me brindo al máximo en cada partido. Estoy aprovechando este momento, porque con la edad que tengo no creo que pueda jugar mucho más. 

—¿Qué se te cruzó por la cabeza?

—Este partido lo estaba esperando hace mucho, al igual que la gente de Gimnasia. Se me cruzaron muchas cosas por la cabeza. Estoy en el club desde los cinco años y jugar contra Estudiantes es especial. Quien diga lo contrario, miente. Para mí, siempre es una final. 

“Nunca pensé  tener un amigo de Estudiantes”

La amistad pudo vencer las fronteras de la rivalidad. Es que Chirola Romero, hincha desde la cuna de Gimnasia, durante su paso por Quilmes logró forjar una estrecha relación con Rodrigo Braña, ídolo de Estudiantes, con quien tuvo un duelo aparte. 

“Fue hablado, los dos tratamos de sacar ventaja con el árbitro. Nos conocemos mucho, pero después cada uno defendió su camiseta al máximo, luchamos para que el equipo que defendemos se quede con los tres puntos”, comentó. 

Más allá de alguna infracción o intercambio de palabras, el abrazo del final entre ambos fue el fiel reflejo de la amistad. “La verdad es que nunca pensé que iba a tener un amigo de Estudiantes, pero la vida y el fútbol me hicieron conocer a un ser humano maravilloso”, cerró.  

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