Argentina le ganó 4 a 1 a Bolivia, se clasificó primero y sumó su tercera victoria consecutiva. El sábado enfrentará a Ecuador por los cuartos de final, pero en Brasil todos la miran como el rival a vencer.
¿Cuánto hace que una Selección Argentina invitaba a ilusionarse? Mucho tiempo. ¿Cuándo fue la última vez que el fútbol argentino se sintió protagonista en un certamen internacional?
Por lo menos, cinco años. ¿Cuánto tiempo más tendrá que pasar para reconocer verdaderamente a Lionel Messi como se merece? Ya no tanto. Se lo ganó a fuerza.
El silencioso y pragmático Lionel Scaloni logró ayer consolidar un proyecto deportivo al frente del equipo de todos con los goles del Papu Gómez, Lautaro Martínez y dos de un Messi que se muestra más feliz y tranquilo que nunca.
A fuerza de resultados, pero también de buen juego, el técnico logró cambiar incertidumbre por certezas, antipatía por elogios, y mal concepto por confianza.
Ayer Argentina debía ganar por goleada ante un inofensivo equipo boliviano y lo logró. Sin embargo, lo hizo guardando gran parte del equipo titular, lo que supone que si hubiera utilizado lo mejor que tiene, la diferencia hubiera sido mayor.
El equipo de Scaloni, que encima ahora tiene a Lionel Messi como uno de los goleadores de la Copa, dejó atrás las ajustadas victorias ante Uruguay y Paraguay. También se olvidó de los partidos parejos con Chile (por eliminatorias y Copa América) y se reconoce como un equipo superior al resto, capaz de romper el maleficio que le viene negando a Argentina ganar la Copa desde 1993. En aquel año, justamente, la Selección de Basile contagiaba alegría. Tenía jugadores populares, queridos y ganaba los partidos sobre la confianza de un extenso invicto.
Este equipo de Scaloni, todavía lejos de haber encontrado la contundencia de Batistuta en Lautaro Martínez, también sigue estirando la racha de partidos sin perder, y ayer demostró que le sobra recambio, pensando en el largo camino hacia el mundial.
El resultado contra Bolivia confirmó que, aun con suplentes, este equipo puede golear y gustar en un partido internacional por una Copa oficial.
Sergio Agüero y Lionel Messi se entendieron y contagiaron alegría. El capitán está contento y volvió a cantar el himno.
Brasil empató y viene de mayor a menor en esta Copa. No sea cosa que en una hipotética final aparezcan los fantasmas de otro Maracanazo como el del Mundial de 1950...