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GimnasiaAlejandro Sabella cumpliría hoy 67 años y en el barrio platense donde vivió durante las últimas décadas sobrevuela una sensación de nostalgia y respeto hacia el último gran maestro que dio el fútbol argentino. El relato del plomero y el ferretero que compartieron anécdotas con Pachorra.
05/11/2021 - 00:00hs
En silencio respetuoso sobrevuela las casas bajas y pintorescas de la calle 4 de Tolosa. El sol de la mañana se abre paso luego de varios días inestables, y los vecinos aprovechan para limpiar las veredas, salir a hacer mandados o simplemente tomar aire.
Jorge, el histórico ferretero de 70 años espera a los clientes para vender, pero también para compartir una charla, hacer un comentario, o simplemente preguntar por cosas en común.
Alejandro Sabella cumpliría hoy 67 años, y es el primer aniversario sin su presencia en la zona de la ciudad que eligió para vivir, para pasar el resto de su vida y para hacer amigos.
La sola presencia de este multimedio en la cuadra no pasa desapercibida en la pasividad de la mañana de primavera. “¿Esa fotógrafa es de tu diario?”, pregunta sorprendido el comerciante que vive a metros de la casa que siempre ocupó Pachorra, incluso mucho antes de llegar a Estudiantes como entrenador.
Allí solía adquirir la famosa “cinta métrica” que Alejandro compró en más de una ocasión cuando se ponía a reparar cosas de su casa.
Bajo un profundo y ominoso silencio, hoy el barrio lo recuerda con admiración y también orgullo. A fin de cuentas, Tolosa fue la tierra elegida por el último gran prócer que tuvo el fútbol argentino, capaz de clasificar después de 24 años a la Selección a la final del un campeonato del mundo, y principal mentor del último equipo que salió campeón de América en pleno siglo XXI. En “colores”, como a él a le gustaba.
“Siempre salía con la bolsita a hacer mandados como cualquier otro vecino. Iba a hacer los mandados a la panadería de 528. Después había días que se iba a caminar a 32, de 1 a 7. Veía a todo el mundo y todos lo reconocían pero nadie le decía nada. Un tipazo que perdió el barrio”, comentó Ricardo, el plomero de la cuadra que conoce a la familia de Pachorra.
“Toda la familia siempre fue muy dada. Incluso, si lo veías en la calle y te acercabas a hablar, él te dedicaba el tiempo que fuese necesario para charlar”, describió, destacando que Sabella nunca perdió la humildad con los vecinos, aún antes de ir al Mundial de Brasil con la Selección, en el pico máximo de su carrera como entrenador.
Por su parte, Jorge, el ferretero amigo, admitió: “Era muy buena persona y excelente vecino. La última vez que vino al negocio me compró la cinta métrica. Nunca hablamos de fútbol, aunque para mí, que soy de Estudiantes, tenerlo como cliente era algo impresionante”, reflexionó entre risas el comerciante.
En el almacén y la panadería de la zona lo siguen recordando y extrañando. Pero el legado sigue intacto, y en el mejor de los recuerdos, hoy no faltará quien lo salude mirando al cielo, desde donde seguirá a todos en una estrella.