Juana Viale saludó a su contrincante con picardía
Tras ser diagnosticado con Covid-19, Andy Kusnetzoff no pudo salir al aire. La nieta de Mirtha Legrand le dejó un mensaje, deseándole una pronta recuperación.
Durante una entrevista exclusiva con diario Hoy, la actriz recordó sus inicios y su trayectoria en este género tan especial e intenso.
20/07/2020 - 00:00hs
Ana Acosta forjó una presencia certera en el teatro, el cine y la TV argentina. En diálogo con Hoy, la intérprete reflexionó sobre hacer humor y brindó detalles de su unipersonal y su vida familiar en confinamiento social.
—¿Cómo encuentra a tu familia este momento tan particular?
—Desde hace un tiempo, mi hija mayor se fue a vivir sola. Estoy extrañándola mucho. Como buena madre canceriana, soy muy posesiva. Por las noches no me duermo hasta que no me manda un mensaje que diga Mamá, te amo. Pueden ser las tres de la mañana porque se queda viendo series o lo que fuera. Lo mismo sucede a la mañana que espero señales de vida, que despierte y me escriba. Mi hija menor está en casa, hoy en día los que más sufren el encierro son los adolescentes. La más chica tiene 18, eligió la carrera que le gusta desde que tiene 12, Gastronomía, y tuvo una semana de clases, estaba envalentonada, feliz de la vida y se cortó todo. Ahora toma clases online, dio dos parciales y los aprobó.
—¿Cómo fue la experiencia de incursionar en el humor?
—No fue fácil hacer este camino. Recuerdo que cuando hice Rompeportones me criticaron mucho. Ya era conocida, me decían ¿Cómo estás en un programa tan machista? a lo que siempre respondí Si digo que no, tampoco hay presencia de la mujer”. La idea es ir cambiando. De hecho, dentro de estos shows, tenía mis propios sketches tanto en éste como en Peor es Nada, La Piñata, o en Rompenueces. Si bien fue un camino complejo, siempre hubieron personas con la cabeza más abierta que me permitieron lucirme dentro del humor como lo fueron Jorge Guinzburg, Hugo Sofovich y Juan Carlos Mesa. Las profesionales Diana Maggi, Juana Molina, entre otros se destacaron con trabajos buenísimos y llegaron a tener sus propios programas. Sin embargo, fue muy difícil tener un lugar dentro del humor, es decir poder demostrarlo. Después hay excelentes capocómicas o referentes que lo hacen muy bien.
—A la hora de explorarlo, ¿te parece que es un género difícil?
—Me parece que es una fórmula casi matemática. Cuando salí del Conservatorio de Arte había hecho unas obras clásicas pero siempre practicábamos en otros géneros, muy específicos en lo dramático. Incursioné en el humor con Pepe Cibrián en cuatro comedias musicales que adaptó. Es un capo. Desde ese momento, no paré de trabajar. Siempre me encargué de hacer para demostrar a través del trabajo que hay una diferencia a partir del esfuerzo y la perseverancia.
—¿Cuál es tu mirada sobre las producciones en el universo digital?
—El teatro online me parece un poco extraño, sobre todo cuando se estudia porque si o si precisas la presencia del otro para verlo, estar en conjunto, entre otros. Sin embargo, subo videos breves en Instagram de las 49 obras que tengo en mi haber. La gente las disfruta, las comenta. Estamos viendo cómo evolucionarán los protocolos para luego ver qué rumbo seguir.
Un clásico que resiste el paso del tiempo
—¿Cuál es el secreto para que Cómo se rellena un bikini salvaje esté siempre vigente?
—Este verano la repusimos en el teatro porque mi hija menor no sabía lo que era. Mi marido me aconsejó que la hiciéramos para que pudiera verla mientras que la mayor siempre fue una fanática. Durante muchos años, lo hice sin interrupción entre en los huecos que tenía de otros compromisos laborales.
—En tiempos de pandemia y posconfinamiento la obra parece ideal para seguir explotándola…
—Se trata de un unipersonal que será ideal para cuando puedan retomarse las funciones. No sé si los productores se van a animar a contratar elencos grandes. Me llamaron para que la administre en diferentes plataformas pero hago una especie de resistencia. También quisieron transmitirla por una pantalla gigante en un autocine del interior, pero es un unipersonal con muchos personajes que requiere cierta intimidad para generar esa comunión con el público.