36° Festival de Cine de Mar del Plata

Daniel Katz: “El desafío era algo que a mí me potenciaba”

El actor, director y guionista le pone el cuerpo a la maravillosa película que su hermana acaba de presentar en Mar del Plata y en salas del país.

Espectáculos

27/11/2021 - 00:00hs

Mientras aún compite en el 36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, El perro que no calla, la odisea que imaginó Ana Katz para Sebastián, encarnado por Daniel Katz, un hombre envuelto en un torbellino de burocracia, capitalismo salvaje y una extraña pandemia, llegó a los cines en una de las propuestas más lúcidas e inteligentes del cine argentino.

Diario Hoy habló con el artista para conocer detalles de la propuesta.

—¿Cómo te convenció?

—Muy fácil, convencer es un verbo que excede a esto, me contó que estaba trabajando con una historia que le gustaría que protagonizara. El desafío era algo que a mí me potenciaba, tenía ganas, no había algo que me cohibiera, o me generara cierto nerviosismo, fue muy fácil.

—¿Cómo releés la película tras la pandemia?

—Creo que la parte de “adivinación” por parte de Ana y Gonzalo, guionistas, demostrando su capacidad para detenerse a mirar las cosas, con tiempo de hacerlo antes del primer suceso que nos implicara a todos en un mismo problema, ahí hay un plus que hacen que Ana sea Ana.

—La película toca muchos temas, pero también tiene algo muy esperanzador en Sebastián...

—Tenía una idea desde el minuto uno de que él era un tipo bien predispuesto, y de alguna manera eso me permitió encontrar el hilo conductor de la película distanciándose de un universo capitalista. Sabe adaptarse y busca otra relación con el mundo, dejando de lado al hombre preso de sí mismo. Yo no tengo la valentía de Sebastián, ojalá la hubiese tenido en determinados momentos para optar de esa manera.

Soy un hombre blanco, plagado de herramientas, privilegios y dentro de este mundo me sentí bastante incómodo sobre aquello que se exige y espera sobre lo que debe ser un hombre. Y esa incomodidad me acompañó toda mi vida, y Ana la conocía y por eso pude ponerme en ese lugar.

—¿Te viste? ¿Te gustó?

—No tengo ningún problema en verme, me gusta lo que terminé haciendo, veo a Sebastián como parte de un todo, y me veo y lo disfruto, en un relato que es muy coral.

Sol Berruezo Pichon-Rivière desembarcó en el festival

Nuestros días felices, segunda película de la joven realizadora Sol Berruezo Pichon-Rivière (Mamá, mamá, mamá), se estrenó en el 36° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, con una propuesta fantástica que analiza vínculos y los reordena, y de la que es preferible no adelantar mucho más para que los espectadores se sorprendan en salas y online. Diario Hoy dialogó con ella para saber más.

—¿Cómo surgió en tu cabeza esta idea tan maravillosa?

—Yo tenía muchas ganas de trabajar con Matilde, una de las protagonistas de mi película anterior, y con quien tuve una gran química, inmediata, de hecho, después de filmarla pasamos navidad juntas. Hay algo de vejez en esa infancia, yo le digo “niña vieja”, y hay niños viejos y es hermoso hablar con ellos, tienen como otro entendimiento del mundo que no lo podes comprender pero si presenciar. Además quería hablar de la vejez, que si bien es algo lejano, tengo varios amigos viejitos. Primero estaban mis abuelos, que están en una etapa demandante, incluso de un afecto desmedido. En un momento trabajé para un neurólogo muy grande, necesitaba que tipee, y en ese momento, dentro de su casa, que no entraba nadie, con un sueño frustrado que era la fotografía, escuchábamos tango, entré en un delirio.

—¿Tenés abuelos?

—Sí, pero los abuelos se cuidan para que no veas su fragilidad, y están en un momento de epílogo, algo bellamente triste.

—La historia está atravesada por el realismo mágico, ¿tenías referencias de algún tipo?

—Me di cuenta de que yo quiero que la mayor parte de mis películas transcurran más en lo onírico que en lo real, de por sí. Me sale muy fácil, como algo fisiológico, lo otro me cuesta, disfruto filmar eso, porque no hay reglas. Una película que me desató esto es Lazzaro felice, de Alice Rohrwacher, porque utiliza la fantasía sin ninguna explicación, así aprendí a cómo usarlo porque podría haberse utilizado el recurso de una manera diferente, pero esa película me dio el tono.

—Tus películas tienen a las mujeres en el centro, ¿es algo que buscás?

—Lo ideológico, si está en lo que hago, no es predeterminado, está. La primera película la hice con un equipo femenino porque era necesario, y porque era un poco más cercano, de lo que yo me animaba a hablar.

—¿Qué significa para vos estrenar acá la película?

—Es muy importante para mí porque es la primera vez que se ve una película mía en cine acá y estoy con toda mi familia, como un viaje de egresados con 15 personas. Son muchas emociones.

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