Alejandra Marano cuenta detalles de Construir Cine
Del 13 al 29 de mayo se desarrollará online la octava edición de la muestra, con una mirada particular sobre los tiempos que corren.
En un repaso histórico por los ciclos, personajes y figuras que marcaron un hito en la TV argentina, diario Hoy recuerda en esta oportunidad el show destinado a los más chicos bajo la conducción de Julián Weich.
09/05/2021 - 00:00hs
En 1991, los ejecutivos de El Trece comenzaron a pensar una producción que estaría destinada a los preadolescentes, un público difícil de definir. Esa etapa en la que nada es lo que parece, los cuerpos cambian y se transita un despertar al mundo.
De esta manera nace El agujerito sin fin, un ciclo informal que rompería con los estereotipos de los programas infantiles en la pantalla chica. En estos, aparecían conductoras femeninas animando los contenidos para los chicos; por aquel entonces, eran la actriz y vedette Flavia Palmiero, versus la brasileña Xuxa, que logró un éxito sin igual en la comunidad latinoamericana. También saldría de los lugares comunes de los animadores de traje, galanes y correctos, porque este lugar sería ocupado por un joven Julián Weich, que iniciaría su carrera con absoluto desparpajo, atrayendo a toda la familia para disfrutar el show.
Vale mencionar que el resto del elenco terminó por completarse por una simpática mascota llamada Bas, y otras futuras estrellas, como Nancy Duplaá, Estebal Prol, Claudio
Morgado, María Eugenia Molinari y Pablo Marcovski. Los primeros tres se consagraron como interpretes en cine, radio, teatro y televisión; mientras que los últimos lograron conducir diferentes entregas.
Asimismo, la cortina musical del show popular estuvo a cargo de Los Pericos, que pusieron su magia para realizar En el agujerito como tema principal y así regalárselo al ciclo que estuvo al aire durante casi tres años, en el horario del mediodía y llevado a cabo en vivo, en una televisión más naif y discreta.
En pleno menemismo, contexto sociopolítico de exuberancia, gustos majestuosos y estéticas kitsch, esta producción demostró que los pequeños deben ser tratados como pares a la hora de la educación, y que la cultura puede transmitirse a través del diálogo y sin necesidad de comprar todos los productos publicitados en la TV.
En este sentido, el perfil educativo, la espontaneidad y el lenguaje apto para toda la familia fue la llave de oro del Agujerito sin fin, que cruzó la pantalla chica para lanzar un disco con sus pequeñas melodías, logró alguna que otra presentación teatral, realizó juegos durante el programa, logró la interacción mediante los llamados telefónicos, e incorporó un anexo cultural con las sorpresas de las bandas en vivo que recién empezaban sus carreras y musicalizaban el cierre del show. Una época dorada para los que crecieron en los 90.
Tras este show, Weich condujo otros programas y se consagró como líder en Sorpresa y media, un magazine de sorteos donde compartía cartel con Maby Wells. Luego fue por otros senderos de la TV y la radiofonía que lo sacaron del prime time, pero continúa ocupando un lugar entrañable para las generaciones que crecieron con su compañía.