entrevista

Juan Leyrado: “El país necesita una terapia integral”

El talentoso actor vuelve al cine con una participación especial en una propuesta que analiza la herida abierta que ha dejado la dictadura cívico militar.

Espectáculos

17/11/2024 - 00:00hs

Una jirafa en el balcón, de Diego Yaker, protagonizada por Andrea Frigerio, ya se puede ver en Disney+. En ella Juan Leyrado tiene un rol clave y hablamos con él para saber más detalles de su presente y su participación en la película.

—Nuevo estreno con Andrea, que ya me habían contado que no habían trabajado nunca y después hicieron las dos películas juntas…

—Sí, ahora sí, ya somos pareja de ficción. Y aquí estamos, queriendo ver la película que no la vi.

—¿No la viste todavía?

—No, no tengo ni idea. Fue todo tan rápido y pasó un tiempo. Ahora me estoy recordando todo.

—¿Qué fue lo que te atrajo del proyecto?

—Esta historia que revisa el pasado. Que se muestre por dentro no solamente lo que tiene que ver con una actividad política o tal, sino el proceso del ser humano en esa actividad, interiormente. El tema de por qué transitó lo que transitó, qué pasaba cuando transitaba lo que transitaba. En este caso, en este grupo, en esta célula revolucionaria. Y contar después cómo fue la vida de cada uno y cómo fueron los cambios, hablar de eso, la culpabilidad que se le daba a aquellos que eran torturados y confesaban. Y como si esas personas no tuviesen dolor ni nada. ¿Qué sabe uno que le va a pasar en una situación así?, por Dios. Entonces se habla más que nada del proceso interior de cada uno y cierta, también, autocrítica en cosas que siempre hay que hacerse.

—La película justamente es eso, que habla de tomar decisiones, cambiar la vida, pero que en algún momento por ahí eso vuelve. A Lidia le pasa eso. Ella se va, dice bueno, pero en algún momento le dice el pasado, bueno, tenés que volver para poder seguir adelante.

—Sí, yo creo que son heridas que no se cierran de ningún lado. Son cosas que marcan. Esas cosas que marcan. Más que obedecen a un momento tan trágico como ese. Decisiones que a veces son equivocadas y la necesidad de pertenecer a un grupo. La necesidad, yo siempre pienso así, más allá del ideológico, es la necesidad de tener un lugar de pertenencia, donde uno se sienta que no está solo. Eso es una respuesta a esa soledad que uno siente también en la juventud, creo que cuando uno participa de algo que se hace en comunidad, eso uno siente que uno está protegido. Después, ese algo, y bueno, ahí porque uno en vez de juntarse para jugar al fútbol se junta como grupo armado de más buenos, ya depende de otras cosas, pero siempre de cosas internas. Yo creo que el trabajo siempre es con uno mismo y ver qué es lo que le pasa a uno y qué es lo que siente que tiene que hacer. Es muy individual. Por eso yo creo en eso, en el individuo y en lo que elige lo que le pase. Después, obviamente, las críticas que hay que hacer, si eligió mal, se hizo. La autocrítica, que bueno, eso llevaría a varias películas.

—Se estrena la película, pero también estás haciendo teatro. Este personaje tan particular que guía un poco en una terapia…

—Bueno, sí, Terapia integral. Una terapia integral, sí, que es lo que necesitamos todos, me parece. El país necesita una terapia integral. En la obra lo guía un panadero que realmente encuentra el pan hecho con masa madre, con levadura natural. Usa una masa madre de 12 años. Ahí se mezcla un poco la cosa psicoanalítica, si se quiere, pero más que nada es una comedia donde cada uno le saca las conclusiones. Funciona muy bien. Es un relojito. Al principio costaba mucho. Es un tipo de teatro que cuesta mucho, porque al no desarrollar algo de uno, en el caso de mi personaje me paso dando pautas. No me puedo equivocar de una porque no se pasa de acto. No puedo cambiar nada porque es un reloj. Eso cuesta para una persona de naturaleza. Uno se pone, bueno, me voy por acá, me voy por acá. No, esto es así. Sí, después lo encuentra, y así también por dónde va. A lo mejor pone el reloj ahí, y bueno, atrasa o adelanta algo. Pero al principio, bueno, funciona de esa manera, como un reloj, y como un reloj la gente lo recibe y se pasa volando esa hora que hacemos. Y es abierta, te podés reír, podés pensar, es abierta. Es una buena obra, es para pasar un buen momento. No tiene edades. Una obra con muchísimo éxito en España. Se adaptó un poco acá, pero mucho no se podía adaptar porque es eso, le cambias una cosa y puede ser mejor que la otra, pero no va dentro de eso.

—¿Y tenías ganas de volver al teatro?

—Siempre. Yo voy del teatro hacia la vida. No de la vida hacia el teatro. Yo voy al teatro, vivo en el teatro, pues salvo, que ahora tengo mi familia, qué sé yo, pero el teatro me cobijó mucho desde joven.

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