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En diálogo con este multimedio, el director reflexiona sobre el arte y precisa los detalles de la reposición de la obra Pequeño gran muerto.
04/03/2022 - 00:00hs
Durante una entrevista íntima, el dramaturgo Nelson Mallach presentó la reposición de la obra Pequeño gran muerto, que regresa a la escena mañana, 5 de marzo, con dos funciones, a las 18 y a las 19, en el cementerio de La Plata por todo el mes de marzo. Así es esta propuesta que relata los mitos alrededor de la vida del escritor uruguayo Matías Behety.
—¿Bajo qué circunstancias surge este proyecto artístico?
—El proyecto aparece en el verano del 2021, cuando comenzaron las primeras aperturas en la Provincia. En diciembre del 2020, en el marco del festival Aura, habíamos hecho una performance en el Lago del Bosque que se llamó Beirut. Ese fue un muy buen primer encuentro con Mula que hizo que queramos seguir trabajando juntos. Yo tenía esta idea de meterme con la historia de Matías Behety en el mismo cementerio y les presenté el proyecto. Así surgió esta posibilidad de coproducir Pequeño gran muerto que es un trabajo que responde a cierta lógica que impuso la pandemia: el condicionamiento espacial. Si bien vengo trabajando en espacios no teatrales desde el 2012, en aquel verano no había otra posibilidad que hacer teatro en lugares abiertos. Y lo conseguimos, que para los tiempos que se vivían no fue poca cosa.
—¿Qué implicancias se pusieron en juego?
—Desde el comienzo, esta obra generó mucha expectativa. Claro está que el espacio del cementerio convida a que la atención se focalice en algo diferente que ocurra ahí. Sumado a que la historia de Behety es poderosamente atractiva. En la medida que, a través de la comunicación, el espacio y esa historia se imbricaron, el interés por la obra creció muchísimo, y una vez estrenados funcionó el boca a boca como un reguero de pólvora. Todas las funciones, que fueron veinticinco, se hicieron con las localidades agotadas. Durante dos meses llenamos de vida un espacio dedicado a la muerte. Yo creo que había mucha necesidad de poder estar con otros, entre otros en un hecho artístico. Y este trabajo en el que la acción rodea al público, lo sorprende y lo hace trabajar en una dramaturgia paralela fue un buen antídoto para ese entumecimiento del que te hablaba.
—¿Cuáles fueron las debilidades y fortalezas encontradas en el camino?
—No creo en las debilidades ni en los accidentes. En el teatro todo es combustible. Si creyera mucho en eso seguro que en algún aspecto me inmovilizaría. No hubo tiempo para debilidades. En dos meses montamos una obra muy compleja gracias sí a la fortaleza de un equipo poderoso. Pensá que todo el tiempo estábamos trabajando sobre la posibilidad de la enfermedad y sin vacunas todavía. Todo confluyó para adelante. La fuerza estuvo y está en que los que trabajamos ahí en el arte, la música, la actuación, la producción y la dirección somos personas muy comprometidas con lo que hacemos.
—¿Por qué decidieron realizarlo en esta locación?
—Porque la historia post mortem de Matías tiene que ver con el cementerio de La Plata. Su cuerpo momificado fue expuesto durante un par de semanas en la capilla del cementerio en 1908. Generó una gran conmoción. La idea de la obra es volver al lugar de los hechos para operar un rescate. Behety fue intentado rescatar por sus amigos muchas veces a lo largo de su vida. Era un bohemio que terminó muriendo tuberculoso en una pensión de nuestra ciudad. Representa la imagen decimonónica del caído. Nuestro rescate en el siglo XXI tiene que ver con el olvido y con la posibilidad de pensar en otro corte esos primeros años fundacionales de la ciudad. Creemos que la mejor manera de hacerlo es en el lugar donde encuentran los restos de Behety. La obra es una procesión báquica hacia esa tumba y también una invocación para que el teatro y su presente lo vuelvan a la vida.
—¿Qué energías los rodean ante esta reposición?
—Tenemos muchas ganas de reponer este proyecto. Lo amamos apasionadamente. Hay algo casi religioso en nuestro vínculo con lo que contamos. Aunque seamos una comparsa de herejes.
—¿Por qué recomendarían al público que concurra a esta función?
—Para que sientan las posibilidades del teatro fuera del teatro. Para que sepan que en esta ciudad murió un ser extraordinario para su época que los libros de historia no incluyen. Para que perciban que la identidad de nuestra ciudad puede ir por otros carriles que no sean los que marcó el positivismo, esos que se terminan reduciendo a las plazas, las diagonales, los masones y los tilos. Para que desacralicen un poco la idea que se tiene de los cementerios. Y porque el teatro, a veces, hace bien.